19 de abril de 2016 | Bogotá, Colombia | Bettina Krause, directora de comunicaciones, Asociación Internacional de Libertad Religiosa
Mientras el gobierno de Colombia y los grupos rebeldes buscan poner fin a los conflictos civiles de larga data en el país, los adventistas están buscando maneras de respaldar los esfuerzos de paz y ayudar a reconstruir una sociedad dañada por casi cinco décadas de violencia.
Los dos días del foro de la paz llevado a cabo el mes pasado en la sede central de la región Colombiana del Sur de la Iglesia Adventista en Bogotá, la capital del país, reunió a líderes religiosos, organizaciones no gubernamentales (ONG), académicos y otros profesionales para analizar estrategias de apoyo a la reconciliación y reconstrucción de los conflictos.
Gabriel Villareal, director de la Agencia Adventista de Desarrollo y Recursos Asistenciales en Colombia (ADRA Colombia) organizó el evento, que también fue respaldado por la Asociación Internacional de Libertad Religiosa (IRLA) y la Iglesia Adventista.
Villarreal dijo que la iniciativa fue inspirada por los continuos diálogos de paz entre el gobierno de Colombia y el grupo rebelde más grande, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).
El 30 de marzo de este año, las dos partes anunciaron un marco de acuerdo para diálogos que buscan poner fin al conflicto. Según Villareal, el gobierno de Colombia ha apelado a las ONG y las denominaciones religiosas del país para que estén listos a apoyar los esfuerzos posteriores al conflicto.
“El principal objetivo de este foro fue desarrollar una comprensión más profunda de los elementos básicos de la fase posterior a los conflictos en Colombia y del proceso de construcción de la paz”, explicó Villareal.
El director de ADRA agregó que las presentaciones se enfocaron en maneras en que las ONG y los grupos religiosos podrían contribuir a los esfuerzos de paz, al tiempo que ayudan a apoyar a las poblaciones vulnerables de Colombia.
Villarreal dijo que, una vez que llegue la paz, es fundamental que la Iglesia Adventista y ADRA Colombia estén listas para realizar contribuciones sustanciales.
Por su parte, Lorena Ríos, Coordinadora de Asuntos Religiosos del Ministerio del Interior de Colombia, representó al gobierno en el foro y más tarde agradeció a ADRA Colombia y a la Iglesia Adventista por la iniciativa. Dijo que el foro se destacó de otros eventos similares porque integró tanto las ONG como las denominaciones religiosas en el proceso de mejorar la vida de las personas afectadas por el conflicto.
Otros funcionarios públicos en el evento fueron Roger Carrillo, miembro del Concejo Municipal de la Ciudad de Bogotá; y Charles Schultz, miembro de la Comisión Nacional para la Paz. Ganoune Diop, director de Asuntos Públicos y Libertad Religiosa de la Iglesia Adventista mundial y secretario general de la IRLA, fue uno de los presentadores durante el foro. Diop extrajo lecciones de las repercusiones de las dos Guerras Mundiales para demostrar maneras en que las integrantes de la comunidad de ONG de Colombia pueden trabajar juntas para la paz. Diop se enfocó en la necesidad de que los diversos grupos de la sociedad, aun los que tienen perspectivas religiosas o políticas opuestas, encuentren valores comunes y objetivos compartidos.
Desde fines de la década de 1950, el gobierno de Colombia ha luchado por mantener la estabilidad social y económica mientras enfrenta grupos insurgentes de izquierda y organizaciones paramilitares de derecha. Las torturas, los asesinatos y la muy extendida práctica de tomar rehenes han sido los sellos distintivos del conflicto en el país. Los grupos rebeldes también se han dedicado al cultivo de la coca a gran escala y del tráfico de drogas como manera de financiar sus actividades, lo que a su vez ha fomentado el surgimiento de poderosos narcotraficantes.
A lo largo de estas décadas, esta red de violencia política y criminal ha causado inmensos sufrimientos a muchos colombianos comunes. Algunos han quedado atrapados directamente en el conflicto, o han tenido que huir de sus hogares y aldeas. Los colombianos también han soportado dificultades económicas y una infraestructura social debilitada, subproductos inevitables de la continua agitación.
El mes pasado, el acuerdo entre el gobierno de Colombia y las FARC se produjo después de casi cuatro años de negociaciones, que comenzaron en Oslo, Noruega, y han involucrado a los gobiernos de Ecuador, Venezuela, Brasil, Chile y Cuba.
Según las estimaciones del Centro Nacional de la Memoria Histórica de Colombia, el conflicto ha desplazado a más de cinco millones de colombianos de sus hogares, y ha provocado la muerte de más de 220 mil personas, la mayoría de ellos civiles.
Traducción de Marcos Paseggi