Washington D.C., Estados Unidos … [Mark A. Kellner/ANN]

En el momento en que los líderes mundiales, incluyendo al Secretario General de las Naciones Unidas, Kofi Annan, están enfocando su atención en un genocidio en curso en la región de Darfur en Sudán, un pastor Adventista del Séptimo Día de voz suave dijo a una audiencia de empleados del congreso y activistas de los derechos humanos que, estar en contra del genocidio de 1994 en Ruanda «era lo correcto.»

Entonces, hizo una súplica por un nivel más civilizado en la sociedad reclamando, que incluso los chistes que desacreditan a otros, pueden ser un presagio de disputa civil y aun del genocidio.

Dijo que no sólo él y su familia — quienes habían pasado cuatro años en Ruanda antes del genocidio — se «habían enamorado» de sus colegas y vecinos, sino que al quedarse, él podría probar lo que afirma su fe personal de lo que él había hecho allí: «Decimos que hay un Dios que cuida, pero la gente realmente nos creerá si nos quedamos» y permanecemos con ellos ante el peligro.

Wilkens se involucró en una misión humanitaria en Ruanda cuando la matanza estalló. Decidió quedarse en el país e interceder a nombre de las víctimas durante la sublevación de 90 días que mató a unos 800,000 Tutsis. Agregó que su esposa Teresa, apoyó su decisión, aunque ella y sus tres niños dejaron el país durante el tumulto.

Según Wilkens, él pudo interceder con los milicianos y otros desalmados que intentaban matar a sus vecinos. Salvó la vida de muchas personas, incluyendo dos Tutsis que trabajaron en su casa y niños en varios orfanatorios alrededor de  la capital Kigali dónde coordinaba las actividades de la Agencia Adventista de Desarrollo y Recursos Asistenciales, ADRA.

Después de su experiencia en Africa, Wilkens llegó a ser un pastor Adventista del Séptimo día y hoy es pastor en la Academia Milo, una escuela con internado en Days Creek, Oregón, Estados Unidos.

Discutiendo las repercuciones morales de lo que experimentó, Wilkens dijo que se dió cuenta que la ilustración bíblica de Caín y Abel le ayudó a entender la maldad que ocurría alrededor de él. Al ver que Eva tuvo que enfrentarse no sólo con la muerte de un hijo sino con el hecho de que su otro hijo era el asesino, le ayudó a ver más allá de lo sucedido para «separar la persona de sus acciones.»

Dijo que cuando los Hutus definieron a sus vecinos Tutsis como «menos que humanos», se hizo más fácil racionalizar su destrucción. Wilkens agregó que en muchas sociedades occidentales, es común escuchar chistes que desacreditan a otras personas o grupos étnicos y él reclama que tal humor es la semilla de
problemas futuros.

Agregó que «todos nosotros nos impresionaríamos si supiésemos cómo se asemeja un espíritu de competición y menosprecio» al espíritu de aquéllos que cometieron genocidio.

Wilkens hizo sus comentarios en un simposio patrocinado por la Asociación Norteamericana de Libertad Religiosa, realizado en la Sala Mansfield del Capitolio de los Estados Unidos.

Según James Standish, director ejecutivo del grupo de libertad religiosa, la historia de Wilkens, de más de una década, tiene repercuciones modernas: «El ejemplo de Carl nos desafía a todos para estar en contra del genocidio. Su historia nos obliga a que preguntemos, ‘¿Qué estamos haciendo para detener el genocidio en Sudán hoy?’ Debemos animar a nuestros gobiernos y a las Naciones Unidas a intervenir, debemos apoyar los
esfuerzos de ayuda, y debemos orar con sinceridad como si esos agonizantes fueran miembros de nuestra propia familia — porque lo son», dijo.

En respuesta a la declaración de Wilkens, el Dr. Paul Marshall de La Casa de la Libertad (Freedom House), una organización que promueve la democracia y la libertad, dijo que «Así como su testimonio personal lo demuestra, una persona puede hacer la diferencia. Incluso, gente muy ordinaria como nosotros, puede marcar una diferencia.»

El Dr. Bridget Connolly, que rastrea genocidios modernos para el Museo Norteamericano del Holocausto, dijo que la experiencia de Wilkens muestra que el «genocidio puede ocurrir en nuestra vida» y que esto debe enfrentarse y no «ser incorrectamente tildado» por el resto del mundo.

Según el Dr. John Graz, Secretario General de la Asociación Internacional de Libertad Religiosa e iniciador del grupo norteamericano, el testimonio de Wilkens «fue muy estremecedor para mí. El genocidio de Ruanda no sucedió en un vacío», y la tragedia «fue un claro fracaso de las naciones» para entrar y detener la matanza.

Ese mismo día, temprano, Wilkens les dijo a los líderes de la sede mundial de la Iglesia Adventista del Séptimo día que es importante para la iglesia enseñar a los jóvenes sobre la necesidad de estar de parte de lo correcto, intentando «ponerse en los zapatos de la otra persona.»

Derechos Reservados 2004 por Red de Noticias Adventistas.

 

Image by ANN. Mark Kellner
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