27 de junio 2010, Atlanta, Georgia, Estados Unidos…Arin Gencer
Líderes de la iglesia adventista del séptimo día y los delegados procedentes de todo el mundo firmaron un compromiso de temperancia el domingo por la tarde durante la Sesión 59 de la Asociación General.
La promesa, presentada en una reunión de negocio en la tarde en la Arena de Georgia, requiere del firmante que evite el licor y el tabaco, así como otras sustancias y prácticas dañinas».
La pequeña tarjeta de compromiso puede caber en la billetera – de hombre o mujer – a fin de los firmantes «puedan llevarla con ellos siempre y recordarles», dijo Peter Landless, director asociado de Ministerios de la Salud a nivel mundial.
Landless y James Nix, director del Patrimonio Ellen G. White, presentaron la promesa a los delegados poco tiempo después que la U. S. Surgeon General, Regina M. Benjamín hizo su aparición y enfatizó la importancia de una vida saludable.
Nix levantaba una promesa de temperancia enmarcada, firmada por John Harvey Kellogg, un medico hizo famoso el Sanatorio Adventista del Séptimo Día en Battle Creek, Michigan, después que se hizo cargo de la institución en 1875. Una reliquia del comienzo del movimiento de temperancia de la iglesia, el marco guinda de la pared en su oficina, dijo Nix.
«Elena White fue una muy, muy entusiasta vocera defensora del acto de firmar la promesa de temperancia, y sabemos que ella misma la firmó», dijo Nix, refiriéndose a la cofundadora de la iglesia adventista.
White definió la temperancia como la abstinencia «completa de todo lo dañino», agregó él.
La promesa declara, «Reconociendo la responsabilidad tanto hacia mí mismo y hacia otros, por la gracia de Dios, yo prometo evitar el licor y el tabaco, así como otras substancias y prácticas dañinas».
En 2003, el entonces Presidente Jan Paulsen y otros líderes firmaron la misma promesa en la Reunión de Primavera, una de dos sesiones anuales que tiene el Comité Ejecutivo cada año, para destacar los esfuerzos para aumentar la concientización de los principios adventistas del sano vivir.
La iglesia se ha opuesto siempre al uso del licor, el tabaco y otras drogas desde sus comienzos en el siglo 19. La abstención en el uso de substancias dañinas es una de las creencias fundamentales de la iglesia, la cual declara que «siendo que las bebidas alcohólicas, el tabaco y las drogas y narcóticos – su uso irresponsable – son dañinos para el organismo, nosotros debemos abstenernos de ellos».
La declaración de la creencia sigue diciendo que «debemos ocuparnos en cualquier cosa que pone nuestros pensamientos y cuerpos en sujeción a la disciplina de Cristo, que desea el beneficio de la salud para nosotros, el gozo y la integridad».
Como parte de esta posición, la iglesia y sus instituciones afiliadas no aceptan donaciones de las industrias tabacaleras o licoreras. En 1992, ejecutivos de la iglesia en el Concilio Anual apelaron por el reavivamiento de los principios de la temperancia y una vez más apelaron para que las personas y las organizaciones de la iglesia rechacen donativos y favores de esas industrias.