24 de junio 2010, Atlanta, Georgia, Estados Unidos…Elizabeth Lechleitner/ANN

Pocas personas pueden decir que han visitado más de un par de países en menos de un año, pero una adventista del séptimo día ha cruzó en bicicleta once países desde el pasado agosto, en una travesía de 8,600 millas con la idea de esparcir el mensaje de esperanza de la iglesia.

La ruta de George Silva empezó en su nativo Brasil, donde a la edad 49 años, puso su pie en el pedal de su bicicleta en Boa Vista y pedaleó a través de Sudamérica.

Silva pedaleó o empujó – una vez, por cuatro horas seguidas después de tener cinco pinchadas de goma en una sola tarde – su bicicleta a través de la mayor parte de América Central, pedaleando a través de varios estados sureños de los Estados Unidos para llegar a Atlanta esta mañana.

Alrededor de las 10 A.m., tiempo de Atlanta, Silva fue rodeado por una multitud de miembros de la iglesia adventista y delegados, muchos de ellos de Brasil, cuando llegó al Dome de Georgia, donde la iglesia tiene su Sesión 59 de la Asociación General hasta el 3 de julio.

El viaje de Silva a Atlanta es el séptimo en una serie de tales viajes, que suman más de 18,000 millas, que como ciclista y corredor se ha embarcado desde que se unió a la iglesia adventista en 1992.

Silva encuentra a Dios

Silva, quien afirmó que a menudo se sintió deprimido y perturbado como joven, en una ocasión casi recurrió al suicidio antes de un encuentro oportuno con un colportor (evangelista de la página impresa), que lo retó a que asistiera a la iglesia. Descorazonado por el abrumador número de denominaciones, cada una con aparentes creencias incongruentes, Silva almacenó su búsqueda. Años más tarde, de nuevo se sintió impresionado por encontrar a Dios. Al día siguiente, otro evangelista de la página impresa lo visitó en su casa, y le dio la dirección de la iglesia local. «Por primera vez, yo me sentí cómodo», dijo Silva. «El mismo día solicité ser bautizado».

Poco después de aceptar el mensaje adventista, Silva, en ese tiempo entrenándose como corredor, dijo sentirse impresionado para usar sus talentos atléticos para Dios. «Oí al Señor decir, «Tú corres todas las mañanas para ti. Ahora yo te escogí para que corras para mí».

Un cuchillo en cada mano

Silva más tarde comenzó corriendo en bicicleta para de esa forma cubrir más territorio en un tiempo más corto. En su viaje a Atlanta, él corrió un promedio de 75 millas por día, corriendo por siete horas seguidas, y luego tomando un descanso de tres horas para recuperarse y comer antes de otras siete horas de viaje en bicicleta.

Cuando se le preguntó si cruzar el Canal de Panamá le puso algunos retos, Silva dijo que encontrar un aventón en bote fue poco difícil comparado con el cruce por un área peligrosa de montes controlados por la guerrilla más adelante. Los nativos le advirtieron que la guerrilla, lo más probable, lo secuestrarían, pero devolverse no era una opción en la mente de Silva. No tenía dinero para volar sobre el área por avión, así que continuó.

Al notar que un hombre que montaba una motora se venía hacia él, Silva sintió pánico. «Pensé que él venía a matarme», dijo Silva. En cambio, el hombre me dirigió a la playa donde Silva tomó un bote a través del Canal a Centroamérica.

«Creo que cuando llegue al cielo, Jesús me presentará al ángel que me guió a través de la jungla y trajo desde Colombia a Panamá entero», dijo Silva.

Cuando estaba en la frontera de Brasil y Paraguay, Silva dijo que fue atacado por un probable ladrón que mostraba dos cuchillos, que amenazó su vida y de llevarse sus pertenencias. Silva empezó a orar y le rogó al hombre por su vida, ofreciéndole aun una copia del Nuevo Testamento.

«Cuando tomó la Biblia — uno de los cuchillos todavía en su mano — de inmediato quedó paralizado», dijo Silva, agregando que el hombre, evidentemente temblando por la experiencia, le dijo que fue impresionado para buscar a Dios.

Durmiendo bajo puentes

Silva cree que Dios también lo protegió de los elementos durante su travesía — temperaturas que variaron de bajo cero a 105 grados Fahrenheit. En una ocasión, una lluvia de granizos destruyó cosechas locales y propiedad, pero Silva, equipado con sólo una tienda de campaña, dijo que escapó ileso. En otra ocasión Silva, que estaba acostumbrado a dormir bajo los puentes en condiciones pantanosas, encontró un colchón seco bajo un puente. Instalé mi carpa sobre ese colchón, y fue justo como el cuarto de un hotel», dijo Silva riéndose.

Cuando pedaleaba a través de sus países, los nativos se mostraban curiosos, dijo Silva. «Me preguntaban, '¿Por qué haces esto? ¿Por qué dejas a tu familia, tu país?' Yo siempre les decía que Jesús viene pronto».

Una cantidad de personas decidió seguir a Jesús después de oír su testimonio, dijo él.

Silva, que no habla inglés pero tiene planes de continuar viajando en bicicleta a través de E.U. hasta Canadá, después de su parada en la Sesión, dijo que no le preocupa la barrera del idioma. Cuando salió de Brasil, él sólo hablaba portugués, pero aprendió español a lo largo del viaje. «Muy pronto hablaré inglés», dijo él.

Image by ANN. Alden J. Ho, Adventist Review

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