Silver Spring, Maryland, 2 de septiembre de 2010… Ansel Oliver/ANN
Lisa Beardsley quiere crear valor para el consumidor de la educación.
En la escuela de negocios, ella analizó por qué la gente escoge pagar cuatro dólares por una taza de café en Starbucks. Ahora, ella toma el mismo análisis y lo aplica a la educación adventista, examinando porqué los consumidores ofrecerían un pago por sus valores y su misión.
Para Beardsley, recientemente elegida como directora de educación para la Iglesia Adventista del Séptimo Día a nivel mundial, ese análisis y sus subsiguientes resultados, espera ella, ofrecerán a administradores y estudiantes elecciones más claras para navegar a través de los cambios en la educación adventista. El sistema lucha para mantener la identidad adventista en áreas de crecimiento súbito y ofrecer programas competitivos en regiones estancadas.
El estudiante universitario típico ya no es simplemente una persona de 18 años que viene a vivir en el dormitorio. La demanda por títulos profesionales y de postgrado está aumentando. Los padres están volviendo a la escuela, a veces en edificios de extensión en el centro de la ciudad, o a través de aulas de clases virtuales. el desafío, dice Beardsley, es cómo hacer que cada uno de esos puntos en la entrega de la experiencia académica un asunto inconfundiblemente adventista. Esto actualiza el antiguo modelo de internados y universidades adventistas ubicados al final de calles rurales.
Gran parte de ese análisis necesitará llevarse a cabo en el curso del período de cinco años de su departamento. Ella y cuatro asociados comprenden el núcleo de la agencia adventista de acreditación, Adventist Accrediting Association.
¿Dónde está el crecimiento?
Por ahora, el análisis de 1,7 millones de estudiantes en el sistema de educación adventista revela sus preferencias por los pagos de su colegiatura y su asistencia. Los resultados: el sistema de educación de la iglesia está creciendo rápidamente, principalmente fuera de Norteamérica.
Aunque existe crecimiento en los Estados Unidos y Canadá,Beardsley dice que las matrículas en instituciones de educación superior adventista sólo crecieron cerca del 3 por ciento en los pasados cinco años. La infraestructura denominacional establecida hace mucho tiempo está desvaneciéndose en algunas pocas áreas. Los líderes de la educación en Norteamérica dicen que muchas academias construidas en la primera parte de la década de 1960 para incorporar a estudiantes nacidos en la posguerra están disminuyendo en número de asistentes desde su florecimiento. Beardsley señala que la mayoría de las instituciones educativas son fuertes, pero los cambios en la demografía y en la demanda del mercado implican que instituciones una vez florecientes deben disminuir operaciones, y algunas más radicalmente.
Tomemos por ejemplo Atlantic Union College, en Massachusetts, que está a punto de perder su acreditación por razones financieras. Quizá podría volver a surgir exitosamente como institución universitaria básica, dice Beardsley, refiriéndose a la «explosiva» demanda de colegios comunitarios en el país.
«Si la gente no puede o no está dispuesta a pagar, y si ciertas áreas se cierran, debemos considerar en oración lo que el Señor quiere que nosotros hagamos», dijo Beardsley durante una entrevista en su oficina. «Hay otros lugares donde no podemos administrar el crecimiento. No pienso que debamos mantener otras cosas por medio de respiración artificial».
A nivel mundial, sin embargo, la educación superior adventista está creciendo tan rápidamente –alrededor de un 26 por ciento de aumento en la matrícula en los pasados cinco años– que más y más profesores no adventistas son contratados. Cada vez más, ellos están enseñando a estudiantes que tampoco son adventistas.
Si se dan las cosas, cuando el 40 por ciento de los estudiantes no son adventistas, esa es una oportunidad para compartir la misión de la iglesia. Pero lo que define a la educación adventista, dice Beardsley, es quién está enseñando la clase.
Es por eso que uno de los objetivos de ella en su período de servicio es capacitar a los líderes para que continúen integrando la fe con el aprendizaje y aumentar el porcentaje de profesores que son miembros de la denominación.
