24 de noviembre de 2015 | Miami, Florida, Estados Unidos | Libna Stevens/DIA
La Agencia Adventista de Desarrollo y Recursos Asistenciales (ADRA) en la División Interamericana (DIA) celebró sus progresos a lo largo y a lo ancho del territorio eclesiástico durante una junta reciente que marcó el cierre del quinquenio.
Los principales líderes de la Iglesia Adventista felicitaron a ADRA Interamérica por su labor, y a su director saliente, Wally Amundson, por su labor fundamental en el trabajo conjunto durante catorce años con el programa de recolección de la División Norteamericana, «Hope for Humanity», que busca incrementar el alfabetismo.
Los líderes también celebraron la colaboración durante 17 años con la Universidad de Loma Linda y su Equipo de Atención Psicológica, que ofrece capacitación y respuestas en caso de emergencias psicológicas en toda la División Interamericana.
“La obra de Amundson en la DIA nos remonta unos 23 años cuando comenzó en las oficinas de la sede central», dijo Filiberto Verduzco, tesorero de la Iglesia Adventista en Interamérica y presidente de la Junta de ADRA Interamérica. «Su extenso servicio a la iglesia no tiene comparación alguna».
El legado de Amundson incluye la transformación de miles de miles de personas que ahora pueden leer en diversos lugares de Nicaragua, Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Haití y la República Dominicana.
Hay centros y grupos de alfabetización que siguen operando en iglesias y escuelas, y que son coordinados por voluntarios que son miembros de iglesia y de la comunidad, gracias a los fondos que nos han llegado cada año desde «Hope for Humanity».
Hasta el momento, más de sesenta mil personas de Interamérica han completado cursos de alfabetización, dijo Maitland DiPinto, director de participación comunitaria y Servicios Comunitarios Adventistas en la División Norteamericana. «El impacto de la iniciativa de alfabetización para los que aprenden a leer es tan valioso que esa nueva capacidad es transformadora no solo para ellos sino para sus familias», dijo DiPinto.
El beneficio no tan obvio del programa ha sido crear mayor capacidad dentro de los laicos, o miembros de iglesia, para que cultiven habilidades de liderazgo en la misión, añadió.
Y llega más allá de los alcanzados, concuerda Amundson. «El Programa de Alfabetización de ‘Hope for Humanity’ ha ayudado a que la Iglesia Adventista de Interamérica desarrolle una iniciativa para hacer frente al analfabetismo en sus propios países y entre sus propios miembros y, como resultado, la iglesia se encuentra ahora en la vanguardia de programas de alfabetización en países como Nicaragua, El Salvador, Honduras y la República Dominicana», explicó Amundson.
«Estamos agradecidos de que la División Norteamericana y ‘Hope for Humanity’ hayan decidido mirar más allá de sus fronteras, y establecer sociedades significativas con miembros de iglesia y de la comunidad, en otros países, para crear mecanismos simples pero durables en pro de cambios duraderos», añadió Amundson.
En Nicaragua, por ejemplo, lo que comenzó como un modesto proyecto de alfabetización se ha expandido y en el presente cientos de personas que han completado los cursos se han convertido en voluntarias de capacitación el alfabetización en sus propias comunidades, dijo Amundson. «Esto confirma que la iglesia es el mejor vehículo para alcanzar a la comunidad con beneficios que dan vida».
La junta agradeció a DiPinto, que habló por videoconferencia, por su compromiso y dedicación a los programas de alfabetización.
Las respuestas ante situaciones de catástrofe también ha sido una parte importante a la hora de brindar asistencia y orientación a decenas de islas y países azotados por las tormentas tropicales, huracanes sismos en el territorio de la DIA durante muchos años, dijo Amundson. «Vivimos en medio de una región del mundo propensa a las catástrofes naturales».
«En los días que siguieron al Huracán Mitch en América Central en 1998, se hizo aparente que se necesitaban primeros auxilios psicológicos y consejería para las poblaciones de Honduras y Nicaragua», explicó Amundson. ADRA Interamérica y la Universidad de Loma Linda formaron una sociedad para responder a las necesidades de las víctimas, al ofrecerles una intervención directa por medio de la coordinación de profesionales de salud mental voluntarios, tanto locales como expatriados.
«Las sesiones de capacitación de seguimiento en muchos países de la DIA ahora han establecido equipos de intervención en salud mental a nivel nacional, que están listos para el rápido envío de ayuda a las zonas afectadas», dijo Amundson.
Esa capacitación solo se hizo posible gracias al trabajo conjunto con el equipo de primeros auxilios psicológicos dirigido por Beverly Buckles, decana de la Escuela de Salud Conductual, directora del departamento y profesora de trabajo y ecología social.
Buckles habló a los miembros de la junta sobre la clara misión por la cual se estableció el equipo: Desarrollo de una capacidad sustentable por medio del servicio, intervenciones clínicas, educación e investigación. Buckle añadió que las mejores prácticas en intervención usadas incluyeron Primeros Auxilios Psicológicos, Modelos de Resiliencia Comunitaria, Modelos de Resiliencia ante Situaciones Traumáticas, y Currículos Especiales Pre y Post Catástrofes en Seguridad Infantil, Adultos Mayores y Poblaciones Especiales.
