8 de mayo 8, 2007 Silver Spring, Maryland, Estados Unidos…. [Taashi Rowe/ANN]
A la mayoría de los feligreses no les preocupa demasiado la organización y estructura de la iglesia. Prefieren aprender cómo vivir la vida cristiana. Pero Bertil Wiklander, presidente de la Iglesia Adventista en la región eclesiástica Transeuropea, junto con otros líderes, afirma: «Es el deber de cada miembro saber a qué clase de organización se han unido, saber cómo funciona y hacerse responsables de su funcionamiento».
«Mi experiencia es que el feligrés promedio sin importar la edad o si es hombre o mujer no le interesa la organización de la iglesia», concuerda Richard Omondi, un adventista que es profesor adjunto en la Universidad del África Oriental, en Baraton, Kenia, «En primer lugar, no la entienden, y en segundo lugar, no les preocupa mientras haya alguien que les dé el sermón cada sábado».
Pero la Iglesia Adventista es mucho más que un sermón y una sola comunidad de adoradores, dice Roscoe Howard, secretario de la Iglesia Adventista en Norteamérica. «Cuando la gente no sabe cómo opera su iglesia, suponen y cuando suponen, a menudo se equivocan. Necesitamos saber qué funciones cumplen ciertos departamentos y si están cumpliendo la misión de la iglesia».
Junto con otros líderes, Howard afirma que la manera democrática de gobierno de esta iglesia de 15 millones de miembros es lo que hace que las iglesias locales sean la base de la organización.
Al describir los niveles de la organización de la iglesia, ayuda pensar en una serie de círculos concéntricos. El círculo interno representa Cristo. El siguiente, a cada miembro que, junto con otros, conforma la iglesia local. Varias iglesias forman una Asociación. Un grupo de éstas forma una Unión, que cubre hasta varias provincias o países. Entonces están las Divisiones, que son 13 en todo el mundo, y que son los brazos administrativos de la Asociación General. Las divisiones cubren partes de continentes y representan a la iglesia mundial en regiones específicas. La Asociación General garantiza que la iglesia mundial comparte las mismas visiones y creencias. También reúne a los miembros de la iglesia mundial cada cinco años para elegir sus funcionarios y tomar decisiones bajo la conducción de Jesucristo.
Cada nivel es responsable de diversas áreas de la administración. Por ejemplo, las Asociaciones brindan liderazgo profesional a las congregaciones, además de ministerios de evangelización y educación cristiana. Las Uniones supervisan proyectos que afectan a las personas en territorios más grandes, tales como colegios superiores, hospitales, y evangelismo a gran escala. Y las Divisiones brindan pautas y reglamentos acerca del funcionamiento de cada una de las entidades locales.
La clave de la organización adventista es su modelo de participación. Esto significa que mediante sus representante, las iglesias locales tienen injerencia en las decisiones y reglamentaciones implementadas desde la iglesia local hasta la Asociación General.
«La congregación es el lugar donde se debe realizar la mayor capacitación», dice Debra Brill, una de las vicepresidentes de la Iglesia Adventista en Norteamérica. «Los miembros son la voz de la iglesia. Pueden elegir y nominar a otros feligreses para que los representen en la Asociación. Allí en la Asociación se eligen representantes para la Unión y así hasta la División. En todos los niveles hay representación de los miembros, lo que constituye una fortaleza de la estructura adventista».
La unión es la circunscripción con electores más elevada de la organización ya que ni las divisiones ni la Asociación General la tienen. Estas últimas se ocupan de unificar la iglesia en la región y a nivel mundial.
«¿Pueden imaginarse que caos se produciría si cada institución educativa adventista funcionara bajo reglamentaciones diferentes?», pregunta Brill. «Si bien la División no tiene autoridad sobre las Uniones y Asociaciones locales trabajamos juntos en cooperación para construir consensos y crear la mejor reglamentación posible para nuestra iglesia y nuestros líderes».
Los líderes dicen que otra fortaleza de la estructura eclesiástica adventista es el sistema de financiación mediante un fondo común.
«Hay iglesias que jamás tendrían pastores a menos que otras iglesias más grandes compartan sus recursos. Si fuéramos egoístas, algunas iglesias prosperarían y otras desaparecerían. Creo que esta estructura ha sido conformada por el Señor», dice Howard.
Wiklander añade: «Nuestra organización es única y apropiada, porque hace que cada miembro de iglesia sea parte de la misión global que Dios está llevando a cabo por medio de nuestra iglesia».
Comprender la organización eclesiástica es entonces importante, sigue diciendo Wiklaner, porque «si cada miembro entiende el llamado mundial de Cristo hacia la misión –que es ir al mundo con el evangelio– entonces necesita ver que se necesita una organización para facilitar el cumplimiento de esta misión».
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