14 de octubre de 2016 | Silver Spring, Maryland, Estados Unidos | Andrew McChesney, editor de noticias, Adventist Review
El presidente de ASI, Steve Dickman, caminó juntamente con Daniel M. Matte, presidente de la Iglesia Adventista del Séptimo Día en Uganda, hasta una residencia privada cerca de las oficinas de la iglesia en Maryland, Estados Unidos.
Tocó en una puerta y no hubo respuesta.
La pareja se dirigió a la siguiente casa. Tampoco hubo una respuesta.
En la tercera casa que tocaron, la persona que abrió la puerta, los ahuyentó.
“Tratamos de no sentirnos descorazonados por esta respuesta inicial”, dijo Steve Dickman al relatar la experiencia a los dirigentes de la iglesia mundial en el Concilio Anual esta semana.
Los dos hombres tocaron entonces en la cuarta casa. La anciana que se encontraba dentro se mostró sorprendida al ver a dos hombres parados afuera, en la calle empapada por la reciente lluvia.
“Somos de la Iglesia Adventista del Séptimo Día”, anunció Steve Dickman, siguiendo un guion provisto por los colportores GLOW.
Daniel Matte le entregó a la anciana un par de folletos GLOW, los cuales contenían cada uno una gema de verdad bíblica.
“Hemos venido hoy porque nos gustaría orar en favor de usted”, dijo Steve Dickman. “¿Hay alguna cosa por la que desea que oremos juntamente con usted, en su favor?”
La mujer asintió. Debía enfrentar una operación quirúrgica en los próximos días. Entonces de pidió a los dos visitantes si era posible que oraran también en favor de su familia y de su iglesia.
La oración elevada por Daniel dejó a la anciana visiblemente conmovida. Al observar lo anterior, Steve Dickman le preguntó: “¿Le gusta leer?”
La anciana confirmó que le gustaba la lectura, así que Steve Dickman puso en sus manos The Story of Hope (La historia de esperanza), un libro de 128 páginas con material seleccionado de un libro más extenso; La Historia de la Redención escrito por la cofundadora de la iglesia, Elena G. White.
La mujer observó el libro y exclamó: “¡Oh, yo tengo otros libros de esta autora!”
“¿Y sabe qué?”, dijo Steve Dickman, “ella es una de mis autoras favoritas”.
“También lo es para mí”, dijo la mujer.
Mientras ambos obreros se volvían para retirarse, la mujer les agradeció cálidamente su visita. Dijo que la mayoría de las personas que tocaban a su puerta lo hacían para solicitar alguna cosa, pero que estaba muy agradecida porque ellos le habían dejado la bendición de una oración en su favor.
Steve Dickman y Daniel Matte formaban parte de docenas de parejas, mayormente asistentes al Concilio Anual, y acompañados de jóvenes colportores, que fueron de puerta en puerta siguiendo un programa la tarde del sábado pasado. El grupo, equipado con folletos GLOW, libros History of Hope (Historia de esperanza), y aproximadamente 200 sombrillas, abordó un total de 13 autobuses frente a las oficinas centrales de la iglesia, bajo una lluvia torrencial, alrededor de las 3:30 p.m. Esta lluvia, que formaba parte de la secuela del Huracán Matthew, paró justamente cuando los autobuses abandonaron el sitio del estacionamiento y solamente volvió a caer cuando regresaron todos cerca de dos horas más tarde.
“¿Cuántos de ustedes regresaron malhumorados, descorazonados y empapados por la lluvia?”, preguntó Nelson Ernst, director del ministerio GLOW, que forma parte de la Unión Asociación del Pacífico de la iglesia en los Estados Unidos, durante una presentación acerca de tal esfuerzo misionero, en el Concilio Anual. “No veo que ninguno de ustedes haya regresado malhumorado, descorazonado y empapado por la lluvia”.
El director Ernst describió el alto de dos horas de duración de la lluvia, como un milagro, y agradeció su apoyo al equipo de oración que se reunió en las oficinas de la iglesia y a un grupo de personas que estuvieron orando en California. El equipo de oración se reunió en una capilla situada en el segundo piso de las oficinas de la iglesia, para orar en favor del esfuerzo misionero llevado a cabo, y porque la lluvia no echara a perder las cosas durante todo el proyecto.
Esta salida misionera el sábado, fue organizada por la Asociación General, el cuerpo administrativo de la iglesia adventista mundial, para animar a los dirigentes en todo el mundo, a acoger más completamente el colportaje y para poner el ejemplo ante los miembros de iglesia en todas partes. Cuarenta y nueve jóvenes, los cuales formaron equipo con dirigentes de la iglesia, eran colportores experimentados asociados con la escuela de evangelización misionera Souls West, en California. En su esfuerzo combinado, tocaron más de un millón de puertas.
«Mi Puerta fue el Conductor del Autobús»
Tiffany Brown, una persona joven, les dijo a los asistentes al Concilio Anual que ella no tocó en ninguna puerta el sábado de tarde.
