13 de diciembre de 2012 Ulán Bator, Mongolia…Sarah Deblois y Ansel Oliver/ANN
El Territorio de la Misión de Mongolia de la Iglesia Adventista del Séptimo Día adquirió cinco nuevas propiedades este año, lo que posiciona a la aún naciente iglesia en la región para que expanda sus servicios comunitarios e infraestructura eclesiástica.
La denominación, que solo se estableció en la era moderna en el país a comienzos de la década de 1990, ahora cuenta con 24 congregaciones y cerca de dos mil miembros. Gracias al apoyo internacional, a recientes inversiones de capital en tierras, a los nuevos templos y a los planes de centros comunitarios, la iglesia está preparada para dar curso a planes misioneros más significativos y, esperan los directivos de la iglesia, el crecimiento de la feligresía.
Esto llega en el momento justo, afirman. El costo de vida está comenzando a subir, a medida que la nación se embarca en el auge minero de sus recursos naturales, que aún no han sido explotados.
“Mongolia tiene un futuro brillante, pero creemos que si no aprovechamos esta oportunidad de establecer nuestra institución educativa y nuestros centros de salud, dentro de un tiempo podría ser demasiado tarde”, dijo Elbert Kuhn, director de este territorio eclesiástico con sede en Ulán Bator, la capital del país.
Kuhn dijo que la Misión de Mongolia está planificando construir hasta quince centros comunitarios en el país durante los próximos cuatro años.
“La iglesia tiene que ser relevante no solo para sus miembros, sino también para la comunidad”, dijo Kuhn. “Queremos hacer una diferencia en el lugar donde estamos establecidos”.
Las actividades de evangelismo están poco a poco dando sus resultados. Una ceremonia de dedicación de una iglesia adventista en la provincia de Övörkhangai en octubre pasado marcó la primera vez que una congregación adventista fue organizada de manera oficial en el país en los últimos ocho años. Y el mes próximo, se espera completar y también dedicar la iglesia adventista Maravillosa Gracia, en la capital del país.
Este año, el campo misionero adquirió un terreno de seiscientos metros cuadrados en la provincia de Khentii, al este de la capital, y otro lote de quinientos metros cuadrados en la provincia de Arkhangai, al oeste de la misma ciudad. El territorio también adquirió un terreno y un edificio en Erdenet City, que es la segunda ciudad más populosa del país y la que cuenta con la mayor adquisición per cápita. La ciudad alberga a varias fábricas de importancia y es un centro de la minería del cobre.
La obra adventista entre el pueblo de Mongolia se inició en 1926 gracias a la obra de misioneros rusos que operaban desde Manchuria (China), según explica la Enciclopedia Adventista. Unos pocos años después, un misionero estadounidense trabajó para establecer la sede de una misión y una clínica. A fines de la década de 1930 regresó a los Estados Unidos, y más tarde, la Segunda Guerra Mundial impidió continuar con la obra en la región.
La obra adventista no fue restablecida en Mongolia hasta comienzos de la década de 1990, después de que llegara el fin del gobierno socialista, lo que significó la apertura del país a la expresión religiosa. Un grupo de voluntarios del ministerio de apoyo Adventist Frontiers Mission llegó a Mongolia en 1990, y el Territorio de la Misión de Mongolia de la Iglesia Adventista del Séptimo Día fue organizado formalmente en 1997 bajo la administración de la División de Asia Pacífico Norte.
El cristianismo es relativamente nuevo en Mongolia. Alrededor de la mitad de la población del país es budista y más de un cuarto dice ser atea. También están muy difundidas las creencias del chamanismo. A pesar de ello, en Mongolia, la sociedad actual es en gran medida secular, dijo Kuhn. Durante los años de influencia soviética, el gobierno llevó adelante campañas para disuadir a los jóvenes de la región de que participaran en actividades religiosas. Esa influencia aún está presente en el país, dijo.
Kuhn, que tiene 43 años, trabajó para la iglesia en Mongolia entre 2003 y 2009 antes de regresar a Brasil, de donde es originario. En enero, mientras trabajaba como secretario asociado de la Asociación Ministerial de la División Sudamericana, recibió un llamado para regresar y servir como director de la iglesia en Mongolia.
Gran parte de los recientes desarrollos e inversiones, dijo Kuhn, son resultado de un trabajo conjunto entre la misión que preside y la Unión Australiana de la Iglesia Adventista. La nueva iglesia de Munkhinn Geree fue construida en gran medida sobre el fundamento de los cinco años de trabajo de un grupo de voluntarios de la Asociación de Australia Occidental. A partir de 2006, ese territorio envió grupos de voluntarios que construyeron lugares de juegos para niños, organizaron deportes para los jóvenes y presentaron charlas de salud y estudio de la Biblia.
En la iglesia de Munkhinn Geree hay una asistencia semanal de unas sesenta personas, pero el templo tiene lugar para albergar a ciento veinte.
Kuhn dijo que un constructor australiano se está ofreciendo como voluntario para ayudar a construir los futuros centros comunitarios, con financiación adicional de parte de los donantes.
Un paso futuro en el desarrollo de ese territorio sería entregar el liderazgo a mongoles nativos, dice el brasileño Kuhn. Su predecesor fue un australiano.
“Queremos hacer lo mejor que podamos para fortalecer a la iglesia, por medio de la preparación de líderes locales que puedan hacerse cargo ellos mismos de la iglesia tan pronto como sea posible”, concluyó.
Traducción de Marcos Paseggi