Panama City, Panama - 6 jun 2017
5 de junio de 2017 | Ciudad de Panamá, Panamá | Libna Stevens/DIA
Desde el momento en que halló que el general Manuel Noriega, exdictador militar de Panamá que cumplía una sentencia en Francia, iba a ser extraditado de regreso a Panamá en 2011, el pastor adventista José Daniel Sánchez supo que quería encontrarse con él.
Noriega, quien murió de 83 años la semana pasada fue capturado cuando los Estados Unidos invadieron Panamá en 1989 y sentenciado a prisión por tráfico de drogas, lavado de dinero, y otros cargos. Noriega pasó 17 años en la Institución Correccional Federal de Miami hasta 2007, entonces cumplió una sentencia en Francia, y estaba cumpliendo dos sentencias de 20 años por lavado de dinero y el homicidio de sus oponentes en Panamá.
Sánchez había leído de la conversión y el bautismo de Noriega en la Iglesia Adventista, que fue informado en el libro acompañante del una Lección de Escuela Sabática de 2011. En ella, su autor Tim Crosby describió detalles que llevaron a Noriega a aceptar a Jesús como su Salvador en la prisión federal en 1992.
“Quería ser testigo de esa transformación en Jesús y sentí deseos de encontrarme con él”, dijo Sánchez en una entrevista telefónica, días después de la muerte de Noriega en un hospital el pasado 29 de mayo de 2017.
Sánchez, que nació en Honduras y es de segunda generación de adventistas, era pastor distrital en Ciudad de Panamá en 2012, y estaba involucrado en los ministerios a las prisiones, al igual que lo había estado su padre.
Después de recibir autorización de los principales líderes de la iglesia local, Sánchez, que había estado ministrando en el Centro Penitenciario El Renacer, a 25 kilómetros al sudeste de Ciudad de Panamá, se encontró con Noriega.
“Había que pasar por tres estaciones de seguridad para llegar a su celda, que tenía guardias las 24 horas del día”, explicó Sánchez. “Fue allí que lo visité decenas de veces para estudiar la Biblia, orar y ministrarle”.
Noriega recordó cómo había pedido ser bautizado después que dos capellanes adventistas le habían visitado y dado estudios bíblicos en prisión en los Estados Unidos por seis meses. Según Sánchez, a Noriega le encantaba leer los libros de la pionera adventista Elena G. White, como por ejemplo El conflicto de los siglos, El Deseado de todas las gentes, Patriarcas y profetas, Profetas y Reyes, y otros.
“Hablamos del verdadero sábado, del poder perdonador de Dios y de su misericordia”, dijo Sánchez.
“Noriega me dijo que le encantaba estudiar y aprender más de Jesús. ‘Soy una persona diferente desde que entregué mi vida a Cristo’, solía decirme Noriega. ‘Habló con Dios todos los días y sé que Cristo es mi Salvador, quien ha perdonado mis muchos pecados; solo a él se los confieso’, solía decirme”.
Ministrar a Noriega y ser testigo mes a mes de una fe tan sólida en Cristo mientras oraban juntos no hizo más que reafirmar el poder de Cristo de transformar a todo aquel que lo busque, dijo Sánchez.
“Aún hay muchas personas enojadas y heridas por las cosas que hizo Noriega cuando estaba en el poder”, dijo Sánchez. “Tenemos que recordar que nuestra misión es ser instrumentos en las manos de Dios para llevar el evangelio a todas las personas, no importa qué pecados haya cometido la persona, para que puedan ir a Jesús, y ser restaurados por nuestro Redentor y Salvador”.
Sánchez está agradecido por la oportunidad que tuvo de ministrar a Noriega. En una declaración que hizo Noriega desde su celda, pidió públicamente perdón por los que había herido durante su régimen.
La última vez que Sánchez se encontró con Noriega fue a comienzos de 2016. “Después de estudiar y orar, Noriega me dio un abrazo mientras lloraba y me decía: ‘Ore para que pueda salir y asistir a los cultos en su iglesia’”.
Sánchez procuró visitar otra vez la penitenciaría en varias ocasiones después de ser trasladado a otro distrito eclesiástico a 250 kilómetros de Ciudad de Panamá, pero se le dijo que Noriega estaba luchando con problemas de salud y no podía recibir visitas.
Ministrar a los que están en prisión sigue siendo una de las pasiones de Sánchez como ministro. “Para mí, los ministerios a las prisiones son un elemento importante de mi ministerio pastoral”, dijo Sánchez, que tiene 47 años y ha sido pastor por 25. El pastor está casado y tiene un hijo de 10 años.
Sánchez quiere inspirar a su hijo, para que él también se interese por los que están en prisión, así como lo aprendió él de su padre cuando tenía solo 6 años.
“Jesús puede transformar la vida de cada pecador de la tierra; por ello, debemos ser sus instrumentos”, dijo Sánchez.
Traducción de Marcos Paseggi