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12 de febrero de 2018 | Lisboa, Portugal |

Después de varios días de reuniones, presentaciones y diálogo, los principales líderes en representación de la sede central de la iglesia, junto con las divisiones de la iglesia mundial, concluyeron la XI Cumbre de Liderazgo en Lisboa, Portugal, que se llevó a cabo del 6 al 7 de febrero de 2018.

Los participantes en la cumbre de este año hicieron frente a muchos interrogantes tales como, por ejemplo: ¿Qué está primero, la misión o la organización de la iglesia? ¿Es posible ser fiel y leal a la iglesia, sin dejar de adherir al mismo tiempo a las convicciones personales? ¿Cómo puede lograr la denominación un equilibrio entre su estructura eclesiástica centralizada y las necesidades de los diversos campos en el mundo? ¿Cómo pueden los líderes adventistas complementar las discusiones sobre la unidad de la iglesia con la atención a otras cuestiones apremiantes que tienen un impacto sobre la denominación?

Se han llevado a cabo cumbres como estas desde 2008. Su objetivo es facilitar la discusión de temas relacionados con la capacitación continua de los líderes de todos el mundo, mayormente a niveles administrativos e institucionales, explicó Claude Richli, secretario asociado de la Asociación General. “[Su] formato es una serie de presentaciones mayormente académicas, entremezcladas con informes de […] las divisiones e instituciones”, dijo. “[Entonces] se llevan a cabo discusiones para reflexionar sobre los temas presentados.

La cumbre de este año, que llevó el lema “La necesidad espiritual de la unidad en la iglesia y la autoridad bíblica para cumplir con la misión de Dios”, buscó hacer frente al tema de la unidad y la autoridad en la iglesia desde diferentes perspectivas. Las presentaciones incluyeron perspectivas de la Biblia, los escritos de Elena G. White –que los adventistas denominan el espíritu de profecía– y la historia de la Iglesia Adventista del Séptimo Día. Los líderes presentes describieron tanto las presentaciones como el diálogo como “francos”, “abiertos” y “honestos”.

Para muchos líderes de la iglesia, incluido Ted N. C. Wilson, el presidente de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, la unidad de la iglesia es un tema de suprema importancia. “Es fundamental tener unida solo por medio del poder de Cristo, al proclamar los mensajes de los tres ángeles”, escribió Wilson en un correo electrónico enviado a Adventist Review en el que comentó sobre la cumbre. “La sumisión a la Santa Palabra de Dios, y la conducción del Espíritu Santo, con claves para la unidad del movimiento adventista”.

Wilson había enfatizado esos pensamientos en su presentación de apertura de la cumbre. “Nuestra verdadera unidad celestial puede ser lograda tan solo si nos sometemos humildemente a la enseñanza de Dios por medio de los impulsos del Espíritu Santo, y nuestra comprensión de su voluntad por medio de los Santos Escritos de la Biblia y el espíritu de profecía”, dijo Wilson al animar a los asistentes a que tomen en cuenta el “maravilloso pedido” de unidad registrado en Juan 17.

Artur Stele, uno de los vicepresidentes generales de la iglesia mundial, se mostró de acuerdo. “La unidad fue una gran preocupación para Jesús en momentos en que estaba completando su ministerio aquí en la tierra. Solo si existe armonía podemos verdaderamente celebrar la diversidad de dones, talentos, servicios y ministerios”.

Michael Ryan, presidente de la Comisión de Supervisión de la Unidad de la Asociación y asistente del presidente se mostró de acuerdo. “Con los mejores días de la iglesia delante de nosotros, es fundamental que los líderes comprendan, valoren y protejan el don de la unidad”, le dijo a Adventist Review.

Durante el evento de dos días, los principales líderes profundizaron en algunas de las implicaciones, los desafíos y los matices contemporáneos de la unidad de la iglesia en el caso de la Iglesia Adventista del Séptimo Día.

La mission está primero

“¿Qué está primero, la misión o la organización de la iglesia?”, preguntó Mark Finley, que es asistente del presidente de la Iglesia Adventista y un experimentado evangelista. Finley tuvo a su cargo tres presentaciones durante la cumbre de este año.*

En comentarios a Adventist Review, Finley compartió que en una de sus presentaciones, después de repasar el primer capítulo del libro de los Hechos en la Biblia, explicó que la organización de la iglesia es producto del mandato misionero de testificar. “La organización de la iglesia no es un fin en sí mismo, [porque] Dios no se gloría en la administración burocrática”, dijo Finley. “La organización es siempre sierva de la mission […]; siempre es un medio para un fin más grande”.

Ryan concordó con él. “Todas las funciones de la iglesia sirven a la misión”, dijo.

Tom Lemon, otro vicepresidente general de la iglesia mundial, también enfatizó la preeminencia y el compromiso con la misión que él ve en los miembros de iglesia del mundo. “En lo que respecta a la misión, no importa quién sea usted o donde se encuentre […], no hay cuestionamientos a la misión, [o] al compromiso de una determinada persona con la misión”, expresó.