«Todos nuestros profesores, incluso aquellos que están enseñando en un programa de maestría en administración comercial durante las noches, necesitan entender cómo pueden cumplir propósitos redentores en su instrucción», dice Beardsley.
Adicionalmente, ella quiere aumentar la espiritualidad en los terrenos educativos adventistas, lo cual enfatiza un balance entre el estudio, el trabajo, el servicio y el descanso. Eso podría significar fomentar de alguna manera la influencia de los departamentos de religión y teología en la institución. Los programas están disminuyendo en relación con otras disciplinas en respuesta a las demandas del mercado, y ahora tienen menor influencia en la cultura de una institución educativa, dice Beardsley.
«Necesitamos que esos profesores ejerzan liderazgo e influencia no sólo sobre sus estudiantes, sino también sobre el clima espiritual en toda la institución, dice ella.
Aunque ella busca aumentar la identidad adventista y la espiritualidad en las instituciones denominacionales, Beardsley no está opuesta a exponer a los estudiantes a una variedad de ideas y evidencia, incluso cuando esas cosas estén en conflicto con las creencias oficiales adventistas.
«Eso necesita hacerse, pero en balance con la identidad y la misión adventistas», dice ella. «Necesita ser hecho en el contexto apropiado, en el momento apropiado, y con suficiente apoyo para los estudiantes mientras ellos luchan con problemas intelectuales, tales como el pensamiento científico actual respecto a la edad de la tierra, y cómo reconciliamos eso con nuestra creencia en que Dios es nuestro Creador».
Aún así, ella advierte que tales tópicos deben ser enseñados con «madurez, buen sentido, y prudencia».
«Hay cosas que los académicos hablan entre sí con otros profesores y hay cosas que hablan con los estudiantes de pregrado. Y no es lo mismo… Nunca deberíamos lanzar a los estudiantes frente a los lobos y permitir que el resultado sea la supervivencia del más fuerte».
Llamado al ministerio
Beardsley, de 52 años, habla con fluidez los idiomas inglés y finlandés (ella es mitad finlandesa y mitad japonesa), es profesora y estudiante de mucho tiempo en escuelas adventistas y públicas alrededor del mundo.
Ella tomó el énfasis en teología en sus estudios universitarios en Europa, sin darse cuenta sino hasta su último año que una mujer no podría servir como ministro adventista. Cuando se le preguntó al respecto, ella dice que quedó «en shock» en ese momento, pero que su llamado ahora es a través del ministerio de la educación.
Aún así, ella puso en funcionamiento ese entrenamiento en teología durante dos turnos como capellán de hospital mientras enseñaba y trataba de terminar sus estudios universitarios, lo que ahora forma la sopa de letras detrás de su nombre– Ph.D., MBA, MPH.
Sus cuatro títulos– en educación, negocios, salud y teología– constituyen las cuatro disciplinas más grandes de la actualidad en las instituciones adventistas.
Alcanzando a los estudiantes
Últimamente, Beardsley sirvió como directora asociada de un departamento y editora jefe de Diálogo, una revista que apunta a estudiantes adventistas en instituciones públicas. Allí es donde estudia cerca del 70 por ciento de nuestros estudiantes universitarios en Norteamérica. Y a ella le gustaría tener a más de esos estudiantes en instituciones adventistas.
¿No llenaría eso las instituciones existentes? No fuera de Norteamérica, dice ella.
Su propia carrera ha sido más o menos ayudada por una rotación de escuelas y conexiones en desarrollo –ella llama a eso «capital social».Actualmente, los correos electrónicos a ejecutivos en Indonesia o Paquistán no son malinterpretados por causa de la cultura. La familiaridad y la confianza fue construida en las instituciones hace varias décadas. La denominación funciona sobre ese capital, dice ella.
«Yo le digo a los estudiantes: 'No piensen simplemente en la escuela más cercana a ustedes. Piensen en el mundo'. Mi propia experiencia– dos años en Inglaterra, dos años en las Filipinas, un año y medio en Loma Linda– me dieron una comprensión del mundo que no habría obtenido de ninguna otra forma».
–escríbale a beardsleyL@gc.adventist.org
Traducción: Abraham Guerrero