Se ha brindado capacitación e intervenciones en quince países, así como 21 intervenciones clínicas y educacionales y 1700 servicios directos e indirectos. Asimismo, se capacitó a 1364 participantes en toda Interamérica, informó Buckles.
“Interamérica es el territorio donde más hemos capacitado a la gente», dijo Buckles. Representa básicamente alrededor del cincuenta por ciento de toda la capacitación que ofrecemos en el mundo, añadió.
La capacitación más grande se produjo después del devastador sismo que se cobró la vida de más de trescientas mil persona en Haití en 2010, dijo Buckles. El equipo de Loma Linda había capacitado a sesenta trabajadores sociales y psicólogos en Haití en 2004, después de devastadoras inundaciones. Cuando el equipo de Loma Linda llegó a Haití unas semanas después del sismo, hallaron que todos los capacitados habían muerto, con excepción de un médico que no se encontraba en Haití al momento del sismo, explicó.
«Llevamos nuestros programas de bienestar y capacitamos a personas de la iglesia. La mayoría eran laicos. Fue emocionalmente devastador, pero tuvimos que trabajar con lo que teníamos disponible en Haití», explicó Buckles.
Los que el equipo de Loma Linda considera un equipo completa se encuentra en Trinidad, dijo Buckles. En 2009, se capacitó a un equipo de 24 individuos para que respondieran en situaciones de emergencia en las Antillas del Caribe. Este septiembre pasado, Dominica se vio devastada por la Tormenta Tropical Erika, y los miembros del equipo usaron la capacitación recibida y brindaron intervenciones en salud mental para las personas desplazadas después de que quedaron sin hogar.
La creación local de un equipo de atención en situaciones traumáticas siempre fue el objetivo del equipo de Loma Linda, dijo Buckles. «Desde el comienzo nos dimos cuenta de que no había manera en que el equipo de Loma Linda pudiera llegar con la suficiente presteza, porque la salud mental no es un componente médico que se toma en cuenta en situaciones de catástrofe», dijo. «La atención física médica sí lo es, y nosotros esperamos a que se limpien los caminos, pero esto significa que todo puede retrasarse, y los individuos capacitados que viven en la zona saben cómo planificar».
Buckles dijo que el equipo de Trinidad está tan comprometido y abierto a seguir aprendiendo y creando mayor capacidad que es la clase de equipo que se podría solicitar que viaje a cualquier lugar del mundo para capacitar e intervenir de ser necesario.
La creación de más equipos locales es la clave para garantizar la clase de intervención que se necesita cuando surge una situación de emergencia, dijo Buckles. «Queremos también tomar esta capacitación desde el punto de vista profesional, y llevarla al nivel de los laicos con la prevención y la intervención temprana al brindar capacitación y hacer que cada miembro participe, así como está solicitando la iglesia mundial», dijo Buckles.
El trabajo conjunto con el equipo de Loma Linda ha sido tan valioso, junto con los coordinadores de ADRA y los miembros de iglesia voluntarios, que conforman un equipo permanente que brinda asistencia a la comunidad aun a pequeña escala, día a día», dijo Amundson.
ADRA Interamérica reconoció a Beverly Buckles dándole un presente especial por su liderazgo y trabajo en la División Interamericana.
Entre los muchos proyectos que ADRA ha generado a lo largo de los años, se encuentra el proyecto de costura para madres solteras de México; programas de microcréditos para mujeres cabezas de familia en Honduras; capacitación personal y habilidades que pueden promocionar las personas desplazadas, la mayoría de las cuales son mujeres cabezas de familia en Colombia; programas de alfabetización de financiación local por medio de la recolección organizada por voluntarios de iglesia en la República Dominicana; y proyectos de subsistencia para granjeros y pescadores que procuran recuperarse después del terremoto de Haití, entre otros.
ADRA Interamérica entregó reconocimientos durante la junta a cada uno de los 24 presidentes de las uniones, por su compromiso y dedicación a ayudar a los vulnerables y desamparados de sus países. Los reconocimientos citaron áreas específicas de contribuciones a la sociedad, tales como programas de alfabetización, juegos escolares de niños que ayudan a otros niños, y respuesta en situaciones de emergencia.
La junta eligió a David Poloche como nuevo director de ADRA Interamérica. Poloche ha servido fielmente a la iglesia en una diversidad de cargos administrativos durante más de cuarenta años.
En los últimos 19 años, fue tesorero de unión en Venezuela. Y fue director de ADRA en el país durante cinco años.
Amundson agradeció a los líderes de la iglesia y a los miembros de la junta al llegar el cierre de la reunión. «Ha sido un real privilegio y un honor prestar servicios aquí en la División Interamericana durante los últimos 23 años, y ser el director de ADRA en este gran territorio», dijo Amundson, quien se jubila después de más de 35 años de servicio. «Veo muchas evidencias de que Dios está dirigiendo a su pueblo durante este momento impredecible de la historia de la tierra».
Traducción de Marcos Paseggi