“Mi puerta fue el conductor del autobús”, dijo.
Cuando los dirigentes de la iglesia y sus compañeros de equipo bajaron del autobús en que venía Tiffany Brown, ella se acercó al conductor del autobús.
“¿Sabe usted qué es lo que estamos haciendo aquí?”, le preguntó.
“No tengo la menor idea”, le respondió el conductor.
“Somos adventistas del séptimo día”, le dijo. “¿Ha escuchado alguna vez de nosotros?”
El conductor dijo que sí había escuchado de ellos: Tanto su ex esposa como su mecánico eran adventistas del séptimo día.
La joven le preguntó al conductor acerca de su religión y él le dijo que se había criado como católico romano, luego se convirtió en musulmán y que más tarde había estudiado con los Testigos de Jehová.
“Ahora no tengo ninguna iglesia y no me considero parte de ninguna denominación”, le dijo.
Entonces él le preguntó: “Tengo algunas preguntas acerca de varias cosas, incluyendo el nombre de la iglesia de ustedes. ¿Por qué se llaman adventistas del séptimo día?”
Ella le respondió: “En primer lugar, creemos que somos salvados por gracia, por medio de la fe y no por nosotros mismos. Creemos en el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Nuestro nombre incluye la parte “séptimo día”, porque creemos que el sábado es un día especial dado por Dios a la humanidad. Es el día de nuestra cita con Dios. Nos llamamos adventistas porque estamos esperando con anhelo la segunda venida de Jesús”.
“Está bien, pero, ¿por qué ustedes no guardan el día de reposo?”, dijo el conductor. “¿Por qué no descansan el día de reposo como dicen? Yo no voy a la iglesia, pero por lo menos no trabajo el domingo”.
Ella le dijo: “Si ve usted un calendario, verá que el primer día de la semana es el domingo y luego le sigue el lunes y el martes. El último día de la semana es el sábado, el día de reposo”.
El conductor del autobús estaba asombrado.
“Oh, ya lo entiendo ahora”, dijo. “Realmente tiene sentido”.
Los dos continuaron hablando acerca de la experiencia religiosa del conductor y ella entonces le dio varios folletos GLOW, de los mismos que otros estaban repartiendo casa por casa.
“Me emociona la idea de que aun cuando no tuve oportunidad de ir de puerta en puerta, tuve la oportunidad de ser una misionera en favor de Dios ahí mismo en el autobús”, expresó Tiffany Brown ante el Concilio Anual.
Mientras Tiffany Brown hablaba con el conductor de uno de los autobuses, el presidente de la iglesia adventista mundial, Ted N.C. Wilson, y su esposa, Nancy, se dirigían a la primera casa acompañados de una joven compañera, Yolanda Martínez Santos. Al caminar por la acera, un automóvil se detuvo junto a ellos, y la conductora les hizo una señal de saludo con la mano.
“¡Quiero que oren por mí!”, les gritó por la ventanilla.
Resulta que Williams Costa Jr., director de comunicación de la iglesia adventista mundial, le había dado a la mujer varios folletos GLOW, al haberse bajado del mismo autobús en que venía el presidente Wilson. Pero por alguna razón él no había orado con ella y la mujer vio que otras personas si estaban siendo bendecidas con oración en su favor.
Al notar la sonrisa alentadora del presidente Wilson, la mujer detuvo el automóvil en medio de la calle y se apresuró a venir a la acerca. El presidente Wilson le preguntó acerca de sus necesidades personales y luego oró por ella.
“Oramos por alguien aun antes de llegar a la primera casa”, dijo el presidente Wilson al Concilio Anual.
Unos momentos más tarde, el trio tocó en la puerta de la primera casa. Al principio parecía que nadie estaba en la casa. Entonces escucharon un ruido y se abrió la puerta. Se asomó una mujer que no estaba totalmente presentable.
“Yo soy Ted, y esta es Yolanda”, le dijo el presidente Wilson. “Somos de la Iglesia Adventista del Séptimo Día. Y deseamos darle a usted… “
Antes de que pudiese terminar, la mujer se apresuró a decir: “¿Adventistas del Séptimo Día? ¡Yo también soy adventista!”
El grupo del presidente Wilson se dio cuenta rápidamente de que la mujer no era miembro de iglesia, pero que estaba ligada a un grupo en otra región de los Estados Unidos. Se había mudado recientemente a Maryland y no tenía conexiones con ninguna iglesia adventista local.
La mujer se fue a vestir y llamó a su esposo a la sala para recibir a los visitantes.
“Estuvimos en esa casa quince minutos hablando con ella”, dijo el presidente Wilson. Estaba muy feliz porque estábamos conectados con la Iglesia Adventista del Séptimo Día”.
Antes de irnos, oramos con la pareja y le tomamos la información para seguir en contacto.
“Los estamos poniendo en contacto con una iglesia local que les abra las puertas”, dijo el presidente Wilson. “Otras dos personas para el reino de Dios”.
Traducido por Gloria A. Castrejón