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Las escenas en el edificio Grenfell eran horrendas y paralizantes.

El edificio Grenfell después del incendio. Imagen de Wikipedia Commons

Eran las 16.30 del miércoles 14 de junio, casi catorce horas después del comienzo de un incendio en un complejo de apartamentos en Londres, y aún se podía ver el humo y sentir el olor a quemado mientras el edificio de 24 pisos de apartamentos seguía consumiendo toda estructura exterior de la construcción. La atmósfera seguía siendo de asombro, estupefacción y desesperación, mientras las personas que eran o bien residentes o habían sido evacuados en las cercanías seguían sentados en el pavimento sin poder creer lo que veían. Algunos estaban siendo consolados por otros presentes de la zona, mientras que otros solo miraban sin dar crédito a lo que veían.

En momentos como este, se puede observar claramente el bien de la humanidad, dado que numerosas organizaciones comunitarias y benéficas se unieron para ofrecer alimentos, agua y prendas de vestir a los afectados. El positivo ejército de organizaciones benéficas compensó por el tono triste que prevalecía. La esperanza y la alegría fueron expresados por todos los que estuvieron allí para reconocer que no existen barreras culturales o religiosas que impidan la ayuda en situaciones como esta.

A pesar de ello, las historias que surgían de algunos de los desplazados eran desgarradoras. Una señora, con cinco meses de embarazo, permanecía mirando el edificio humeante preguntándose si su madre había logrado salir. “Llegué de unas vacaciones esta mañana, y me vine directamente para aquí”, dijo. “La última vez que hablé con mi madre fue anoche a las 23.30. Desde entonces, no he logrado contactarla por teléfono”.

Otro hombre de mediana edad sacudía su cabeza sin dar crédito a lo que veía: “No puedo creerlo”, dijo. “Mi familia vivía en el piso 21, y he averiguado en todos los hospitales cercanos, pero nadie sabe dónde están”.

Son historias como estas y muchas otras lo que hacen que la realidad de lo que sucedió en las primeras horas del martes pasado resulte tan trágica.

Entre el número de organizaciones benéficas trabajando en el lugar se encuentra el Departamento de Servicios Comunitarios de la región eclesiástica Asociación Sur de Inglaterra. Los integrantes de esa fuerza estuvieron en el lugar para el mediodía, para distribuir alimento y prendas de vestir a los que quedaron sin hogar.

“Se ha llenado de gente que pregunta qué está haciendo la Iglesia Adventista”, dijo Malika Bediako, directora de Servicios comunitarios. “Quiero asegurarles que vinimos aquí tan rápidamente como fue posible, y la respuesta hasta el momento ha sido sumamente positiva. Planeamos estar en este lugar todos los días por el resto de la semana”.

También la Agencia Adventista de Desarrollo y Recursos Asistenciales, el brazo humanitario de la Iglesia Adventista en el Reino Unido, ha participado brindando ayuda financiera para comprar artículos de primera necesidad. En su cargo de director de Servicios Comunitarios de la Unión Asociación Británica, Sharon Platt-McDonald se contactó inmediatamente con ADRA Reino Unido para recibir ayuda financiera. Hasta el momento, se han liberado unos 3200 dólares para brindar ayuda inmediata a los afectados por la tragedia. Platt-McDonald dijo que la Iglesia Adventista puede hacer mucho para marcar un impacto en la comunidad local al ayudar a suplir las necesidades inmediatas.

Los líderes de la Iglesia Adventista en el Reino Unido solicitan que se siga orando por las víctimas, sus familias y los que simplemente están confundidos por lo que pasó. “Tengan también presente en oración el departamento de Servicios Comunitarios Adventistas, dado que está representando a la Iglesia Adventista allí en el lugar del hecho, donde la gente más está sufriendo”, expresaron.

Traducción de Marcos Paseggi

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