18 de abril, 2007 Silver Spring, Maryland, Estados Unidos…. [Elizabeth Lechleitner/ANN]

Si su concepto de evangelismo envuelve «un dineral», «un orador estrella» y una actitud de «meter y soltar» hacia los nuevos creyentes, usted necesita poner al día su definición, dice el pastor Mark Finley, vicepresidente para la Iglesia Adventista del Séptimo Día mundial.

«Si ve el evangelizar como un evento, está destinado a tener pocos resultados. Si evangelizar no es un proceso constante, arraigado en iglesias locales reavivadas y equipadas, donde los nuevos creyentes serán vigorizados, está destinado a ser menos de lo que es el ideal de Dios», dijo el pastor Finley. Piensa que el evangelizar es útil y efectivo sólo cuando la iglesia ministra en forma continua en la comunidad.

Como un evangelista en propiedad, Finley es un ferviente defensor de los esfuerzos para llegar a la gente. «Si uno cree en la Biblia, evangelizar es relevante», dice él, citando la instrucción de Jesús en San Marcos 16:15 sobre predicar el evangelio a todo el mundo. «Como iglesia, tenemos interés en las personas. Y ese interés en las personas demanda un interés en evangelizar».

Pero evangelizar no es una talla para todo tamaño, agrega Finley de inmediato.

En su transmisión, «evangelizar es sencillo -hablar de Jesús en toda forma posible con cada persona posible. Es orar con un vecino que atraviesa por un divorcio. Es ofrecer la paz de Jesús a una persona que sufre de un cáncer. Es compartir en grupos pequeños y de persona a persona».

En años recientes, muchas comunidades cristianas, incluidos los adventistas, han optado más por los ministerios de grupos pequeños, la Internet y otras formas de llagar a las personas, a menudo considerados más efectivos, para hacerse oír en una sociedad ampliamente secular e incrédula.

Finley, quien es, además director del Centro para Evangelización Global de la iglesia, apoya de lleno formas experimentales, como cursos bíblicos «online», evangelistas por la Internet, y amplio uso de la TV, radio y otros eventos en la corriente dominante de los medios en lo que él llama un «evangelio de toque personal con tecnología avanzada». También cree que, por medio de esfuerzos con grupos pequeños, «la iglesia puede ofrecer un sentido de conexión e identidad a través de una comunidad espiritual» que impacta en forma particular a los jóvenes.

Finley añade también que los tópicos doctrinales «deben ser presentados en el contexto de su relevancia para el pensamiento y los valores modernos». Cita como ejemplo la creencia adventista en el séptimo día, el sábado. La iglesia no puede referirse al sábado solo «como una prueba que los nuevos creyentes deberían adoptar en forma arbitraria. En vez de eso, debería presentarse el día de reposo «como nuestra identidad» en un tiempo cuando se enseña la evolución. El sábado nos dice quiénes somos e imparte autoestima y significado real en nuestra vida» -conceptos con los cuales, dice Finley, la mente moderna está mejor familiarizada.

Aunque le da la bienvenida a nuevos métodos de cómo llegar a las personas, Finley no está a punto de darle la espalda a las reuniones públicas tradicionales. Pero, dice él, hay una forma correcta y una incorrecta de efectuarlas. Los adventistas deben, de continuo, reevaluar la forma de pensar que dinamiza la evangelización pública. Cualquier esfuerzo de evangelización que dependa de la manipulación de las emociones o de un orador célebre para atornillar el número de nuevos creyentes en los registros, sólo mancilla la «autenticidad del evangelio».

«Pienso que ofrecer una Biblia de regalo u otro material suplementario es una motivación perfectamente legítima para la asistencia», agrega Finley. Pero fuera de eso, cualquier clase de recursos efectistas o soborno, degrada la evangelización genuina.»

Finley no culpa la metodología de la evangelización pública como herramienta para «Dilo al Mundo» como cuestiona a algunos de los que la aplican. «La mayor necesidad no es de nuevos métodos sino de nuevas personas», dice. «Necesitamos una iglesia que se entreteja con amigos y vecinos. La iglesia debe ser el ambiente de la gracia de Dios en la comunidad. La iglesia debe llegar a la comunidad y hablar del amor de Jesús y la paz con todos».

Pocos adventistas cuestionan el valor de una iglesia compasivamente involucrada en su comunidad. Pero, muchos se preguntan si la evangelización pública aún se conecta con los inconversos. «Considere a Roma en el Primer Siglo», sugiere Finley. «Se tenía a una gente en las garras del hedonismo, fuerza militar, sumergida en la cultura y las artes, música y teatro-en verdad, los cimientos del mundo moderno -y dos credos que habían fallado en proveer significado, y dentro de esa cultura Jesús dijo, ‘Id y predicad'».

La parafernalia del secularismo puede rivalizar por atención todo lo que quieran, pero no cambian la instrucción básica de Jesús, sostiene Finley. Y sabe, de primera mano, que la evangelización pública aún funciona, con mayor notoriedad en los países en desarrollo como India y Sudamérica. «Decir que no es efectivo es negar la realidad. Noventa y tres por ciento de la iglesia adventista está fuera de Estados Unidos. En esos países, la gente está buscando algo que ellos reconocen que no tienen».

Ese ‘Algo', dice él, es Dios. Finley acepta que la gente en el mundo occidental podría no estar tan en sintonía con esa necesidad. La gente pueden tener puestos bien remunerados y automóviles y no se dan cuenta que necesitan a Dios o que les falta algo. La vida tendría que lanzarles una bola curveada antes que se abran a la espiritualidad». En tales casos, Finley acepta que cultivar una relación de uno-a-uno podría permitir llegar a ellos con más efectividad que la que tendría una gran concentración pública.

¿Cuál es la palabra clave? Flexibilidad. Hay miríadas de medios para alcanzar a las personas para Cristo. Si esos [medios] involucran a los adventistas dedicados activamente a la participación comunitaria actual, dice Finley, la iglesia los respalda totalmente. Por otra parte, cualquier forma de evangelización que aísle a los nuevos creyentes en una iglesia que hace poco o nada para vigorizar la recién descubierta cristiandad, ruega por fracaso.

El presidente de la iglesia adventista a nivel mundial, el Pastor Jan Paulsen, hace poco le recordó a un grupo de jóvenes estudiantes de La Sierra University, un centro educacional de la iglesia en La Sierra, California, de cuán crucial es la infraestructura espiritual sostenible para retener a los nuevos creyentes.

Dijo que los que están programando esfuerzos de evangelización deben coordinar con las Iglesias locales para asegurar que los nuevos creyentes serán bienvenidos a la vigorosa red de apoyo adventista que él llamó, «energía contagiosa» para la obra del Señor. «Se necesita sentido de camaradería, comunidad y pertenencia. Se necesitan personas que se preocupen al respecto y vigoricen el bienestar spiritual o uno morirá en lo espiritual».

«La iglesia es el cuerpo de Cristo ministrando con amor y compartiendo el amor de Cristo con la comunidad», concluye Finley. «Eso no ocurre en tres semanas, pero toma lugar en forma permanente. La verdadera evangelización es una forma de vida, no un evento».

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