En momentos en que otro año llega a su fin, me gustaría enviar mis saludos más cálidos a la familia mundial de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, y dedicar unos pocos momentos para reflexionar sobre este momento particular en el tiempo. Es un tiempo cuando dejamos atrás el año Viejo y nos introducimos en el nuevo.
Por cierto, todos hemos visto que la vida en esta tierra a menudo trae una mezcla de lo bueno y lo no tan bueno, de gozo y de angustias, de triunfos y, a veces, de tragedia. Como los que aman al Señor y lo siguen, sin embargo, tenemos la maravillosa promesa de su continua presencia en todo momento, porque él ha dicho: “No te desampararé ni te dejaré” (Heb. 13:5). Asimismo, él nos ha dado la bienaventurada esperanza de su pronto regreso y una eternidad con él llena tan solo de gozo y felicidad (véase Apoc. 21:4).
A pesar de ello, ahora que termina el año viejo, es saludable reflexionar sobre los buenos momentos, recordar las lecciones aprendidas en los momentos más difíciles, aclarar cualquier malentendido con los demás, ofrecer y recibir liberalmente el perdón, y entonces dejar el año viejo en el pasado para avanzar hacia el futuro. La Biblia lo presenta de esta manera:
“No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús. Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús” (Fil. 3:12-14).
En Hebreos 12:1, 2 se presentan más buenos consejos sobre este punto:
“Despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios”.
Estos pasajes bíblicos son ricos en significado al entrar en el nuevo año 2018. Note que ambos textos apuntan a Jesús, el autor y consumador de la fe. Es al mirarlo a él que somos capaces de despojarnos de todo peso, dejar el pasado atrás, y avanzar con confianza y paciencia.
Nada ilustra esto con mayor claridad que el hermoso servicio del santuario que se bosqueja tan claramente en el libro de Hebreos, donde Cristo es descrito como nuestro “Sumo sacerdote de los bienes venideros, por el más amplio y más perfecto tabernáculo, no hecho de manos […] y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre, entró una vez para siempre en el Lugar santísimo, habiendo obtenido eterna redención. Porque si la sangre de los toros y de los machos cabríos, y las cenizas de la becerra rociadas a los impuros, santifican para la purificación de la carne, ¿cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo?” (Heb. 9:11-14).
El mensaje del santuario es fundamental para comprender nuestra relación con el Señor. Nos recuerda que le debemos todo a Cristo. Él es nuestro sacrificio, él es nuestro sacerdote, él es el Redentor que pronto vendrá.
El santuario nos señala el poder salvífico de Dios y nos recuerda lo que Cristo ha hecho por nosotros en el pasado, y lo que está haciendo hoy por nosotros. El arrepentimiento, el perdón, el reavivamiento, un nuevo comienzo, la obra comunitaria, la misión—todo ello se halla en el servicio del santuario, y al estudiarlo, podemos obtener valiosas perspectivas.
Mediante la inspiración se nos insta a que estudiemos esa tan importante verdad. En la página 479 de El conflicto de los siglos leemos:
“En vez de dedicar horas preciosas a los placeres, a la ostentación o a la búsqueda de ganancias, las consagrarán a un estudio serio y con oración de la Palabra de verdad El pueblo de Dios debería comprender claramente el asunto del santuario y del juicio investigador. Todos necesitan conocer por sí mismos el ministerio y la obra de su gran Sumo Sacerdote. De otro modo, les será imposible ejercitar la fe tan esencial en nuestros tiempos, o desempeñar el puesto al que Dios los llama […]. El santuario en el cielo es el centro mismo de la obra de Cristo en favor de los hombres”.
Al entrar al nuevo año, es tan importante que obtengamos una imagen renovada de quiénes somos y en qué etapa de la historia nos encontramos. Al mirar hacia atrás a 2017, hemos visto múltiples áreas de cambio en el mundo, y asombrosos cumplimientos de la profecía bíblica. Qué expectativa tenemos al ingresar a 2018, apoyándonos plenamente en el Señor y permitiendo que su poder fiel controle nuestros pensamientos y acciones, guiando nuestra obra por los demás en estos momentos de tanta trascendencia.
Que el Señor los bendiga, fortalezca y anime al comenzar este nuevo año con él. ¡Maranata!
Ted N.C. Wilson es presidente de la Iglesia Adventista mundial. Se pueden consultar artículos y comentarios adicionales de la presidencia en Twitter: @pastortedwilson y en Facebook: @PastorTed Wilson.
Traducción de Marcos Paseggi