22 de octubre, 2010. Silver Spring, Maryland, Estados Unidos…Ansel Oliver/ANN

Los edificios de la Iglesia Adventista del Séptimo Día en la región ártica de Alaska, de nuevo, están dotados de personal, después de años de abandono.

Las siete aldeas a donde la denominación envió obreros y construyó iglesias, fueron abandonadas después de congelarse los fondos de reemplazo de voluntarios ministeriales. Esas iglesias en años recientes han sido dotadas de personal, una vez más, una a una. El mes pasado, la última de esas aldeas previamente alcanzadas fue alcanzadas de nuevo cuando una pareja voluntaria de esposo y esposa, manejaron desde su hogar en Alaska central a la aldea de Shungnak para reanudar allá el esfuerzo adventista por llegar a la comunidad.

Aunque los líderes de la iglesia están complacidos por volver a empezar el trabajo en esas áreas, quedan aún más de 220 aldeas sin ningún ministerio adventista. La mayoría son pueblos aislados con poblaciones que oscilan entre 200 y 1,000 personas.

«Esta es una área muy descuidada de la División Norteamericana que no muchas personas conocen. Pero, es un campo misionero aquí mismo», dijo Ken Crawford, presidente de la Asociación Adventista de Alaska con sede en Anchorage.

Crawfor mismo sirvió como ministro en la región ártica de Alaska en 1970. El Círculo Ártico es una línea sobre el globo cerca de 66 grados latitud norte. El lugar en la atmósfera norte de mayor altura significa que hay poca luz en el invierno. Esa situación, los expertos en salud dicen que contribuye al alto porcentaje estatal de ciudadanos que recurren al alcohol, las drogas o aun al suicidio para lidiar con la oscuridad y el aislamiento. A eso se le agrega el frío.

«En el invierno, si la temperatura llega a cero grado (Fahrenheit) nosotros estamos bastante calientes y asoleados», dijo Warren Downs, un pastor adventista laico en Selawik, una aldea de cerca de 850 personas al norte del Círculo Ártico.

Downs, un programador de cómputos de 39 años de edad, mudó su familia en 2006 desde el área metropolitana más importante del estado de Anchorage para ministrar en Selawik. La familia vive en la rectoría conectada a la iglesia de 20 pies por 20 pies, que estuvo vacía por más de 20 años.

Selawik tiene sus altos y bajos como cualquiera aldea de Alaska, y la comunidad, un tanto compacta, no se ha escapado de sus propias tragedias. Downs dijo que una vez hubo dos suicidios y un envenenamiento con alcohol en un lapso de seis semanas.

Ministrar allá ha sido una lucha — la asistencia a la iglesia es baja, la evangelización pública y de puerta a puerta no tiene éxito. Los programas para chicos fueron cancelados por comportamiento pendenciero. Aún así, Downs se hace conocer y la gente sabe que él y su familia están disponibles. Él ayuda con el banco de alimento de la aldea y, con frecuencia, chicos tocan a la puerta de su hogar para una visita a la familia.

La iglesia «no suena mucho», dijo Downs. Los asistentes visten en forma casual y muchos prefieren cantos religiosos de la ruralidad (música religiosa country). La asistencia a la iglesia fue nutrida en sus primeras semanas en el pueblo. «Eran, tal vez, 15, pero después de la novedad de nosotros como recién llegados, la asistencia bajó a cerca de cuatro, a veces cinco», dijo él.

Downs dijo que el éxito futuro de la congregación dependerá de que los locales se encarguen, no sólo personas como él que pasan. Pero, ha sido difícil desarrollar líderes, dijo él.

El esfuerzo de la iglesia adventista del Ártico por llegar a la aldea comenzó en los años de 1930. Produjo chispas, sin embargo, después de reestructurar la administración de la iglesia hace varias décadas. Antes, la iglesia había clasificado el estado como territorio misional, pero en 1982 fue reorganizada la región como asociación — región de congregaciones de sostén propio, tanto en lo financiero como en el liderazgo.

Crawford, actual presidente de la asociación, dijo que el financiamiento del programa para llegar al Ártico se congeló pronto después de la reorganización y, desde entonces, las pequeñas iglesias allá han permanecido mayormente vacías. Dijo que la asociación está ahora en el proceso de volver a clasificar el Ártico como territorio misional.

Al evaluar voluntarios interesados que llaman a su oficina, Crawford dice que prefiere matrimonios — la población nativa es muy orientada a la familia, dice él.

El mes pasado, los recién casados Anthony y Airen Sherman dejaron Delta Junction, su lugar en Alaska central, para reabrir la iglesia y sus rectoría anexa en Shungnak. El edificio necesita ser reparado, pero los vecinos ayudan a proveer insolación a fin de que ellos puedan quedarse durante el invierno.

Anthony Sherman, de 24 años, estudia aún para certificarse como consejero en Abuso de Substancias. Se apartó de la iglesia en su primera juventud, pero regresó después de ayudar en un programa misionero para chicos que se extendió por una semana en Shungnak hace tres años. «Eso me impactó bastante», dijo él.

Tres años más tarde ha regresado, esta vez, para trabajar tiempo completo.

«Hay una cantidad de aldeas donde no tenemos personas con voluntad de ir a ellas», dijo Sherman. «Alguien debe estar haciendo esto».

Para más información, visite el sitio de Internet de Alaska Conference en, http://www.alaskaconference.org/.

Traducción: Aleida Romero

Image by ANN. Cortesía de Alaska Conference

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