3 de febrero de 2014 – Soyapango, San Salvador, El Salvador…Gustavo Menéndez/DIA
Miles de personas aprendieron a leer y escribir gracias a los esfuerzos continuados de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, los voluntarios de la iglesia en El Salvador, y la iniciativa «Hope for Humanity».
Más de 2500 personas mostraron sus certificados de finalización del curso, sosteniéndolos sobre sus cabezas, como parte de una celebración especial llevada hace poco en el Auditorio Don Bosco, en Soyapango, San Salvador, El Salvador.
Angélica Paniagua, Coordinadora Nacional de Alfabetización del Ministerio de Educación de El Salvador, celebró los esfuerzos de la Iglesia Adventista por su trabajo conjunto y su compromiso para ofrecer cursos de alfabetización en cientos de comunidades de este país centroamericano.
«No tengo palabras para expresar nuestra gratitud en nombre del Ministerio de Educación de El Salvador a «Hope for Humanity» y a la Iglesia [Adventista] por ellos son nuestros principales socios en el proceso de erradicar el analfabetismo en el país», dijo Paniagua.
«Gracias a vuestra ayuda, al trabajo conjunto con el gobierno y otras instituciones, hemos logrado disminuir la tasa de analfabetismo a comienzos de este año del 17 al 13 por ciento», dijo Paniagua.
«La celebración del día fue un momento para agradecer a los cientos de voluntarios que semana tras semana se comprometen con enseñar a leer a otras personas, justo en el momento en que las Naciones Unidas observan el Día Internacional del Voluntario el 5 de diciembre de cada año.
Durante su mensaje, Maitland DiPinto, de Hope for Humanity en la División Norteamericana, dijo sentirse emocionado de ver los frutos del trabajo de tantos voluntarios.
“Estoy tan impresionado con el compromiso de los voluntarios que invierten más de dos horas por día, cuatro veces por semana, ocho meses al año, y que entonces comienzan el ciclo una vez más al año siguiente para ayudar a transformar vidas», dijo DiPinto. «Esto no es casualidad, sino que es un compromiso real».
“Los voluntarios no solo han sido una bendición para la gente de su clase, sino que también han crecido y desarrollado sus capacidades para el liderazgo, y además han experimentado la satisfacción y el gozo que produce cambiar la vida de tanta gente», explicó DiPinto.
La alfabetización es un proceso transformador en la vida, enfatizó DiPinto. «La persona que aprende a leer y escribir tiene una nueva visión de la vida, una nueva perspectiva».
Wally Amundson, director de la Agencia Adventista de Desarrollo y Recursos Asistenciales (ADRA) en Interamérica, quien ha estado supervisando los programas de alfabetización en todo el territorio de la División Interamericana (IAD) en México, América Central, República Dominicana y Haití, dijo que era el grupo más grande de personas que se graduaron en un solo evento llevado a cabo por la Iglesia Adventista en Interamérica.
“Estamos entusiasmados, porque estos grupos de alfabetización en diferentes comunidades de El Salvador son como un trampolín que integra a las personas en el sistema educacional, ayudándolos a obtener un diploma de estudios secundarios y a buscar la aprobación de un examen nacional», explicó Amundson.
Según Juan Pablo Ventura, director de ADRA El Salvador, ya se ha certificado a más de seis mil personas en los más de 650 círculos de alfabetización a cargo de más de 520 voluntarios.
«El significativo logro del programa es el trabajo conjunto entre ADRA El Salvador y la iglesia», dijo Ventura. «Ha sido un desafío vincular ambos y permitir que la comunidad sepa que ADRA no es solo una agencia que viene a ayudar cuando se produce una catástrofe, pero una que puede ser vista como una organización que puede capacitar a la iglesia para que cumpla su responsabilidad social», explicó.
Según Ventura, el Ministerio de Educación de El Salvador está comprometido a brindar materiales, capacitación y personas acreditadas para los proyectos de alfabetización.
El pastor Abel Pacheco, presidente de la Iglesia Adventista en El Salvador, se siente feliz de ver que la iglesia haya incorporado por primera vez programas de este tipo para la comunidad.
«Este tipo de servicio a la comunidad nos ha permitido establecer vínculos y ser conocidos por las comunidades, las agencias del gobierno y los organismos privados, como gente que se preocupa por el prójimo», dijo el pastor Pachecho.
