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Robert S. Folkenberg con su esposa Anita, en una fotografía familiar sin fecha. Imágenes por cortesía de Archivos Adventistas

24 de diciembre de 2015 | Silver Spring, Maryland, Estados Unidos |Andrew McChesney, Adventist Review y ANN

Robert S. Folkenberg, un innovador administrador de la iglesia y partidario de la obra misionera que dirigió a la Iglesia Adventista durante nueve años, falleció el 24 de diciembre de una larga lucha contra el cáncer. Le faltaban unos días para cumplir los 75 años.

Folkenberg, en la tapa de la Adventist Review del 8 de julio de 1990, después de ser elegido como presidente de la Asociación General.

Folkenberg sentía que los adventistas tenían un mensaje fascinante para compartir, y que Internet era una gran manera de expandir el alcance de la iglesia. La Iglesia Adventista, creía él, podía usar Internet para brindar información, capacitación y experiencias que demostraran mejor el aspecto global de su misión.

Folkenberg impulsó a la iglesia con las nuevas tecnologías durante el período en que fue presidente de la Asociación General de la Iglesia Adventista entre 1990 y 1999, e introdujo en la iglesia CompuServe, precursor de la World Wide Web, lo que hizo que la Iglesia Adventista fuera la primera denominación en usar esa tecnología.

“El pastor Folkenberg estaba lleno de ideas creativas e innovadoras sobre la obra de la iglesia y el evangelismo”, dijo Ted N. C. Wilson, presidente de la Asociación General. “Como presidente de la Asociación General, alimentó con decisión la obra misionera mediante los medios de comunicación, tanto para las actividades de la iglesia como en el evangelismo, y fue un pionero en el uso de Internet para las comunicaciones dentro de la estructura eclesiástica”.

Folkenberg también sentía un gran entusiasmo por la misión, la fuerza motivadora de su ministerio. Durante el período que pasó como presidente de la iglesia, ayudó a comenzar la iniciativa “Misión Global”, que fue responsable del establecimiento de miles de nuevas congregaciones en el mundo.

“No podríamos haber tenido mayor apoyo para Misión Global que Folkenberg”, dijo Michael L. Ryan, el primer director de Misión Global y ex vicepresidente general de la Asociación General. Ryan dijo que recuerda que Folkenberg a menudo decía: “La participación en Misión Global no es opcional”.

“El pastor Folkenberg estaba visible, y se involucraba con entusiasmo en la tarea de proclamar la esperanza del evangelio en lugares donde no se conocía el nombre de Cristo”, dijo. “Le interesaba personalmente que la iglesia estuviera organizada y enfocada en la misión, y que cada miembro hiciera de ser embajador de Cristo su principal prioridad”.

Una vida misionera. Robert Stanley Folkenberg nació el 1 de enero de 1941 de padres misioneros en Santurcee, Puerto Rico. Fue a la escuela en Puerto Rico hasta cuarto grado, antes de terminar la escuela primaria en Cuba. Ingresó a la escuela secundaria en California, y en 1958 se graduó del Colegio Secundario Adventista Milo en Oregón.

Folkenberg asistió al Colegio Terciario Atlantic Union en Massachusetts, y más tarde al Colegio Terciario Newbold en Inglaterra, antes de graduarse de la Universidad Andrews, en Míchigan, Estados Unidos, en 1962, con un título de grado en teología. En 1963 completó una maestría en Nuevo Testamento en la Universidad Andrews.

Un piloto con licencia, Folkenberg también llegó a ver aviones estadounidenses de cerca.

Folkenberg era un ávido piloto. Tenía licencia como piloto para aeronaves de monomotor o de motores múltiples, para helicóptero comercial y para volar en el mar, y había volado más de dos mil horas, la mayor parte de ellas en América Central y el Caribe.

Folkenberg dedicó gran parte de su vida a trabajar en la División Interamericana. Fue primero pastor en Panamá (1966-68), más tarde director de mayordomía de la Asociación de Panamá (1968), presidente de la Misión de Honduras (1970), secretario (1974) y presidente de la Unión Centroamericana (1975). En 1980 se convirtió en asistente del presidente de la División Interamericana. Trabajó en Norteamérica como presidente de la Asociación de Carolina (1985-1990), antes de ser elegido en 1990 como presidente de la Asociación General.

Folkenberg desarrolló amistades duraderas con la gente con la que vivió y trabajó.

Libna Stevens, directora asistente de comunicaciones de la División Interamericana, dijo que Folkenberg era alguien “que trascendía una persona común” cuando lo conoció por primera vez a los 7 años en su hogar en Costa Rica.

“Volaba en su avión desde Guatemala para supervisar el colegio que administraba mi padre en Alajuela, Costa Rica”, dijo Stevens. “Antes de regresar, venía muchas veces a mi casa a desayunar. Le encantaba la yuca, y se metía en la cocina para saltear cebollas mientras mi madre cocinaba. Y lo hacía con una gran sonrisa en todo momento”.

Stevens se refirió con afecto a “su risa tan divertida” y su amabilidad.

“Siempre se tomaba el tiempo de hablar con mi hermana y conmigo”, dijo.

Hilda Matar-Montero, que trabaja en la División Interamericana desde 1977, recordó cómo Folkenberg se hizo tiempo en su apretada agenda para oficiar en su boda varios meses después de su elección como presidente de la Asociación General.

En la oficina del presidente de la Asociación General en 1990.

“Fue un verdadero amigo”, dijo Matar-Montero. “Cuando le pedí que nos casara, me dijo: ‘Hilda, dime cuándo necesitas que esté allí, y acomodaré los demás viajes según el día de tu boda’. Y así fue: él nos casó”.

