20 de marzo de 2014 – Adventist Review/ANN…Ciudad del Cabo, Sudáfrica

Un panel compuesto por tres adventistas que vivieron estilos de vida homosexual relató sus historias en la última noche de la cumbre de la Iglesia Adventista sobre sexualidad, analizando cómo se han alejado de la actividad homosexual.

Un panel de tres adventistas que en el pasado vivieron estilos de vida homosexuales se dirigieron a los presentes de la cumbre de la Iglesia Adventista sobre sexualidad. De derecha a izquierda: Ron Woolsey, Virna Santos, Wayne Blakely. A la izquierda se encuentra Bill Knott, editor de la Adventist Review, quien moderó el panel. Imagen de Ansel Oliver

Los presentes pudieron escuchar a Ron Woolsey, que es pastor adventista y fundador de «Ministerio Senda Estrecha», Virna Santos, presidenta del ministerio «Al contemplar su amor», y Wayne Blakely, fundador de «Ministerio Conocer su Amor». La Iglesia Adventista mundial está llevando a cabo esta semana la cumbre «A imagen de Dios: Las Escrituras, la sexualidad y la sociedad» en el Centro Internacional de Convenciones de Ciudad del Cabo.

«Esta noche estamos aquí para escuchar testimonios», dijo el moderador del panel Bill Knott, editor de la Adventist Review. «Estamos aquí para escuchar a creyentes que contarán sus historias de cómo Dios los ha redimido».

Knott invitó a los panelistas a compartir sus experiencias en varias etapas diferentes de su vida.

Woolsey dijo que creció en un «buen hogar adventista», pero que un amigo de la familia abusó de él cuando era niño. Desde entonces, sintió que cada vez le atraían más las personas del mismo sexo. Mientras asistía  a una universidad adventista, comenzó a tener citas con mujeres y finalmente contrajo matrimonio, pensando que el matrimonio sería la solución a su identidad y relaciones problemáticas. No obstante, cuando su joven esposa descubrió poco tiempo después sus relaciones continuas con otros hombres, el matrimonio pronto se disolvió.

Desde de más de 15 años en diversas relaciones homosexuales, Woolsey regresó a la fe de su niñez y a una relación con Cristo mediante la lectura de la Biblia y los escritos de Elena G. White, una de las cofundadoras de la Iglesia Adventista. «Comencé a leer El camino a Cristo con un cigarrillo en una mano y un martini junto a mí», destacó irónicamente. «Para el capítulo 5, ya había dejado el cigarrillo».

Woolsey fue rebautizado, y pronto comenzó a contar su historia de recuperación en iglesias de los Estados Unidos. Ahora ya casado por 21 años, es padre de cinco hijos, y pastor ordenado de la Iglesia Adventista en la Asociación de Arkansas-Louisiana.

Para Wayne Blakely, el rechazo a edad temprana por parte de su madre, que había querido una niña, pronto lo llevó a buscar a otros hombres. Fue colocado en varios hogares adoptivos, y criado por una sucesión de parientes que notaron su conducta y lo enviaron a psicólogos y pastores para que lo aconsejaran.

A los 18 años fue invitado por un amigo de la universidad a unirse a la comunidad homosexual, donde Blakely dice que halló una aceptación que antes no había encontrado. «Allí fue que renuncié a Dios», dice.

A esto le siguieron más de treinta años de múltiples compañeros sexuales y uso de drogas. Blakely vio que cuarenta de sus amigos homosexuales sucumbían a la epidemia del HIV/SIDA.

Una serie de providencias divinas lo trajo de regreso a la fe, dijo Blakely, entre ellas, las oraciones de amigos que no habían renunciado a él. En su juventud, Blakely dijo que había elevado la oración: «Dios, hazme heterosexual». Al mirar hacia atrás, ahora se da cuenta de que el cambio de orientación no era el objetivo, sino llegar a conocer a Cristo como su Salvador.

Santos cree que su travesía al lesbianismo está arraigada en una situación familia disfuncional. Santos, que fue víctima de abuso sexual cuando era niña, expresó: «Nadie me dijo que [el abuso] no era mi culpa», dijo.

La familia de Santos se unió a la Iglesia Adventista cuando ella aún era adolescente, pero ella luchó con la atracción hacia otras mujeres durante la universidad, y mantuvo una relación lésbica secreta. Se mudó entonces a San Francisco, y se convirtió en una activista política de los derechos de los homosexuales, y afirma que fue la primera en adoptar bajo la ley AB25 del estado de California, que permitió que las parejas del mismo sexo adopten niños. La dramática desilusión para la comunidad homosexual que acompañó la sanción de la Proposición 8, que ya no permitía matrimonios homosexuales, le produjo una crisis.

Un renovado interés en el adventismo estuvo acompañado por una serie de profundas experiencias espirituales personales que destacaron para Santos la importancia de la enseñanza de la iglesia sobre el significado y la relevancia del santuario celestial. Al comprender por primera vez que Jesús era su Abogado, comenzó a revaluar la vida que tenía.

Un sábado de mañana, el momento de la Santa Cena llegó a ser el punto de inflexión para Santos, quien recuerda su asombro de que la esposa del pastor lavara los pies de una orgullosa lesbiana.

Knott, moderador del panel, formuló la pregunta si las historias de los panelistas podían ser consideradas típicas: «En semanas recientes, se ha levantado un número de voces para cuestionar la autenticidad de este evento porque los organizadores decidieron escuchar básicamente de los que ya no son homosexuales practicantes. ¿Qué respuesta darían a esos comentarios»

Woolsey respondió: «Todos hemos estado allí. Hemos estado donde ellos están. Toda nuestra vida dimos los mismos argumentos, y hemos salido de ello. Hemos aprendido a poner primero a Dios, no al yo».

Santos dijo que ella compartió con sus amigas lesbianas la historia de su conversión, diciendo: «He tenido una experiencia con Jesucristo y ya no soy lesbiana. Pero no soy mejor que tú». Recuerda que una pareja de una amiga le dijo: «Me alegro por ti. Lo puedo ver en tu rostro. Has hallado el amor de tu vida».

Santos recordó a los delegados: «No somos mejores que ellos». Dijo que es amiga de muchos que escribieron para expresar su preocupación respecto de la cumbre: «Dios se basa en una relación. Él me persiguió […]. Tengo fe de que aun mis amigas pronto estarán golpeando a nuestra puerta».

La sesión de noventa minutos concluyó con preguntas escritas de parte de los delegados. Se preguntó si los panelistas aún se consideraban homosexuales; cómo debería tratar la iglesia a los individuos que se sienten atraídos por personas del mismo sexo, y a los practicantes; y la naturaleza de los ministerios en los cuales sirven ahora los panelistas. Con frecuentes interrupciones por los aplausos de la concurrencia, los tres continuaron describiendo el poder transformador de Cristo como la causa de sus nuevas vidas.

«Hemos visto y oído lo que es el valor esta noche», concluyó Knott. Ante los persistentes aplausos de la audiencia, añadió: «Expresemos nuestro aprecio a los que han compartido con nosotros sus testimonios de redención».

Traducción de Marcos Paseggi

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