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Voluntarios de ADRA distribuyen agua y alimentos en el Campamento de Refugiados de Hegyeshalom, en Hungría. Imagen de ADRA Hungría

6 de abril de 2016 | Hegyeshalom, Hungría | Victor Hulbert, director de comunicaciones, División Transeuropea

Fátima huyó de Siria con sus tres hijos pequeños.

El esposo de Fátima y su padre fueron decapitados allí en su pueblo de origen. Desesperada, ella buscaba paz y refugio para sus hijos. Jamás fue su elección o deseo quedar atrapada en un campamento de refugiados en tránsito en Hegyeshalom, en la frontera de Hungría con Austria.

Fue simplemente la mejor de las opciones disponibles.

Fátima es una de las decenas de miles de personas que está siendo asistida por la sede de ADRA Hungría desde que los refugiados comenzaron a llegar en masa y cruzar la frontera en agosto de 2015. Tiempo después, las fronteras fueron cerradas y las restricciones se han incrementado, pero unos diez mil refugiados cruzaron diariamente a Hungría durante meses.

“Vimos familias con niños pequeños que apenas podían caminar de tan exhaustos que estaban”, dijo Melinda Lőrincz, representante de ADRA Hungría.

Voluntarios de ADRA ofrecen té caliente a los refugiados en la estación de tren de Dobova, Eslovenia. Imagen de ADRA Hungría

“Tanto los padres como las madres cargaban a sus niñitos y sus mochilas con todas sus pertenencias”, dijo. “Los niños se estaban quejando, y estaban exhaustos por la falta de sueño. Muchos de ellos estaban enfermos. Estaban resfriados por dormir en el piso al aire libre”.

Ante semejante situación, dijo Lőrincz, “somos las manos de Dios”.

Los obreros de ADRA han compartido relatos similares de Serbia, Croacia y Macedonia. En diversas partes de Europa, miles de voluntarios, congregaciones, pastores y a menudo personas desconocidas pero simpáticas están compartiendo el amor que Dios ha puesto en sus corazones para ayudar a personas como Fátima.

La obrera de ADRA Tünde Zohán recordó distribuir paquetes de alimentos o sándwiches después de las lluvias en Hungría y de ver que las exhaustas familias se sentaban en grupos pequeños en el costado enlodado de la carretera para comer.

“Nos encontramos con muchos ancianos y discapacitados que estaban acompañados y ayudados por sus parientes o familiares”, dijo Zohán. “Nos encontramos con niños enfermos y con adultos agotados y temblando de fiebre. Médicos voluntarios los examinaron y les dieron medicamentos”.

Zohán añadió: “Nuestra alma sollozaba al experimentar todas esas circunstancias”.

Hasta el cierre de la frontera, ADRA trabajó con la Cruz Roja y una organización benéfica local para distribuir sándwiches, frutas, agua embotellada, prendas de vestir, zapatos, mantas y bolsas de dormir.

Aunque la llegada de miles de nuevos refugiados se ha detenido, ADRA Hungría sigue adelante con su obra humanitaria al colaborar con ADRA Eslovenia en Dobova.

Traducción de Marcos Paseggi

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