Japón, 27 de julio de 2005…(Víctor Hulbert/ANN)

Oraciones por la paz pasarán por labios de cientos de miles de personas a través del mundo el 6 de agosto. En ese día, hace sesenta años, el mundo incursionó en la era atómica cuando una bomba fue detonada a 1,900 piés (850 metros) sobre el centro de Hiroshima y al instante mató 70,000 personas. En unos pocos meses, el efecto más prolongado de enfermedad por la radiación mató de nuevo una cantidad similar.

Exactamente tres días después de la explosión de Hiroshima, otra bomba atómica fue detonada sobre Nagasaki, matando miles más.

Entre los pocos sobrevivientes de «Hibakusha», o bomba atómica, se encuentran dos mujeres, miembros de la Iglesia Adventista del Séptimo Día de Hiroshima.

La señora Kino, ahora en el crepúsculo de sus ochenta años, vivía a cerca de 4 kilómetros (2.5 millas)del epicentro de la explosión y se libró de los principales efectos de la detonación. Capacitada en primeros auxilios, la señora Kino empleó su tiempo ayudando a aquellos cuyos cuerpos fueron tostados por el calor de la explosión.

La señora Kino vive hoy en una facilidad para retirados, especialmente para sobrevivientes de la bomba-A o Hibakusha donde, a menudo, cuenta la terrible experiencia a niños de edad escolar. Pero ella no la cuenta con amargura. Habla de esperanza y cómo ella y su comunidad fueron protegidos. También habla de la ayuda que ella y su familia pudieron ofrecer a otros.

«Yo conocía las promesas de Dios en la Biblia que ‘aunque muchos sean abatidos, yo traeré salvación», dice la señora Kino. En verdad, creo que puedo sentir el cumplimiento de esa promesa por mí misma. Pienso que están pasando muchas cosas en el mundo, pero creo que lo más imporante es, justo olvidar el hacer la guerra. Si nos acercamos los nos a los otros, tomados de la mano, y creemos en la paz, creo que eso traerá un futuro brillante».

La señora Sako tenía 17 años en aquel momento. Se encontraba a sólo 1.5 kilómetros (0.9 millas) del epicentro de la explosión. Dice que fue un milagro que ella sobreviviera. El puesto militar de primeros auxilios rehusó tratarla y le dijeron a su padre que tenían que ayudar a aquellos que tenían alguna posibilidad de vivir.

Por semanas la señora Sako sufrió de dificultades al respirar, quemaduras severas en las partes que estaban al descubierto de su cuerpo, heridas infectadas y enferdad por la radiación. «Desde entonces», dice ella, «en verdad, detesto la guerra. En verdad no quiero que mis hijos pasen por la experiencia que yo pasé. En verdad trato de hacer lo que mejor puedo para prevenir lo que pasó».

Con todo por lo que pasaron estas dos señoras, Kino y Sako, sería comprensible si estuvieran heridas sicológicamente y amargadas en su espíritu. En vez de eso, ellas prefieren perdonar. La señora Sako explica que en su fe encontró «esa cosa que no cambió. Todo a mi alrededor puede cambiar, pero creo en un Dios que no cambia».

A pesar de un horrendo pasado, la señora Sako ha encontrado una esperanza para el futuro. Dice que ha sido restaurada por su fe en un Dios creador.

«La primera vez que fui a la iglesia…el tema fue Génesis. Me enamoré de la historia del Génesis, de la Creación, y especialmente de la idea de que somos especiales; que fuimos creados a imagen de Dios. Eso hace que todas las personas sean especiales para mí», dice ella. «Eso me anima. Amo la idea de que Dios es mi amigo y la iglesia es un apoyo».

Las señoras Kino y Sako son solamente dos de tantos japoneses que han llevado el recuerdo de una tragedia indeleble por 60 años, pero miran hacia adelante, hacia un futuro brillante con esperanza y perdón.

Sitios relacionados

Radio Adventista Mundial tiene la entrevista completa. La Historia de Hisako lee la historia de sobrevivientes de Hiroshima..y cristianos adventistas del séptimo día–aquí, Hisako Sakomoto, cortesía de la Oficina de Mission Awarnes (conociendo la misión).

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