22 de junio de 2015 | Silver Spring, Maryland, Estados Unidos | Bettina Krause

Imagen por cortesía de Ganuone Diop/ANN

Los aprietos que pasan los encarcelados por su fe debería ocupar un lugar más destacado en la agenda de las agencias internacionales de control y la Iglesia Adventista, dice el doctor Ganoune Diop, enlace de la Iglesia Adventista mundial con las Naciones Unidas.

Diop efectuó sus comentarios al regresar de Ginebra, Suiza, donde representó a la Iglesia Adventista ante el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, que comenzó una sesión de tres semanas el pasado 15 de junio en el Palais des Nations. Mientras estuvo allí, Diop asistió a reuniones y paneles de discusión claves, y se reunió con Heiner Bielefeldt, el Observador Especial de las Naciones Unidas sobre libertad de religión o creencias.

Diop, que asiste periódicamente a los encuentros de las Naciones Unidas en Ginebra y Nueva York, dice que, en general, el tema de la libertad religiosa tiende a ser tratado como uno de los derechos humanos menos importantes, como el «hermano menor» de esos derechos.

«A pesar de ello, la libertad religiosa es esencial, y está interconectada con todos los demás derechos humanos», dice Diop. «Un estado que respeta el derecho de un individuo de mantener, practicar o cambiar sus creencias religiosas, es un estado que es muy probable que proteja la dignidad humana de otras maneras también. Los derechos humanos no pueden ser separados de manera artificial, porque todos ellos están interconectados».

Los prisioneros de conciencia fueron el foco de una de las reuniones en Ginebra donde estuvo Diop. Aparte de los casos ocasiones de alto perfil, dice Diop, la tragedia de hombres y mujeres que están en prisión por cuestiones religiosas recibe relativamente poca publicidad.

«Esto tiene que cambiar», añade Diop. «Hoy día, en muchos países –en Oriente Medio o el Asia central, por ejemplo– las minorías religiosas enfrentan sanciones legales simplemente por practicar su fe o compartirla con otros. Jamás debemos olvidar a nuestros hermanos y hermanas, que pagan un terrible precio por mantenerse fieles a su conciencia».

Diop dice que el departamento de Asuntos Públicos y Libertad Religiosa de la Iglesia Adventista mundial está buscando maneras de establecer un mejor sistema de seguimiento de los miembros de iglesia que sufren prisión injusta, y de coordinar una respuesta apropiada. Señala la dura experiencia de dos años de Antonio Monteiro, un pastor adventista de Togo, como ejemplo de la manera en que los prejuicios religiosos pueden complicar los procedimientos legales. Monteiro estuvo encarcelado bajo una acusación espuria de «conspiración para cometer homicidio», pero en último término fue exonerado.

El Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas continuará su trabajo hasta el 3 de julio. Zeid Ra’ad Al Hussein, el Alto Comisionado de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, abrió la sesión con una visión general de los temas acuciantes actuales. Nombró la situación de los inmigrantes que tratan de escapar de la pobreza, la guerra, o la represión para hallar una vida mejor en Europa, el sudeste asiático y Australia. También se refirió a la crisis de Siria, el surgimiento del extremismo violento en diversas partes del mundo, y el desafío de proteger y promover los derechos de las mujeres. Según el Alto Comisionado, el mensaje básico de la Declaración Universal de los Derechos Humanos es: «Los estados deben justicia a sus pueblos, igualdad y dignidad, bajo el imperio de la ley».

Traducción de Marcos Paseggi

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