Según Lemon, la prioridad dada a la misión en una señal alentadora. “Luchamos con la unidad en ciertas cuestiones”, escribió, “[pero] no creo que estemos tan divididos”.

La cuestión de la autoridad

Ella Simmons, quien también es vicepresidenta general de la iglesia mundial, analizó los fundamentos y las características bíblicas de la autoridad de la iglesia en su presentación en la cumbre. “Cualquier autoridad que la iglesia o alguno de sus líderes pueda tener es en realidad como mayordomos de la autoridad de Dios”, comentó a Adventist Review. Como tal, “[los líderes de la iglesia] tienen ciertas responsabilidades, lo que incluye requisitos y limitaciones”.

Según Simmons, esas “limitaciones” implican asegurarse de que la autoridad de la iglesia opere “dentro de la voluntad expresa de Dios”, y que no se aventure más allá de lo que él ha expresado con claridad. “Tenemos que requerir o buscar solo lo que está claro en las Escrituras, no permitiendo que la autoridad se extienda más allá de lo que Dios ha dicho”, expresó. “Por eso, tenemos que prohibir lo que Dios prohíbe y requerir lo que Dios requiere. Nada más o nada menos. Cualquier otra cosa implicaría imponer las tradiciones u opiniones de los seres humanos”.

En este contexto, es fundamental el papel que juegan los líderes de la iglesia, expresó Simmons. “[Dios] nos ha colocado como líderes para asumir la responsabilidad del ejercicio de autoridad que tiene la iglesia”, escribió. “Tenemos que asegurarnos de alinearnos de manera total con la voluntad de Dios, y de que seamos conducidos por el Espíritu Santo”.

¿Fiel, leal u obstinado?

En la cumbre, Lemon ofreció una presentación sobre liderazgo bíblico. Basando su estudio en varias palabras claves, su presentación, titulada “Unidos en fidelidad, sumisión y lealtad para cumplir la misión”, definió términos claves y entonces los aplicó a ejemplos bíblicos. “Mi énfasis básico fue que todas las cosas estaban dirigidas a Dios mucho antes de que estuvieran dirigidas al ser humano”, explicó Lemon a Adventist Review. “De que una falla en la fidelidad es una falla contra Dios”.

Lemon pasó a analizar las diferencias entre fidelidad, sumisión, lealtad y obstinación. “Mi definición de fidelidad fue tener una posición y trabajar para la misión ante la incertidumbre inmediata, la escasez y la oposición”, explicó. “La obstinación es defender el punto de vista personal a expensas de la misión, ante esas mismas cosas”.

Aunque Lemon reconoció que algunos personajes bíblicos encajan fácilmente en una de esas categorías –Saúl y David, Caín y Abel, por ejemplo– dijo que otros presentan mayores desafíos, en especial en el Nuevo Testamento. “Cuando Pablo y Bernabé discutieron, ¿quién estaba siendo fiel, y quién era el obstinado?”, preguntó. “[Y] cuando se dirigió a Jerusalén cerca del fin de su vida y [los líderes] lo forzaron a que fuera al templo, ¿estaba él siendo fiel, o sumiso, u obstinado?”

Lemon no respondió cada pregunta que hizo, aunque citó a Elena G. White, cofundadora de la iglesia, en casos en los que sus escritos arrojan luz sobre un tema específico. Por ejemplo, al relatar la experiencia de Pablo en Jerusalén justo antes de caer prisionero (Hechos 21), White escribió que, en la reunión, ante las exigencias de los líderes judíos, Pablo sintió que “si por alguna concesión razonable pudiera ganarlos a la verdad, podría quitar un gran obstáculo para el éxito del evangelio en otros lugares”. White añadió, sin embargo, que “no estaba autorizado por Dios para concederles tanto como ellos pedían” (Los hechos de los apóstoles, p. 324).

En relación con la lealtad, Lemon preguntó, “¿Se extiende la lealtad desde las bases hacia arriba, o se extiende del liderazgo hacia abajo?” En la última parte de su presentación, defendió la postura de que los líderes “pueden inspirar lealtad, pueden extender lealtad, pero no pueden exigirla, y por cierto no pueden ordenarla”.

En comentarios a Adventist Review en los que explicó más sobre el tema presentado, Lemon dijo que el llamado a la unidad en Juan 17 “es un don que Dios quiere otorgar a su iglesia” y “no algo que la iglesia puede lograr” por su cuenta. “Creo que la iglesia puede recibirla, y creo que la recibirá”, concluyó Lemon, “pero se va a necesitar a cada nivel y en el corazón de cada persona una disposición de humillarse ante Dios y el prójimo”. Lemon enfatizó que hay valor en hablar de la unidad como una manera de reflejar y permitir que el Espíritu de Dios use los diálogos para aprender y crecer.

