Sept 12, 2013 Berlin, Germany…Corrado Cozzi/ANN staff

Un hospital adventista de Berlín se asoció con una fundación establecida por una exmodelo, e inauguró esta semana un nuevo centro para ayudar a restaurar a las víctimas de la mutilación genital femenina, un ritual cultural en partes de África y Asia.

FLa ex modelo Waris Dirie se dirige a la audiencia el pasado 11 de septiembre en la ceremonia de apertura del Centro Flor del Desierto, en el Hospital Adventista de Berlín. El centro es la primera clínica en cooperación con su Fundación Flor del Desierto, que crea conciencia sobre la mutilación genital femenina. Imágenes de Corrado Cozzi

El Hospital de Berlín, conocido como el Krankenhaus Waldfriede, inauguró el Centro Flor del Desierto en cooperación con la “Fundación Flor del Desierto”, que se inició gracias a la modelo somalí Waris Dirie.

Dirie, quien fue víctima de la mutilación genital femenina a los 5 años, es una activista internacional que estableció la fundación para crear conciencia sobre el ritual. Su libro “Flor del desierto”, publicado en 1997, fue transformado en una película en 2009.

En la ceremonia de apertura del miércoles, trescientos asistentes observaron una porción de la película que representa la mutilación de Dirie.

“Cuántas niñas pequeñas son víctimas de tanto sufrimiento”, dijo Dirie en la ceremonia. “Aun a pesar de todas esas lágrimas, me siento verdaderamente feliz de sentarme aquí. Cuando veo el cartel que dice: ‘Centro Flor del Desierto’, creo en la verdad”.

Dirie huyó de su hogar en Somalia cuando era adolescente, sobreviviendo una travesía de días por el desierto sin alimento ni agua. Tiempo después llegó a Londres, donde trabajó en McDonald’s y estudió inglés en clases vespertinas. Se convirtió en una súper modelo, llegando a ser la primera modelo negra de Oil of Olay. En 1996 abandonó la carrera del modelaje y, desde entonces ha escrito cinco libros.

La mutilación genital femenina es practicada en casi treinta países de África y Asia. Las jovencitas sufren la extirpación total o parcial de sus órganos sexuales como parte de una tradición de entrada a la edad adulta.

La mutilación genital femenina a veces es vista como un símbolo de estatus y algunos dicen que controla la sexualidad y promueve la castidad. En ocasiones produce infecciones, dolores crónicos e infertilidad. Las Naciones Unidas prohibieron la práctica el año pasado. La Organización Mundial de la Salud estima que unos 150 millones de mujeres son víctimas de esta práctica.

Se espera que el Centro Flor del Desierto, en el Hospital Adventista de Berlín, atienda a entre cincuenta a cien mujeres por año.

Dirie, de 48 años, dijo que su fundación planea establecer otros Centros de Flor del Desierto en diversas partes del mundo, en especial en África.

Otro orador en el evento fue el doctor Pierre Foldés, el médico francés que se asoció con el doctor Jean-Antoine Robein para inventar una técnica quirúrgica para reparar los daños causados por esa práctica. Hasta el momento ha operado a cuatro mil mujeres.

Otras víctimas de la mutilación genital femenina asistieron a la ceremonia, incluidas dos mujeres que pronto se convertirán en las dos primeras pacientes del centro. Los directivos del hospital dijeron que probablemente el centro atienda de cincuenta a cien mujeres por año.

La doctora Gabriele Halder, que es ginecóloga, dijo que se necesita mayor conciencia sobre esta práctica aun en los países donde no se practica. Las mujeres de esas culturas siguen siendo tratadas con las tradiciones de sus países natales aun cuando viven en Occidente.

“Después de la muerte de sus esposos, las mujeres a menudo son mutiladas otra vez para que puedan volver a casarse”, dijo Halder. “Hay que poner fin a esto, aun en Europa”.

Denise Hochstrasser, directora de Ministerios de la Mujer de la División Intereuropea de la Iglesia Adventista, con sede en Berna (Suiza), dijo que el nuevo centro ayudará a restaurar a las víctimas para que sean como Dios las creó.

“Cuando las mujeres han perdido parte de sus cuerpos por causa de malentendidos, tradiciones, prácticas incomprensibles, delitos y abusos, si podemos hacerlo, es nuestro deber ayudarlas a recuperar todo lo que sea posible para que puedan vivir una vida normal, así como Dios quiso que fueran desde el principio”, dijo Hochstrasser.

“Nos sentimos felices porque un hospital adventista ha tomado la decisión de colaborar con un tema que en tantos países sigue siendo tabú”, dijo. “Tenemos que hablar en nombre de esas mujeres; tenemos que informar toda vez que podamos”.

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