Matar-Montero se mantuvo en contacto con Folkenberg a lo largo de los años, y el pasado 9 de diciembre habló con él por teléfono.

“Le dije que estábamos orando mucho por él”, dijo. “Me contest: ‘El tiempo es tan breve, Hilda, pero estoy listo. Amo la División Interamericana, y quiero a todos los que conozco’. Aguardo con ansias encontrarme con él en el cielo”.

Folkenberg falleció a la 13.35 del jueves 24 de diciembre, rodeado por su familia en su hogar de Winter Haven, Florida, Estados Unidos.

Los días finales de Folkenberg estuvieron llenos de paz, dijo su hija Kathi Folkenberg Jensen, que es enfermera.

“Hoy, cuando lo estuvimos atendiendo, nos sonrió”, escribió el 21 de diciembre en Facebook. “Cuando mi madre me preguntó por qué sonreía, susurró que estaba feliz porque estaba en paz. Alabo al Señor por mi padre, por su sólida fe en su Salvador, y la bendita seguridad de la salvación que podemos tener gracias a Jesús y su sacrificio”.

A Folkenberg lo sobreviven su esposa Anita Emmerson, junto con sus dos hijos, Robert (h) y Kathi, y seis nietos. Robert Folkenberg (h) es presidente de la Unión Misión China de la Iglesia Adventista.

El servicio conmemorativo será llevado a cabo a las 16.00 del 10 de enero en la iglesia adventista Avon Park, de Avon Park, Florida, Estados Unidos, dijo su hijo por correo electrónico. Wilson presentará la homilía. En lugar de flores, la familia aceptará donaciones a nombre de ShareHim, una iniciativa misionera y de evangelización creada por Folkenberg para capacitar a las personas y las iglesias locales para la misión y la evangelización en sus comunidades. ShareHim acepta contribuciones en línea en sharehim.org.

Compartiéndolo hasta el fin

Folkenberg y su esposa Anita en 1962, el año en que contrajeron matrimonio.

Folkenberg no creía que ser adventista era un deporte de espectadores y a menudo se refirió a lo que dice la Biblia sobre la salvación. Un versículo favorito que citaba a menudo era Romanos 10:9: “Si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor y crees en tu corazón que Dios lo levantó de entre los muertos, serás salvo”. A lo largo de toda su vida de trabajo para la Iglesia Adventista, Folkenberg dio énfasis a “confesar” a Cristo, mediante la tecnología, la misión y las iglesias locales en las que trabajó.

Después de renunciar como presidente de la Asociación General en 1999, Folkenberg desarrolló ShareHim, ministerio activo en todos los Estados Unidos y en diversas partes del mundo, incluida una campaña de evangelización que produjo treinta mil bautismos en mayo pasado en Zimbabue.

“El pastor Folkenberg pasó parte de sus primeros años de ministerio en actividades directas de evangelización por medio de ShareHim”, dijo Wilson. “El evangelismo y la proclamación de los mensajes de los tres ángeles fueron la pasión de su vida. Ya sea en la obra administrativa o de vanguardia, su corazón buscaba ayudar a las personas a conocer a Cristo y entonces llegar a ser un participante activo en la misión de la iglesia. La primera parte de su ministerio como parte de un equipo de evangelización fue el fundamento del resto de su vida”.

La iglesia adventista de Frederick, en Maryland, Estados Unidos, obtuvo una vislumbre del entusiasmo de Folkenberg por ShareHim cuando visitó la iglesia hacia unos meses. La iglesia había decidido participar en ShareHim, y Folkenberg quería ayudar a los miembros a implementar el programa, por más que acababan de avisarle que el cáncer había retornado, dijo Gail Boyer, administradora de la iglesia.

“Hubo miembros que respondieron no solo a llevar a cabo una campaña organizada por la iglesia sino también seguir la campaña ShareHim en sus hogares”, dijo Boyer. “Su amor por el Señor era contagioso”.

Jeremiah Weeks, director ejecutivo de ShareHim, dijo que había experimentado ese entusiasmo cada día desde que se asoció con Folkenberg en ShareHim en 2005.

Padre, hijo y nieto. Los dos hijos de Robert (h) son la sexta generación de pastores adventistas en la familia.

“El legado de Bob es sin duda el entusiasmo, el impulse y el compromiso de esparcir la esperanza adventista”, dijo Weeks. “Creía que cada uno de nosotros tiene un deber personal e intransferible de compartir nuestra fe con los que nos rodean. No pensó ni por un momento que ser meramente un ‘testigo silencioso’ servía. Sabía que tenemos que levantar y hacer algo, y de que compartir la esperanza que tenemos ejerce un impacto sobre la salvación de los demás y de nosotros mismos”.

Jan Paulsen, que fue elegido después de la renuncia de Folkenberg en 1999 y que fue presidente de la Asociación General entre 1999 y 2010, describió a Folkenberg como “un hombre de ideas, gran energía y espíritu agradable” cuyo legado duradero sería el amor por la misión.

“Asignaba responsabilidades a sus colegas, y entonces les permitió espacio y tiempo de llevar a cabo las tareas”, dijo Paulsen. “Su estilo no era dirigir todos los detalles. Me fue fácil relacionarme con él, como colega y como líder.

“Desde que dejó la administración, siguió desarrollando energías e ideas creativas que fluyeron en la vida y la misión de la iglesia, como se ve particularmente en el programa ShareHim, que ha sido una bendición para la iglesia en general, algo por lo que será recordado por mucho tiempo”.

Traducción de Marcos Paseggi

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