Erton Köhler, presidente de la División Sudamericana, se mostró de acuerdo. “La unidad tiene una relación directa con la comunicación, la conversación y la integración del liderazgo”, compartió con Adventist Review. “Más diálogos entre los líderes y con Dios resolverán la mayoría de nuestros desafíos”.

Unidad, gobierno y documentos legales

En adición a este grupo de presentadores, Karnik Doukmetzian, asesor legal general de la Iglesia Adventista, ofreció una perspectiva legal sobre la unidad en el contexto del gobierno de la iglesia.

Doukmetzian explicó y enfatizó la función que cumplen los documentos legales –tales como la constitución modelo y los estatutos de la Asociación General– en el avance de la unidad en la misión, así como a la hora de brindar protección legal. “La redacción que se ha incorporado a estos modelos a lo largo de los años ha sido incluida especialmente para evitar cuestiones legales para las organizaciones”, explicó Doukmetzian a Adventist Review. El principal abogado que tiene la Iglesia Adventista ofreció múltiples ejemplos de situaciones en el mundo en el que las prácticas que difirieron de los documentos de gobierno acordados crearon desafíos legales. “Estas cuestiones terminan en juicios, y otros nos dicen, ‘Ustedes no están siguiendo sus propias reglas’, explicó Doukmetzian. “De manera que no solo es algo vergonzoso internamente cuando no seguimos nuestras propias reglas, sino que entonces se vuelve cuestión de registro público ante todo el mundo”.

Doukmetzian también recordó a los asistentes que el papel de los documentos legales es fundamental a la hora de respaldar la estructura histórica organizacional de la Iglesia Adventista. “Tenemos una teología que nos identifica y nos mantiene unidos como adventistas del séptimo día, pero también hemos alcanzado un acuerdo en nuestra manera de gobernarnos, nuestra forma de gobierno dentro de la iglesia”, concluyó. “No somos congregaciones separadas e independientes. No seguimos el modelo congregacional. Somos una organización que se basa en representantes”.

En su presentación, Richli amplió también sus comentarios sobre el valor de la estructura organizacional. “Hay toda clase de ventajas que los componentes individuales de la [Iglesia Adventista] reciben por pertenecer a un sistema que está articulado sobre estos postulados”, dijo, “como lo es la fortaleza de trabajar dentro de un sistema, con reglamentos y procedimientos que aceleran el proceso para facilitar la realización de la misión y el incremento de nuestra posibilidad de éxito”, dijo.

Más allá de la unidad de la iglesia

Aunque reconoció la importancia de la unidad de la iglesia, hay otros temas relacionados que también deberían ocupar la mente de los líderes adventistas, dijo Köhler. “[Tenemos que] dedicar también tiempo de ocuparnos […] del desafío de invertir e involucrar a las nuevas generaciones del liderazgo, la estructura de la iglesia y el mejor modelo de servir nuestra unidad y misión, [y] el papel del liderazgo a la hora de fortalecer nuestras creencias fundamentales en los tiempos posmodernos”, dijo.

Köhler cree que esos y otros temas con cuestiones estratégicas que desafían la iglesia, y el papel de los líderes adventistas, presentes y futuros, es fundamental para hacer frente a ellos. “Más que resolver las cuestiones que tenemos hoy, [la Asociación General] necesita invertir en las personas correctas, [en] líderes que sean capaces de trabajar en los principales puestos de liderazgo […] con una visión equilibrada y un claro enfoque”, concluyó. “El futuro de la iglesia está directamente relacionado con la cualidad de [sus] líderes”.

Finley concordó con él, y destacó que la capacitación de los líderes una tarea que no tiene fin. “Es fundamental que como líderes, nos desafiemos constantemente a nosotros mismos para ampliar nuestro proceso de pensamiento y para que profundicemos nuestra comprensión de las responsabilidades del liderazgo”, le dijo a Adventist Review.

En ese contexto, Finley dijo que quedó impresionado con la calidad de las presentaciones durante el evento, un sentimiento que repitieron otros líderes presentes. También enfatizó el espíritu general que hubo en la cumbre. “Lo que más me impresionó fue […] el espíritu de colegialidad y el sentido unificado de misión de parte de los presentes allí”, dijo Finley.

Stele se mostró de acuerdo. “La atmósfera de la cumbre fue muy calidad y amigable”, le dijo a Adventist Review. “La amistad y el deseo de hacer avanzar la misión de Dios que hubo entre los líderes fueron impresionantes”.

Los líderes, incluido Wilson, dejaron la cumbre de Portugal con un sentimiento de gran optimismo. “Tengo plena confianza de que veremos una iglesia plenamente unificada, a medida que un espíritu de sacrificio y sumisión toma el control en respuesta a la conducción del Espíritu Santo en nuestra vida”, escribió.

*Finley también colabora parte del tiempo como consultor general de las revistas
Adventist Review y Adventist World.

Traducción de Marcos Paseggi

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