Nueva York, Nueva York, Estados Unidos… [Mark A. Kellner/ANN]
El maestro Herbert Blomstedt, una de las piezas fijas de la música clásica a nivel mundial como director de orquesta de reconocimiento global, dice que un trabajo como la Cuarta Sinfonía de Beethoven o la «Inextinguible» de Nielsen, viene a ser el «texto» de donde él saca un sermón en las grandes salas de concierto del mundo.
Con 10 años ya como el capelmaestre, o director de música de la Orquesta Gewandhaus de Leipzig, Alemania, Blomstedt, a sus 76 años, vive una vida que puede ser comparada como la de quienes están en el jet-set internacional. Al principio de febrero, el estuvo a cargo de la Sinfonía de San Francisco, donde es actualmente el director laureado; en Nueva York, la semana pasada fue asignado para dirigir la Orquesta Concertgebouw de Amsterdam, en el famoso Auditorio Carnegie; al final del mes, él estará de regreso en San Francisco para dirigir la Orquesta Gewandhaus. Desde su sede en Lucerne, Suiza, Blomstedt viaja alrededor del mundo, dirigiendo orquestas y cumpliendo –en cierto sentido– su primer deseo de ser un misionero.
«Yo soy un siervo de la música», dijo a ANN durante un entrevista en Nueva York. «La música es algo así como una parábola; cuenta una historia. Comienza de la nada y termina en la nada».
Nacido de un pastor Adventista, y con una madre pianista, Blomstedt y su hermano formarían un trío para conciertos de las tardes de viernes en su propio hogar. Él asistió al Colegio Real de la Música en Estocolmo y a la Universidad de Upsala en Suecia. Sus estudios incluían la tutoría de Igor Markevitch en Suecia así como ciertos estudios con Leonard Bernstein en Estados Unidos. Su primera «oportunidad» vino cuando se le invitó como director del famoso Festival de Música Tanglewood en Massachusetts, no lejos de su lugar de nacimiento en Springfield.
Más recientemente, Blomstedt recibió el «Reconocimiento al Mérito» del Dr. Johannes Rau, presidente de la república de Alemania. Rau, alabó a Blomstedt por su trabajo al representar a Alemania en sus giras alrededor del mundo y por realzar la reputación de la Orquesta Gewandhaus, la cual él comenzó a dirigir en 1996.
Siete años después de terminar sus estudios universitarios, cuando tenía 27 años, Blomstedt recibió su primer llamado para entrar a una orquesta sinfónica en Estocolmo. Ese llamado no estuvo sin sus inconvenientes, dado que las orquestas sinfónicas a menudo tienen ensayos generales en el día de reposo, el sábado.
La primera orquesta que expresó su interés en él, se negó a acomodarse a sus prácticas sabáticas, ridiculizando dicha creencia como una superstición. Blomstedt se mantuvo firme, y perdió ese trabajo.
Entonces, siete semanas más tarde, otra orquesta en Estocolmo lo llamó, invitándole a dirigir dos «conciertos para invitados». El joven director de orquesta hizo «clic» con los músicos y, otra vez, el llamado vino. Justo como podía preverse, el asunto del sábado se levantó y Blomstedt otra vez enfrentó una decisión.
Cuando se le preguntó acerca de sus creencias, él se mantuvo firme en su disposición a no ensayar –lo cual él llama el «trabajo» de una orquesta– durante el sábado. Blomstedt esperaba una respuesta similar a la anterior, pero fué sorprendido: los músicos suecos estuvieron de acuerdo en reacomodar sus horarios, trabajando en los ensayos de martes a viernes, y el «ensayo general» en la mañana del domingo, aun cuando usualmente ese era un «momento familiar» en Suecia.
«Esto continuó así durante siete años en Estocolmo, y tuvimos una maravillosa relación de trabajo», dijo Blomstedt.
«Mi vida ha sido un milagro constante», explicó, diciendo que nunca tuvo que buscar una sola cita, o luchar por dirigir alguna orquesta. «Siempre me han llegado las oportunidades».
Blomstedt ha sido director musical de la Filarmónica de Oslo, la Sinfonía Danesa de Radio y la Sinfonía Sueca de Radio. En 1975, los músicos de la Dresden Staatskapelle lo invitaron para ser su director musical, y en sus 10 años con el grupo, lo llevó a lo largo y ancho de Europa y también a su primera visita a los Estados Unidos. Como Director Invitado, él ha aparecido con la Filarmónica de Berlín, la Orquesta Real Concertgebouw de Amsterdam, la Sinfónica de Boston, la Sinfónica de Chicago, la Filarmónica de Nueva York, y la Orquesta de Filadelfia.
Sus años en Dresden fueron seguidos por su señalamiento como director musical de la Sinfónica de San Francisco, donde su permanencia de 10 años «condujo a la orquesta hacia un reconocimiento a nivel mundial», tal como lo declara la Simphony’s Web (El Sitio de Internet de la Orquesta). «Las grabaciones de Blomstedt con la Sinfónica de San Francisco en medio de la etiqueta de Londres recibieron algunos de los más apetecidos premios del mundo de la música, entre los cuales estuvo el Grand Prix du Disque de Francia, además del Gramófono Británico, y dos Grammys», dice la orquesta.
Aun con tal reconocimiento, Blomstedt es extraordinariamente humilde, sin pretensiones. Su seria manera de ser, dijo a ANN Joshua Kosman, crítico musical del San Francisco Chronicle, transmitió el sentido de un músico «profundamene bueno y reflectivo», y «esas [cualidades] se transmitieron desde el podio».
Eso no quiere decir que Blomstedt tenía una relación no amigable con sus músicos: en una reseña del 7 de febrero, Kosman escribió que el director y los músicos de San Francisco reflejaban «un palpable sentimiento de intimidad, que viene de una larga colaboración».
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