Entre los que se graduaron del programa de alfabetización se encuentra Fermín Requeno, alcalde del distrito municipal San Juan de la Reina, en el estado de San Miguel. «Saber leer y escribir ha cambiado mi vida», dijo Requeno. Requeno se encuentra ahora entre los principales promotores de la educación en su comunidad.
La graduanda María Elena González, de 70 años, trabaja en un servicio de lavandería en un centro médico en el distrito municipal de Apopa, y estuvo entre un grupo de 22 personas que asistieron al círculo de alfabetización llevado a cabo allí.
«Mi familia era muy pobre, por lo que no pude educarme», dijo González. «Me sentía tan mal cada vez que iba al banco a cobrar un cheque porque no sabía escribir mi nombre, de manera que decidí hacer un esfuerzo para aprender a leer y escribir».
Carlos Oswaldo Arevalo, de 32 años y quien trabaja en una compañía de distribución de gas propano, estuvo también entre los graduandos. Arévalo solo había completado el primer grado, y siempre le había resultado difícil encontrar trabajo. «Jamás pude encontrar un trabajo mejor pago, y mucho menos uno de tipo más profesional», dijo Arévalo. «Mis compañeros de trabajo se reían de mí, y me hacían sentir mal. Ahora ya nadie se ríe de mí y mi jefe confía en que yo puedo hacer todo el papeleo al igual que él».
Cada uno de los graduandos recibió una flamante Biblia.
La erradicación del analfabetismo en el territorio aún está muy presente en la mente de los líderes de la iglesia, dijo Amundson.
Aunque las estadísticas varían de país a país, dijo Amundson, Guatemala, Nicaragua y Honduras han visto un descenso marcado de los índices de analfabetismo. «Queremos explorar todas las posibilidades para alcanzar a la población analfabeta dentro de la iglesia y también en la comunidad», añadió.
Hasta la fecha, Hope for Humanity ha financiado programas de alfabetización en nueve países de la División Interamericana. Entre los 3,6 millones de miembros del territorio, se estima que hay varios cientos de miles de feligreses que no saben leer ni escribir.
«La alfabetización es un desafío para la Iglesia Adventista de Interamérica y de otras partes del mundo», dijo DiPinto. «Decimos que somos el pueblo de la Palabra, pero hay millones de miembros de iglesia en todo el mundo que no saben leer la Biblia o las lecciones de Escuela Sabática”.
La alfabetización es algo sobre lo cual la iglesia tiene que hablar, siguió diciendo DiPinto. «Tiene que ver con transformar la vida de las personas». El analfabetismo «no es fácil de ver porque la gente lo esconde, y tenemos que sensibilizar a nuestros miembros de iglesia para que lleguen a ser una bendición para las personas de la comunidad que no saben leer ni escribir».
Eso es exactamente en lo que Hope for Humanity y la iglesia han tenido éxito, dijo Amundson. «Hope for Humanity es la catalista que ayuda a que este programa de alfabetizaación mejore y se expanda».
«Por supuesto, la alfabetización es un gran desafío en Interamérica y en otros lugares del mndo, pero estamos haciendo algo al respecto», añadió Amundson.
La División Interamericana quiere implementar más programas basados en las iglesias, dijo Amundson. «Estos programas de alfabetización que están a cargo por la iniciativa y la participación de los miembros de iglesia hacen que el programa tenga éxito porque existe una infraestructura disponible que reúne a diversos ministerios de la iglesia para que estos formen grupos de voluntarios».
El pastor Pacheco dijo que la iglesia de El Salvador se ha propuesto el objetivo para 2014 de que cada una de sus 930 iglesias adventistas sea un círculo de alfabetización en sus comunidades.
Hasta el momento, los círculos de alfabetización en El Salvador cuentan con 175 facilitadores, que se reúnen con sus estudiantes en hogares e iglesias, además de cinco coordinadores regionales y coordinador nacional.
«Hope for Humanity» es el nombre designado por la División Norteamericana para los programas anuales de recolección en sus iglesias. La iniciativa financia programas de alfabetización en muchos países del mundo, como por ejemplo la India. Desde el año 2000, más de cien mil personas han aprendido a leer y escribir gracias a la labor de más de diez mil voluntarios.
«Hope For Humanity» es el nuevo rostro de uno de los ministerios más extensos y efectivos en la historia del adventismo, lo que solía llamarse «Campaña de recolección». Durante más de un siglo, los adventistas han llegado a sus comunidades para tomar parte en apoyar el ministerio compasivo de Cristo.
Si desea más información sobre «Hope for Humanity», visite Hope4.com
Traducción de Marcos Paseggi