Juárez, Chiapas, México, 24 de junio de 2008… Ansel Oliver/ANN

El género puede hacer que cerca del 70 por ciento de la feligresía mundial de la Iglesia Adventista del Séptimo Día permanezca fuera de muchas posiciones de liderazgo en la iglesia, pero aquí en el Sur de México, alterar esa tradición está transformando algunas iglesias.

Aunque ellas no son ordenadas como tal, muchas mujeres están sirviendo como ancianas en su iglesia local—un acto que los líderes de la iglesia dicen que no habría sido posible una década atrás.

Mientras la creación del Ministerio de la Mujer en algunas iglesias adventistas locales ha concedido a las mujeres oportunidad de liderazgo y desarrollo, los líderes de la iglesia dicen que han notado que otros cambios a menudo acompañan la adición del nuevo ministerio.

«Esta iglesia no era así de amigable», dice Rocío Pérez, miembro de la Iglesia Adventista Central de Juárez. «Los miembros estaban distanciados y no parecían preocuparse uno por otros, pero ahora se sienten más conectados. Hay más atención y preocupación mutua».

Un factor clave es superar la timidez prevaleciente en la cultura local. «Ha sido común en nuestras iglesias que las mujeres adultas no hablen en público», dice Marbella Ascencio, de 38 años, una de los ancianos locales en la iglesia. Las mujeres líderes manejan el asunto en desayunos de oración semanales, regionales, dirigiendo estudios bíblicos de historias en las cuales las mujeres jugaron un papel en el liderazgo de la iglesia.

«Hemos visto un cambio», dice Ascencio. «Ahora vemos un grupo de mujeres más dedicadas».

El Ministerio Femenino fue inaugurado originalmente en la sede mundial de la iglesia adventista en 1898 por Sarepta Myranda Irish Henry. Ella murió dos años más tarde, y el departamento desapareció. El ministerio no fue restablecido sino hasta 1995. Los líderes de la iglesia aquí dicen que ellos comenzaron a notar sus efectos, poco tiempo después.

Lupita Arenas, directora de Ministerio de la Mujer para la iglesia en el Norte de Chiapas, dice que los varones en la iglesia ahora ven a las mujeres de una manera diferente. «Ahora ellos son conscientes de que estas damas son capaces de liderar y enseñar», dice ella. «Debemos aceptar que Dios tiene un propósito para nosotras. Lo que estamos tratando de hacer es lograr que las mujeres sean conscientes de su importancia y su valor, y que ejerzan ese liderazgo».

Arenas dice que el ministerio también ayuda a las mujeres a involucrarse en programas de alfabetización. La tasa de analfabetismo está alrededor del 20 por ciento de la población local, y aún más elevada entre las mujeres, dice ella.

Nelly del Carmen Gómez, miembro de la Iglesia Adventista Central de Juárez y con 53 años de edad, dice que la mayoría de las mujeres en el área son marginadas porque a muchas de ellas se les exige trabajar en casa, haciendo imposible su educación incluso si hay una institución educativa al lado de la casa.

«Cuando yo tenía seis años de edad, estaba completamente involucrada en el trabajo en mi casa», recuerda Gómez.

Ahora, ella anima a otras mujeres a tomar ventaja de la educación disponible. «Obtener un diploma es una forma de afirmar tu autoestima y crecer como persona».

Dulce Valdés es una testigo viviente de lo que está haciendo por las iglesias adventistas el Ministerio Femenino. Originalmente de Sonora en el noroeste de México, ella vino a Chiapas para apoyar a su esposo.

«Cuando me pidieron que fuese líder, yo me sorprendí», dice ella, recordando que no tenía mucha experiencia.

Valdez ahora organiza 300 mujeres cada mes para el Ministerio Femenino.

«Tú estás trabajando más duro que tu esposo», le dice Arenas, líder regional de Ministerio Femenino.

Para más información, visite wm.gc.adventist.org

–Reportaje adicional por Raúl Lozano

Red de Noticias Adventista

Image by ANN. Ansel Oliver/ANN
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