Para la Secretaría de la Iglesia Adventista mundial, un departamento que se encarga de conseguir y ubicar a los misioneros adventistas en todo el mundo, no podía ser sino natural que sus empleados mismos fueran al campo misionero.
John Thomas, director de Servicios Voluntarios Adventistas, uno de los ministerios del departamento, dice que fue un llamado que los empleados sintieron de manera definida. “Nuestros empleados nos dijeron: ‘Siempre enviamos misioneros pero nunca experimentamos la misión en el extranjero por nosotros mismos’”.
Dado que los empleados de la Secretaría son una combinación de directivos elegidos y personal contratado, los cronogramas rara vez permiten este tipo de oportunidad. A pesar de ello, G. T. Ng, secretario ejecutivo de la Iglesia Adventista y director del departamento, pidió que se organizara un viaje.
En junio de 2018, el grupo escogió la pequeña nación insular de Dominica, donde Maranatha Volunteers International (MVI) ha estado colaborando con la reconstrucción después de que la isla fue devastada por el huracán María en 2017. Miles de estructuras fueron destruidas o dañadas, lo que incluye a 28 de las 34 iglesias adventistas.
Doce integrantes de la Secretaría y ocho familiares viajaron a Dominica para ayudar a construir un nuevo templo para la iglesia adventista de Beryl, que fue destruida por la tormenta. Sin un templo, la congregación de setenta miembros se ha estado reuniendo en la casa del pastor. Adorar en un nuevo templo será un alivio para los miembros después de estar apretujados en una sala durante el último año.
“Fue una satisfacción caer en la cama al final de un duro día de trabajo, sabiendo que había contribuido a construir las nuevas paredes de la iglesia”, dijo la asistente ejecutiva Susan Marcellino. “Me hizo sonreír imaginar el templo terminado, lleno de personas alegres que entonan himnos”.
Además de colocar las paredes de bloques, los voluntarios organizaron programas para los niños y reuniones de evangelización en la comunidad. También distribuyeron artículos donados como por ejemplo artículos escolares.
Los participantes compartieron que el impacto más profundo que sintieron se produjo en las interacciones personales.
Laurie Schmidt, que es asistente administrativa en la Secretaría, sabía que el viaje incluiría más que la construcción, y llevó consigo a dos hijas adolescentes para que experimentaran la situación que se vive en Dominica. “Quería que experimentaran la misión”, explica Schmidt. “La gente apreció tanto lo que hicimos, y mis hijas aprendieron qué afortunados somos en casa”.
Cuando llegó la hora de regresar, varios comentaron que les habría gustado hacer más, porque Dominica aún tiene necesidades. Muchos voluntarios dejaron sus ropas y sus calzados. Según un participante, sin embargo, la experiencia motivó un renovado énfasis dentro de la Secretaría para encarnar la misión. En el viaje, los miembros del personal llegaron a ser el tipo de misioneros con los cuales suelen interactuar en su tarea diaria.
El viaje también hizo que los empleados tuvieran tiempo de pasar juntos, algo que no sucede en la oficina, dijeron los participantes. A menudo, los empleados están ocupados con sus tareas y no interactúan tanto como les gustaría entre sí.
“Todos trabajamos muy duro juntos”, dijo Schmidt. “Nadie se quejó. ¡Teníamos una misión! Y no existían niveles de autoridad como en el trabajo. Todos éramos hijos de Dios, cumpliendo con la obra de Dios”.
Al regresar a la oficina, el personal de la Secretaría comenzó a preguntar cuándo va a ser el próximo viaje misionero. “Trabajar con Maranatha Volunteers International en este viaje fue una verdadera bendición”, dijo Thomas. “Fue hermoso trabajar con cada uno de los responsables de [Maranatha], e hicimos todo lo posible para que las cosas se desarrollaran sin problemas. ¡Nuestro departamento tiene el más sincero aprecio por la obra [de Maranatha]!
Traducción de Marcos Paseggi