El hecho de que el clima mundial está experimentando cambios negativos debería ser una motivación para redoblar nuestros esfuerzos de evangelización y sociales como iglesia remanente de Dios, dijeron varios estudiosos en presentaciones separadas durante la IV Conferencia Bíblica Internacional en Roma, Italia, llevada a cabo del 11 al 21 de junio de 2018. Entre los fenómenos de la disminución de las reservas de agua potable, la deforestación, la desertificación y la mayor frecuencia en las catástrofes naturales, los adventistas deberían hallar un aspecto positivo que los impulse hacia la misión, dijeron.

“La Iglesia [Adventista] tiene la oportunidad de ser el ‘remanente catalítico’ de Dios”, dijo Ben Holdsworth, profesor de Nuevo Testamento en el Colegio Terciario Union en Lincoln, Nebraska, Estados Unidos. “La iglesia actúa como catalizadora, siendo el medio por el cual la misión y el propósito de Cristo avanzan en el mundo desde su ascensión hasta su regreso”.

La profesora Silvia Schimpf-Torreblanca, de la Universidad Adventista de las Antillas, concordó con él. “La escatología y el ambientalismo no son, después de todo, ideas contradictorias sino complementarias”, dijo. “Cuidar la tierra no está desconectado de la misión cristiana de proclamar las buenas nuevas de salvación”.

A. Rahel Wells, profesora asociada de Biblia Hebrea de la Universidad Andrews, se mostró de acuerdo. “La escatología brinda una motivación definitiva para la ecología”, expresó.

Cinco términos claves

Holdsworth, en su trabajo titulado, “La escatología y la eclesiología adventistas en un mundo con perturbaciones climáticas” analizó las intersecciones entre cinco términos claves: la escatología, la eclesiología, el evangelismo, la economía y el medio ambiente.

La escatología adventista habla de perturbaciones crecientes en la naturaleza a medida que nos acercamos a la segunda venida de Cristo y la restauración final, recordó Holdsworth a su audiencia. La eclesiología, por otra parte, debería enfatizar de qué manera esa realidad está afectando cada vez más a muchos miembros de iglesia, en especial en regiones del mundo donde la iglesia crece con mayor rapidez. Al mismo tiempo, las crecientes perturbaciones climáticas afectarán la economía de las sociedades, lo que incluye a las iglesias locales y las instituciones de la iglesia. Es algo que ya está sucediendo en algunas regiones de la iglesia mundial.

A pesar de las desoladoras perspectivas, dijo Holdsworth, las actuales perturbaciones climáticas constituyen una herramienta que puede ser usada de manera efectiva en el evangelismo. Citó a la destacada científica climática Susanne Moser, que en 2015 expresó en relación con el cambio climático: “Recién estamos comenzando a comprender las situaciones más catastróficas y estamos comenzando a hablar como esos evangelistas de la televisión, para expresar lo que queremos decir”.

En consecuencia, enfatizó Holdsworth, la iglesia debería reconocer “las circunstancias ambientales motivadas por el clima […] no solo como un cumplimiento escatológico sino como una oportunidad de participar del evangelismo como esfuerzos hablados y vividos de llevar esperanza a un mundo inmerso en una crisis cada vez más grande”.

Obstáculos para la participación de la iglesia

El claro mandato de cuidar la tierra y lo que en ella está tradicionalmente ha chocado con la postura de algunos miembros de iglesia, dijeron los investigadores. Como lo resumió Wells, “la comprensión adventista de los eventos del tiempo del fin incluyen la realidad de que la tierra será consumida por el fuego al fin del tiempo”, expresó. Es algo que a menudo ha hecho que el cuidado ambiental ocupe un lugar secundario, “dado que de todas formas, la tierra será renovada por Dios”.

Según Wells, sin embargo, es una postura que pasa por alto las claras descripciones del cuidado de Dios por la tierra y la responsabilidad ecológica de los seres humanos en la creación original, la tierra nueva y todas las leyes del presente. “Los pasajes escatológicos incluyen una descripción de la tierra restaurada y rejuvenecida”, explicó. “En lugar de oponerse a él, la escatología en realidad presupone y necesita el cuidado ecológico”.

Por otro lado, al referirse a ese dilema entre ambientalismo y escatología, los adventistas han sentido tradicionalmente cierta preocupación respecto de la asociación del ambientalismo con cierta retórica política y filosófica, explicó Schimpf-Torreblanca. “Los naturalistas darvinianos y los panteístas de la Nueva Era se encuentran al frente de los esfuerzos por proteger el medio ambiente”, dijo.

Schimpf-Torreblanca también señaló que es usual que la agenda de los ambientalistas esté acompañada de una batalla política entre gobiernos, consorcios financieros y científicos, entre otros. Es algo, dijo, que ha llevado a que algunos adventistas se retraigan y decidan no participar. Pero como lo mostraron los pioneros adventistas, ser buenos mayordomos de la creación de Dios a menudo debería motivarnos a participar social y políticamente, dijo, porque muchas cuestiones pueden ser tratadas mejor en niveles sociales más amplias.

Por ello, “vale la pena preguntarse si una mayor participación de la iglesia en causas ambientales puede ayudar o ser una distracción de la tarea más importante, que es la de compartir a Cristo con otros”, dijo Schimpf-Torreblanca. Y preguntó: “¿Podría ser parte de lo que la iglesia está tratando de lograr?

Motivados para la acción

Para Holdsworth, la respuesta está clara, dado que la participación social adventista no es una expresión de deseo sino una realidad. Las nuevas perturbaciones climáticas, enfatizó, presentan novedosas oportunidades para que la iglesia reflexione y actúe a nivel internacional, nacional y local. Es algo que ya está sucediendo, dijo, al compartir varios ejemplos de la manera en que la Iglesia Adventista está involucrando a la sociedad para ayudar a los afectados y señalándoles entonces a Cristo.

Esta proclamación de “descanso, renovación y esperanza”, señaló Holdsworth, debería estar basada en principios compartidos. Mencionó específicamente los principios de mutualidad (interés y cuidado mutuo entre los miembros), sustentabilidad (cuán posible y sustentable es seguir haciendo lo que hacemos como iglesia), y resiliencia (“el principio de depender de Dios al momento de las pruebas”). Holdsworth también analizó la perseverancia (mantenerse firmes hasta el fin a pesar de sufrir perturbaciones y pérdidas), y la productividad (mantenernos ocupados hasta que Cristo venga, mientras suplimos las necesidades de los que nos rodean y nos esforzamos por esparcir las buenas nuevas de salvación).

“La Iglesia Adventista necesita crear una eclesiología que nos ayude a sostener la unidad y la capacidad de adaptarnos y crecer en un mundo cada vez más vulnerable y perturbado por el clima”, concluyó.

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