September 5, 2006 Beirut, Libano …. [Alex Elmadjian/MEU/ANN]
El 14 de agosto marcó el comienzo del cese del fuego auspiciado por las Naciones Unidas en el Líbano, dando fin de esta manera a 34 días de guerra que costaron la vida a 1.287 libaneses, la mayor parte de ellos civiles, y un tercio de los cuales eran niños menores de 12 años. Más de 4.000 personas recibieron heridas como consecuencia de las hostilidades entre las Fuerzas de Defensa de Israel (IDF) y el partido libanés de Hezbollah («Partido de Dios»).
Al reflexionar acerca de los eventos recientes, el Dr. Kjell Aune, presidente de la Iglesia Adventista en la región de Medio Oriente examina cómo la tensión creciente en el área afecta a la Iglesia Adventista y sus feligreses.
P: Pocos días después del cese de las hostilidades, usted viajó a Beirut con su esposa Marianne. ¿Cuáles fueron sus impresiones iniciales del lugar?
R: La seguridad no parece ser el tema ahora, con excepción de algunas zonas cercanas a la frontera con Israel. En el suburbio de Hezbollah en Beirut, y en el sur del país, los daños son severos. Complejos completos de departamentos fueron arrasados y muchos poblados están más o menos en ruinas. Si bien los bombardeos fueron más severos en las zonas que simpatizan con Hezbollah, aun las aldeas de los moderados sunitas y de los cristianos en el sur fueron alcanzadas, especialmente en los últimos días de la guerra.
P: ¿Cuál fue su impresión de los adventistas que soportaron este período de conflicto?
R: La guerra pareció unir a las personas, tanto física como espiritualmente. Durante el conflicto se llevaron a cabo reuniones de oración en el predio de la Universidad Adventista del Medio Oriente. Hasta 50 personas se reunieron para alabar y orar, y para realizar algunas actividades sociales con el fin de distraerse un poco. Otros cristianos de la comunidad también asistieron a estas reuniones; uno de ellos era el alcalde local, un ex alumno de la universidad. Aun después de la guerra, han seguido reuniéndose dos veces a la semana para alabar a Dios y orar. Durante y después del conflicto, los feligreses han estado activos ayudando a sus vecinos y a otras personas con alimentos y otras necesidades básicas.
P: ¿Cómo respondió nuestra iglesia, tanto local como internacional, a las necesidades inmediatas de los aproximadamente 810.000 desplazados internos (IDPs)?
R: La Agencia Adventista de Desarrollo y Recursos Asistenciales (ADRA) fue una de las primeras organizaciones de ayuda internacional que comenzó a ayudar a los refugiados. Nuestros feligreses trabajaron como voluntarios para distribuir paquetes de alimentos a 800 familias, tarea que continuará un mes más. Experimentaron algunos encuentros muy emotivos con las personas que ayudaron. Nuestra escuela de Moseitbeh en Beirut Occidental hizo de albergue de 400 IDPs durante un mes y nuestra otra escuela en Bouchrieh se convirtió en el centro logístico de empaque y distribución. Los proyectos que ADRA analiza ahora procurarán brindar refugios temporarios para las familias sin hogar, distribuir harina en los hogares, y proveer a las personas de bombas de agua para recuperar esa infraestructura en el sur del país.
P: La mayor parte de los IDPs de Beirut eran musulmanes chiítas del sur, que huían de los bombardeos aéreos diarios. ¿Qué observó en relación con la interacción entre los adventistas y los musulmanes?
R: Los musulmanes expresaron su profundo respecto y aprecio por ser tratados con tanto amor. Como mencioné, nuestras instalaciones fueron puestas a disposición de los IDPs, que eran todos musulmanes. Muchas de estas personas eran niños, y tratamos de mantenerlos ocupados en algo positivo, tales como deportes y actividades prácticas. Supimos de cristianos, entre los que había adventistas, que albergaron a musulmanes en sus hogares, y les dieron alimentos, artículos de tocador, apoyo emocional, etc. Nuestras mujeres adventistas identificaron una necesidad específica y recolectaron dinero para adquirir hijabs (para cubrir la cabeza) de sus hermanas musulmanas, que habían huido con tanta premura de sus hogares que no habían podido cubrirse como mandan las convenciones religiosas. De manera que la guerra, destructiva como fue, ha contribuido a afirmar las relaciones con nuestros prójimos musulmanes del Líbano. También ha producido una conciencia positiva respecto de ADRA y de la Iglesia Adventista como equipos ligados a los líderes políticos y religiosos tanto musulmanes como cristianos.
P: ¿Fue afectado algún edificio adventista como resultado del conflicto?
R: Ninguna propiedad de la Iglesia Adventista fue dañada durante la guerra. Sin embargo, la escuela de Moseitbeh, donde se albergaron a los IDPs, ha sido afectada por este uso extremo. De hecho, se necesitan 30.000 dólares para acondicionar las instalaciones nuevamente, y esperamos poder hacerlo antes del comienzo del año escolar.
P: Tenemos dos escuelas y una universidad en Beirut. ¿Podrán abrirse a tiempo? ¿Qué información tiene respecto de la matriculación para 2006/2007?
R: Las tres instituciones abrirán, pero el gobierno ha decidido que el año escolar comience los primeros días de octubre, un par de semanas más tarde de lo planeado. Creemos en realidad que la matriculación va a ser mayor en nuestras instituciones ya que los padres de niños desplazados necesitan buscar escuelas alternativas debido a que sus escuelas fueron destruidas. Muchos estudiantes musulmanes ya asisten a nuestras instituciones.
P: En el presente, Líbano aún se encuentra bajo un bloqueo marítimo y aéreo indefinido y un futuro político incierto. ¿Cómo afectará esto los planes a largo plazo de reubicación de la Iglesia Adventista de Medio Oriente en Beirut?
R: El edificio está tan cerca de terminarse que, pase lo que pase, debemos culminar el proyecto, ya sea que lo utilice la iglesia o para rentarlo a un tercero. Hemos acordado analizar nuevamente el tema del traslado en las reuniones de fin de año a comienzos de diciembre. En principio el acuerdo del traslado de la Unión sigue en pie, pero necesitamos ver cómo se resuelven la situación política, de seguridad, y algunos temas legales.
Invito a la Iglesia Adventista mundial a que se una en oración para tener el discernimiento y la sabiduría necesaria al analizar el tema en diciembre. También me gustaría agradecer a los feligreses de todo el mundo por su interés, apoyo y oraciones por el Líbano y el Medio Oriente, especialmente durante este último verano. Necesitamos con urgencia el apoyo de sus oraciones a favor de esta región.
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