El expert en medicina preventiva Neal Barnard dijo que en lo que respecta a la epidemia de obesidad, el queso ha llegado a ser un peligro mayor que las bebidas gaseosas. Imagen de Salud de la Universidad de Loma Linda

“No me entiendan mal”, dijo el experto en medicina preventiva Neal Barnard en su presentación en el Congreso Internacional de Nutrición Vegetariana el 27 de febrero de 2018. “Las sodas o bebidas gaseosas son muy malas para la salud. No hay siquiera que cuestionarlo. Pero la verdad es que acaso no sean lo que nos está engordando”.

Como parte del programa, los participantes que asisten al VII Congreso Internacional sobre Nutrición Vegetariana en Loma Linda disfrutaron de demostraciones de cocina en el campus. Imagen de Salud de la Universidad de Loma Linda

Barnard, que enseña en la Escuela de Medicina de la Universidad George Washington y preside la Comisión de Médicos por una Medicina Responsable en Washington D.C., hizo esa llamativa observación al analizar de qué manera las dietas basadas en plantas pueden apoyar los esfuerzos de tratamiento contra la obesidad.

Las dietas basadas en plantas y la obesidad

Barnard reveló que en estudios de observación, “los individuos que siguieron una dieta vegetariana, y en particular vegana, mostraron un peso corporal más saludable, en promedio, en comparación con los que siguen dietas omnívoras”. Añadió que “en las pruebas clínicas, las dietas vegetarianas y veganas llevaron a una significativa pérdida de peso, aun ante la ausencia de ejercicio físico o la falta de límites en la ingesta de energía”.

Aún no se comprende cada detalle del mecanismo de pérdida de peso en el caso de las dietas basadas en plantas, pero Barnard dijo que los contenidos de alto contenido de fibra y bajo contenido graso parecen reducir la densidad de la energía dietética. También explicó que aparentemente, se produce un incremento en el uso de energía postprandial (después de comer).

Los cambios hacia una dieta basada en plantas no son solo efectivos, sino que producen modificaciones positivas en otros indicadores de salud. Entre otros, los investigadores han observado cambios favorables en la nutrición general, las concentraciones de lípidos en la sangre y la presión arterial, reveló.

El culpable de la obesidadrit

Pero entonces, una vez más, ¿cuál es la relación entre el consumo de bebidas gaseosas y la obesidad?

Una de las participantes del congreso sonríe junto a su póster de investigación. Los estudiantes y los profesionales de nutrición presentaron cientos de pósteres sobre diversos temas relacionados con la dieta y la salud. Imagen de Salud de la Universidad de Loma Linda

Barnard mostró que en años recientes, el consumo de gaseosas en general ha disminuido, mientras que las opciones “dietéticas” o de “cero azúcar” se han disparado. Estas bebidas no necesariamente añaden una cantidad sustancial de calorías a la dieta de sus consumidores. “Siguen siendo muy malas para la salud, pero no disparan la obesidad”, explicó.

Si consideramos la tendencia de que hay menos personas que beben gaseosas y que si lo hacen, es muy probable que sean dietéticas o sin azúcar, Barnard indicó que en el presente hay otros alimentos que están contribuyendo más que las gaseosas al aumento de peso. Hay otros artículos alimentarios, cree él, que son mucho peores a la hora de prevenir la epidemia de obesidad que estamos viendo a nuestro alrededor.

“¿Cuál es el artículo alimentario que rápida y fácilmente añade grasa a nuestro cuerpo?”, preguntó, antes de responder. “¡Es el queso!”

A diferencia de los carbohidratos, Barnard explicó que el cuerpo almacena el queso muy fácilmente en forma de grasa. Y mostró gráficos donde parece haber una relación entre el astronómico aumento del consumo de queso y la epidemia de obesidad.

Barnard también se refirió a estudios que muestran que una dieta grasa desregula los genes que se requieren para la biogénesis mitocondrial. “Esto significa que la grasa interfiere con la quema de calorías”, dijo. “Los alimentos grasos también alteran la oxidación celular. “Una dieta elevada en contenidos grasos altera las barreras intestinales, y la grasa envía endotoxinas al flujo sanguíneo”, dijo. En algunos estudios, los investigadores observaron esos efectos adversos solo cinco días después de que se administró a los sujetos una dieta alta en contenidos grasos.

Qué podemos hacer

En su práctica profesional, Barnard dijo que invita a las personas que están considerando comenzar una dieta más sana a que primero evalúen las posibilidades. “No se ponga a discutir con sus pacientes”, les dijo a los profesionales de nutrición que lo escuchaban. “Invítelos a evaluar qué opciones tienen”. Y entonces, añadió, invítelos a hacer una prueba durante dos a tres semanas”. “Sean buenos instructores”, les aconsejó.

El chef Cory Gheen hace una demostración de cómo preparar uno de los platos que formaron parte de la demostración de cocina y almuerzo “Una aventura culinaria vegetariana”, el 26 de febrero de 2018. Imagen de la Universidad de Loma Linda

Hay numerosos ejemplos de cómo la adopción de una dieta basada en plantas ha beneficiado a las personas, dijo Barnard. Cuando peor es el estado inicial de la persona, más rápidos parecen comenzar a verse los efectos positivos.

Barnard dijo que una dieta basada en plantas tiene el potencial de mejorar la calidad de vida de los pacientes que sufren de varias enfermedades, lo que incluye las afecciones cardíacas, la diabetes tipo 2, y el sobrepeso de las mujeres después de la menopausia. Fue una declaración repetida una y otra vez también por varios otros expositores.

Pensemos, por ejemplo, en Brenda Davis. Davis una consultora nutricional de Columbia Británica, Canadá, que ha escrito más de una decena de libros sobre nutrición basada en plantas, analizó estudios de casos en los que un cambio en la dieta significó mejoras en la salud, un mejor control y hasta la reversión de los efectos resultantes de enfermedades crónicas.

“Sufrir una enfermedad es como tener incendiada la casa”, dijo. “Asegúrense de no añadir ningún tipo de gasolina —elecciones de alimentos no saludables— a ese fuego”.

Davis, que tuvo a su cargo una presentación el último día del congreso, dijo que aun cambios moderados pueden producir mejoras clínicas valiosas. “Y cuanto más cambia el paciente, más grandes son los resultados esperados”, expresó.

Por su parte Wes Youngberg, profesor de Medicina Preventiva de la Universidad de Loma Linda concordó con Davis al expresar que algunas afecciones relacionadas con la dieta pueden experimentar cambios positivos. “Dios creó el cuerpo de manera tal que, con tiempo y el proceso correcto, un estado determinado puede ser revertido”, dijo. “La función de ustedes —les dijo a los profesionales de nutrición presentes en el congreso— es invitar [a sus pacientes] a que adopten un programa que les permita un camino hacia la sanación”.

Ese camino hacia la salud puede resultar difícil y arduo en un comienzo, pero las instrucciones para avanzar en él son simples, dijo Davis. “Hagan que los alimentos basados en plantas lleguen a ser la base de la dieta, y quiten los azúcares y los almidones refinados”, aconsejó.

Y por supuesto, ¡olvídense de las gaseosas!

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