Montemorelos, México …[Dulce Monjaraz & Blanca Hernández/DIA]

Los primeros informes eran confusos ya que a los medios noticiosos les tomó unas pocas horas para volver a sus redes. El 19 de septiembre de 1985, un terremoto de magnitud 8.1 en la escala Richter golpeó la ciudad de México poco después de las siete de la mañana. El terremoto que duró solamente tres minutos, fue sentido a través de diversas partes del país. La cifra de muertos se extimó en aproximadamente 10,000 personas. Cinco mil estaban desaparecidos y 150,000 quedaron sin hogar, de acuerdo a un censo del gobierno. El epicentro del terremoto se localizó a lo largo de las costas de Guerrero y Michoacán.

En la tarde del día siguiente, otro terremoto golpèó, causando aún más desastre. Este fue de magnitud 7.5.

La estación de televisión Chapultepe, así como el Hospital de Juarez, se desplomaron. Otros edificios, fábricas y hoteles fueron reducidos a escombros. Diez días depués del primer temblor, todavía se sacaba gente de debajo de las ruinas de estos edificios.

Mil edificios en la ciudad fueron destruidos, y más de 5,000 sufrieron daños estructurales. Cerca de 100,000 hogares fueron destruidos junto con muchos edificios del gobierno.

Dos historias de miembros de la iglesia que vivieron los trágicos momentos en la ciudad de México el 19 de septiembre de 1985.

Las torres retumbaron

Enoc Ramírez – estudiente de teología del 4to. año.

Estaba frente al espejo peinándome para ir a la escuela. Mi madre preparaba el desayuno y mi padre aún dormía. Nadie le prestó atención a las noticias en la televisión.

De repente, un ruido muy extraño se escuchó. Paré de peinarme porque el espejo empezó a moverse…las torres de madera frente a mi residencia, se sacudían, las paredes de otras casa se resquebrajaban. De repente, hubo un apagón.

Tenía mucho miedo. A la edad de siete años no había tenido una experiencia parecida. Mucho después del temblor, era bien difícil salir, las calles tenían rajaduras abiertas…quince días después del terremoto, yo podía oler la muerte en el ambiente.

Recuerdo que el agua era escasa siendo que los caminoes no podían entrar a la ciudad. Había brigadas de salud en la iglesia. El sábado por la tarde yo ayudaba a distribuir ropa y materiales de socorro. Los miércoles, viernes, sábados y domingos, la iglesia se llenaba de personas que relataban sus experiencias. Agredezco a Dios que mi familia no sufrió daño alguno durante la crisis.

Creo que Dios ha puesto en el corazón de cada uno, bondad y generosidad, pero nosotros, a veces, descuidamos las necesidades de otros. Esperamos hasta que haya caos para sensibilizarnos. No deberíamos ir a esos extremos, ni esperar que haya desastres para buscar a Cristo. Agradezco a Dios por estar vivo.

Los brazos de ADRA

Pastor Jorge Dzul

Parecía un día normal. Distrutando la tranquilidad del día, viajaba a Guadalajara. En cuestión de segundos, mi comportamiento cambió cuando vi escenas en el noticiero, de edificios derrumbados.

Representando la Agencia Adventista de Desarrollo y Recursos Asistenciales (ADRA) en el norte de México, me reuní con el pastor José M. Espinoza de ADRA en México Central, quien junto al pastor Antonio Estrada, organizaron un equipo de rescate con un grupo de Guías Mayores. Establecieron un campamento para la gente que había perdido sus hogares. Distribuyerón carpas, fraizadas y alimentos.

Entre las víctimas adventistas estaba la esposa de un colportor quien murión el Hhospital del Nniño mientras se recuperaba de un alumbramiento.

Otro caso que me conmovió fue el de una jovencita de nuestra iglesia llamada Lorena Maribel León. Era estudiante en uno de nuestros colegios. Cuando el temblor golpeó, eslla estaba en clase. Sus piernas fueron atrapadas debajo de los escritorios. Perdió sus piernas y fue transportada al Hospital Loma Linda. Meses después de las terapias, y habiéndosele adaptado piernas prostáticas, ella pudo volver a caminar.

Cada cual que participó ayudando ese año, tiene una historia que contar. Le agradecemos a Dios por permitirnos ser parte de este gran cuerpo que es la Iglesia Adventista del Séptimo Día, permitiéndonos ser los brazos de ADRA.

El terremoto de la ciudad de México en 1985 fue uno de los más devastadores en la historia de las Américas.

Un sistema súper moderno de alerta en casos de temblores ha sido financiado por el gobierno para la ciudad de México y por medio de sirenas, dándoles a los residentes de la ciudad hasta un minuto de advertencia sobre la proximidad de un terremoto.     

Image by ANN. Universidad de Montemorelos

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