Mayaguez, Puerto Rico - 28 jun 2017
27 de junio de 2017 | Mayagüez, Puerto Rico | Andrew McChesney, Misión Adventista
La pequeña Nancy levantó la mano cuando su maestra María de la Paz Rodríguez preguntó si alguno de los estudiantes de primer año tenía algún pedido de oración, en una escuela adventista de Puerto Rico.
“Por favor, oren por mi perro”, dijo la niña.
“Podemos incluir a tu perro en la oración de hoy”, dijo María.
Después de escuchar todos los pedidos de oración de los niños, María oró por el perro de Nancy. Entonces se dirigió a un papel en el extremo de la pizarra del salón de clases. El papel tenía dos columnas en él: “Razones para orar”, y “Razones para agradecer”. María tomó un marcador negro y escribió: “El perro de Nancy” bajo la columna “Pedidos de oración”.
María también oró por el perro al final de la escuela, cuando Nancy y los demás niños ya estaban listos para irse a la casa.
A la mañana siguiente, Nancy levantó la mano otra vez.
“Por favor, oren por mi perro”, dijo
A la mañana siguiente, hizo lo mismo
Cada mañana durante dos semanas, Nancy pidió a la maestra que orara por su perro. Finalmente, María ya no pudo quedarse callada. Se sintió curiosa de saber qué le estaba pasando al perro de Nancy.
“¿Qué le pasa a tu perro?”, preguntó María.
“Oh maestra, se murió”, dijo Nancy con tristeza.
La maestra se mostró sorprendida.
“¿Por qué estamos orando por un perro muerto?”, preguntó.
“Estoy tan triste”, dijo Nancy. “Creo que la oración lo ayudará a vivir otra vez”.
La maestra no quería que Nancy estuviera triste, pero no quería que pensara que orar por un perro muerto era la respuesta. Le sugirió entonces a Nancy que cambiara un poco su oración.
“Vamos a cambiar la oración porque tu perro ya se ha muerto”, dijo María con voz bondadosa. “En el cielo, podrás elegir el animal que quieras. Pero por ahora, pidámosle a Jesús que cambie tu tristeza en un sentimiento mejor”.
A Nancy le gustó la idea.
“Oh sí”, exclamó la niña con una gran sonrisa. “Eso me gusta”.
María no se molestó porque Nancy quería orar por su perro muerto. En efecto, dijo en una entrevista que se alegró de ver que Nancy creía en el poder de la oración.
“Esa fue una de las maneras en que pude enseñarles a mis estudiantes el poder de la oración”, contó.
María tiene 38 años, y ha enseñado matemática y lectura en primer año durante 14 años, aunque solo hace poco comenzó a enseñar a los niños a orar. Transformó entonces su clase de primer año, donde hay muchos niños que provienen de hogares no adventistas, en un salón de clases especial de oración después que escuchó que un predicador leía Colosenses 1:25, que dice: “De ella fui hecho ministro, según la administración de Dios que me fue dada para con vosotros, para que anuncie cumplidamente la palabra de Dios”. El predicador dijo que este versículo significaba que cada maestro tiene que ser un ministro en su salón de clases.
María jamás había pensado en ser ministra de su salón de clases, y oró pidiendo la ayuda de Dios. Entonces les contó a sus alumnos de primer año y a sus padres que su clase ya no era una clase más. En lugar de orar tan solo al comienzo de la escuela, les dijo que ahora oraría también al final. María preparó el papel especial para colocar los pedidos y agradecimientos y lo colocó en la pizarra.
A los niños y a sus padres les gustó el nuevo salón de clases de oración. Algunos padres comenzaron inmediatamente a enviar mensajes de texto con pedidos de oración. Pronto, los padres le preguntaron a María si también podían reunirse y orar con ellos. Los padres de tres familias ahora se están preparando para el bautismo.
María dijo que la oración ahora es una parte importante del primer año, y que oran por lo que sea, aun por un perro muerto.
“Quiero que los niños no solo reciban un diploma de la escuela sino también una corona de manos de Jesús”, expresó.
Traducción de Marcos Paseggi