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¿Qué haría usted como tesorero de una asociación si recibiera el informe de que uno de los contadores bajo su cargo ha aceptado un soborno? ¿Lo confrontaría? ¿Miraría para otro lado? ¿Haría que trasladen a esa persona? ¿Y qué pasaría si uno de sus tesoreros, que proviene de un determinado país, está usando los viajes pagados por la iglesia para pasar por su país por cuestiones personales? ¿Qué podría hacer usted como líder para poner fin a esa conducta?

Esas y otras preguntas, product de lo que se denominaron “escenarios ficticios pero realistas”, motivaron una animada discusión que muchos miembros de la Junta Directiva de la Junta Directiva describieron como “enriquecedora” y “reveladora”, durante el Concilio Annual 2018 de la Asociación General en Battle Creek, Míchigan, Estados Unidos.

“La confianza es todo lo que tenemos”, dijo Juan Prestol-Puesán al presentar el segmento el 16 de octubre de 2018. “La confianza de nuestra gente, la que provee los recursos, es todo lo que tenemos. Y la confianza siempre es resultado de una integridad transparente”.

Transparencia e integridad: Habilidades que se cultivan

Prestol-Puesán dejó en claro que la transparencia, que él definió como “honestidad y apertura”, no se limita a las finanzas. “Es un tema de relevancia continua para la iglesia en todas sus áreas”, dijo. La integridad es, según él, “la fidelidad a los principios morales y éticos”. “Nadie tiene el monopolio de la transparencia y la integridad”, enfatizó.

Como cristianos, dijo Prestol-Puesán, suscribimos a una cosmovisión trascendente: no somos amorales. Ser cristianos, sin embargo, no necesariamente nos lleva a comprender plenamente cómo ser fieles y morales. Es la razón, enfatizó, de que jamás deberíamos tomar estos “dos pilares del buen gobierno corporativo” por sentado. “Además de la inspiración del Espíritu Santo, tenemos que desarrollar la capacidad de mostrar transparencia. Es una capacidad que se cultiva”, dijo. “Queremos ser santos pero, ¿sabemos cómo ser santos en el contexto eclesiástico?”

Discusión y estudio de casos

Además de compartir definiciones, la mayoría del tiempo de la sesión extendida fue dedicada a presentar escenarios hipotéticos pero verosímiles e invitar a los miembros de la junta para que discutan cómo hacer frente a cada situación específica. Ann Gibson, profesora emérita de la Universidad Andrews y asistente del tesorero de la Iglesia Adventista mundial para la capacitación de los tesoreros, presentó los casos.

En el primer caso ficticio, un tesorero de asociación recibe la información de que uno de sus contadores a su cargo ha aceptado presuntamente un soborno de un empresario local con quien la asociación negocia de manera periódica. Lo que complica más este caso hipotético es que el contador proviene de una familia prominente de la comunidad y la iglesia, y que enfrentarlo podría tener serias implicaciones.

En otro caso hipotético, un tesorero de una región conocida como división en la iglesia proviene de otro país dentro de la división (no del país en el que se encuentra la sede regional). Dado que el tesorero posee inversiones en bienes raíces (dos casas) en su país, al planificar los viajes de trabajo para la iglesia, suele incluir una parada en su país para ocuparse de sus inversiones.

Se invitó a los miembros de la Junta Directiva a que analicen estos casos en grupos pequeños y se reporten a toda la audiencia.

¿Qué haría usted en ese caso?

Al presentar el primer caso hipotético, Gibson sugirió que piensen si sería una solución en el caso del contador deshonesto no enfrentarlo sino transferirlo a otro territorio de la iglesia. La mayoría de los miembros de la Junta Directiva que se acercaron a los micrófonos, sin embargo, parecieron oponerse a la iglesia.

“No estoy de acuerdo con la iglesia de simplemente transferir a la persona”, dijo Natasha Dysinger, una joven de la junta en representación de los laicos. “Puede que sea difícil [enfrentar a la persona], pero eso es parte de las responsabilidades del liderazgo”.

Por su parte, Ian Sweeney, presidente de la Unión Asociación Británica, concordó con los comentarios de Dysinger, añadiendo que buscar una salida fácil a ese problema también habla de quiénes somos nosotros. “A veces mostramos falta de integridad al traspasar a otros esas personas que carecen de integridad”, dijo.

En ambos casos, es de suma importancia que los líderes busquen ayudar a la persona que ha estado en una situación que se percibe como carente de ética, dijo Gerson Santos, secretario asociado de la Asociación General. Es la razón por la que no podemos ignorar esa situación. “Si no enfrentamos [a la persona]”, dijo, “no le estamos ayudando a crecer”.

Audrey Andersson, secretaria ejecutiva de la División Transeuropea, enfatizó que los líderes tienen que pensar a largo plazo, refiriéndose a casos reales anónimos en los que las personas fueron transferidas hace veinte o treinta años, pero eso terminó haciendo que el problema se hiciera peor. “Si no resolvemos los problemas al nivel más bajo, eso volverá a afectarnos en el futuro”, advirtió.

Hacia el final de la sesión de discusión, Gibson dejó en claro que algunas de las preguntas presentadas no poseen respuestas fáciles de responder, pero que sin embargo buscaban que los líderes de la iglesia se pusieran a pensar. Mientras tanto, señaló, es importante que los líderes enfrenten al individuo con una definición de la situación ideal, evalúen el estado actual de la situación en relación con el ideal, expresen con claridad cuáles son las consecuencias si esa conducta continúa, y esperen una respuesta positiva.

El papel del líder

En sus declaraciones finales, Prestol-Puesán enfatizó que la responsabilidad de los líderes es “hacer que [los miembros de iglesia] comprendan que las cosas pueden salir mal, pero que, si salen mal, vamos a trabajar para solucionarlas. Y más que eso, vamos a esforzarnos para que no salgan mal”. Y se mostró muy firme al expresar que “la confianza es todo lo que tenemos, y para los líderes adventistas no hay otra opción: tenemos que hacerlo bien”.

Prestol-Puesán se dirigió entonces a la Biblia para señalar el ejemplo de Samuel quien, hacia el fin de su vida, le dijo al pueblo de Israel: “‘Aquí estoy; atestiguad contra mí delante de Jehová […] si he tomado el buey de alguno, si he tomado el asno de alguno, si he calumniado a alguien, si he agraviado a alguno o si de alguien he aceptado soborno para cerrar los ojos; y os lo restituiré’. ‘Nunca nos has calumniado ni agraviado, ni has tomado nada de manos de ningún hombre’, dijeron ellos” (1 Samuel 12:3, 4).

“Me gustaría que cada uno de nosotros tenga la capacidad de decir lo mismo que Samuel”, expresó.

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