Bahía de Montego, St. James, Jamaica. [Taashi Rowe/ANN]
Dos años atrás, el pastor Glen O. Samuels estaba sentado en su carro en la parte de afuera de la casa de un colega cuando sintió que un arma estaba apuntándole en la cara. El hombre que sostenía el arma era un líder de pandilla bien conocido en el área. Quería dinero, y amenazó con matar a Samuels si no lo conseguía.
“Le dije quién era yo, dónde vivía, y dónde trabajaba, y le dije que tenía que ir a casa y buscar mi billetera, pues la había dejado en casa”, recuerda Samuels. Él regresó con su cartera y le dijo al líder de la pandilla que trataría de ayudarle tanto como pudiese.
“Lo que ocurrió desde aquel incidente me ha convencido de que como iglesia tenemos mucho por hacer para restaurar a hombres y mujeres que viven sin aspiraciones, sin propósito”, dice Samuels, quien fue elegido como presidente de la Iglesia Adventista del Séptimo Día en Jamaica Occidental, el 9 de agosto.
Samuels ayudó a ese hombre a encontrar un trabajo y eventualmente le estableció una pequeña tienda. Eventualmente, el hombre dejó su pandilla –aunque era peligroso hacerlo— y ha estado asistiendo a la iglesia.
Samuels es uno de los muchos líderes adventistas que están alcanzando a quienes viven frustrados, desesperados, sin empleo y sin posibilidades de empleo en Jamaica, quienes están al borde de cometer crímenes significativos.
Desde el mes de enero, 1.081 personas han sido asesinadas en la isla de 2,6 millones de personas, lo cual resulta 180 personas más que en el mismo período un año atrás, de acuerdo con un artículo del Jamaica Gleaner publicado el 23 de agosto. El gobierno, que ha instituido muchos programas para ayudar a prevenir la violencia, aboga porque la comunidad se involucre.
“La mayoría de los criminales en Jamaica están entre las edades d 13 y 25 años, en lo que se refiere a asesinatos y violaciones. Muchos no tienen nadie que les ofrezca instrucción, y la sociedad les trata como granujas o bribones. De esa manera, están condenados a una vida sin valor”, dice Samuels.
“El tema del aumento del crimen no puede ser resuelto por la intervención de la ley aisladamente, sin la participación de la comunidad con la policía. La iglesia puede tender un puente sobre ese abismo”, dice él.
Como una de las principales denominaciones cristianas en la isla, los adventistas han convertido la lucha contra el crimen en Jamaica, en una prioridad fundamental. El año pasado, 10.000 adventistas marcharon a través de las calles de Kingston, la capital, protestando contra la violencia. Ya los líderes de la iglesia están en los comités nacionales relacionados con el crimen y la violencia, los derechos humanos, y dirigen seminarios y campañas públicas en contra de la violencia, las drogas y el abuso a los niños.
El pastor Patrick Allen, presidente de la Iglesia Adventista del Séptimo Día en las Indias Occidentales, ha considerado crítica esta situación, y ha hecho un llamado a los adventistas para que se involucren más con la comunidad.
“Pese a las vigilias de oración, los servicios de adoración especiales, y las oraciones de muchas madres y padres, las filas de los despiadados y sin ley continúan hinchándose”, escribió Allen en un artículo del 5 de septiembre titulado “Un Llamado a un Mayor Compromiso Social”, publicado en el sitio Web de la iglesia.
El artículo es publicado seis meses después de un día de oración efectuado el 5 de marzo, en el cual Allen oró por la seguridad y la protección de la nación entera, en vista del creciente crimen.
“No sólo debemos buscar desarraigar el crimen y la violencia, sino también trabajar por una sociedad justa. Muchos en nuestra sociedad se sienten excluidos de privilegios, desanimados, por lo que ellos perciben como una sociedad que está en contra de ellos. Muchos experimentan una pobreza persistente, lo cual ellos asocian con un sistema que favorece a quienes ya están bien ubicados en la sociedad, mientras no deja ninguna trayectoria honesta de superación para ellos. Este sentido de desesperanza y desaliento se convertirán a menudo en un campo fértil para que crezcan la violencia y el crimen”, explica él en su artículo.
Samuels concuerda en que la pobreza desesperada puede conducir a impulsos violentos. Jamaica está pasando por una agitación aparentemente sin fin. Una economía de luchas, un alto costo de vida, una elevada tasa de desempleo e impuestos, podrían ser elementos que mantienen el crimen en los niveles más altos en la historia.
“Como uno de los líderes de la iglesia, debo comprometer mi organización, sus líderes y miembros, a un compromiso más decisivo y proactivo. Continuaremos, y seremos más activos en los programas de alcance a la comunidad, y estaremos aún más involucrados en la reforma social”, dice Allen.
Samuels es también un hombre muy convencido en el ministerio a los problemas de la sociedad en un nivel integral. Él considera que si trabajamos para suplir las necesidades espirituales, mentales, físicas y sociales de la comunidad, podemos hacer de cada persona un mejor ciudadano, y reducir así la violencia.
La iglesia en Jamaica Occidental está trabajando con la Agencia Adventista de Desarrollo y Recursos Asistenciales (ADRA) y USAID, para reparar 500 casas que no tienen instalaciones sanitarias apropiadas. Ellos también están trabajando en programas de “segunda oportunidad” para dar educación a quienes han abandonado la escuela. Otro programa envolvería a la iglesia en el trabajo de cerca con el departamento de justicia, para ofrecer educación y consejería a quienes han cometido ofensas menores, en vez de encarcelarlos.
Él endosa la Justicia Restaurativa, un programa que el gobierno ha establecido para calmar las continuas olas de violencia.
“Justicia Restaurativa pone una cara humana en el manejo del crimen y la violencia”, dijo Carol Palmer, secretaria permanente del Ministro de Justicia, en una entrevista con ANN. Ella también es una líder laica en la Iglesia Adventista del Séptimo Día de Portmore. “En vez de ser estrictamente punitiva en sus acercamientos al criminal, la justicia restaurativa involucra a toda la comunidad”.
“Hay una disposición entre los pastores, pero ellos me han dicho que en realidad no tienen las habilidades”, dice Palmer. “Los pastores son entrenados tradicionalmente para ministrar a los miembros de iglesia, en comparación con quienes tienen problemas sociales o tendencias criminales”.
La iglesia es parte de la comunidad, dice Palmer, y a través de programas como Justicia Restaurativa, que ofrece entrenamiento apropiado para todos, la iglesia puede comenzar a ofrecer servicios de mediación, consejería e instrucción.
A través de la Northern Caribbean University, una institución adventista, la iglesia ha establecido el Centro de Consejería Comunitaria y Justicia Restaurativa en Manchester, Jamaica. Hay planes para extenderlo a otros lugares.
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