8 de marzo de 2019 | Fabrício Gomes, División Sudamericana y Adventist Review

Cuando se cerró la frontera de Venezuela con Brasil en febrero de 2019, bloqueando así la ayuda humanitaria enviada al pueblo de Venezuela, muchos pobladores se sublevaron, especialmente los que habitaban en comunidades indígenas de la frontera. Los encuentros con el ejército venezolano llenaron a muchos de temor y desesperanza.

Cientos de esos residentes, muchos de ellos adventistas del séptimo día, cruzaron la frontera con Brasil, en donde fueron recibidos por las comunidades indígenas locales en la zona de San Marcos, Roraima. De acuerdo con el dirigente local, Aldino Alves, su comunidad de unos 260 habitantes, muy pronto de triplicó. Ahora cuentan con unas mil personas locales y refugiados viviendo en ese lugar y están esperando la llegada de muchos más.

“Tan pronto como se inició el conflicto, recibimos un pedido de ayuda y comenzamos a brindar asistencia a la gente que estaba llegando”, dijo el dirigente. “Siendo que pertenecemos a la misma etnia taurepang, con muchos miembros adventistas en ambos lados de la frontera, no fueron muy difíciles la comunicación y la adaptación”.

Suministros listos para distribuirse entre los residentes locales y refugiados venezolanos en San Marcos, Roraima, Brasil. Imagen por División Sudamericana

En colaboración con el ejército de Brasil, la comunidad les ha dado la bienvenida a aquellas personas que les ha sido posible cruzar la frontera. El comandante de la base militar de Paracaima, Antonio Vamilton, dio a conocer lo que están haciendo: “Estamos ayudando a todos los emigrantes y proveyéndoles los servicios más básicos, seguridad y atención”, dijo. Y estamos planificando formas de darles el mejor apoyo que podamos ofrecerles”.

Ayuda providencial

Con el gran incremento de su población en tan corto tiempo, a los residentes locales muy pronto se les agotaron los alimentos y las opciones para darles albergue, dijeron los dirigentes de la comunidad. En respuesta a lo anterior, la Agencia Adventista de Desarrollo y Recursos Asistenciales (ADRA) para la zona de Roraima, en conjunto con el ejército de Brasil y otras organizaciones humanitarias, reunieron cientos de colchones, cobijas y una tonelada de alimentos. ADRA ha puesto también a disposición un equipo de voluntarios.

De acuerdo con el director de ADRA Roraima, Arlindo Kefler, esto es lo mínimo que pueden hacer. “Hemos traído estos suministros para aliviar el hambre y el dolor que están sintiendo, de manera que puedan disfrutar de un mínimo nivel de dignidad humana”, dijo.

Marturino Pérez, uno de los refugiados, expresó su gratitud y aprecio por la ayuda y el apoyo que están recibiendo. “Les agradecemos inmensamente estas donaciones, porque necesitamos realmente mucha ayuda”, dijo.

Vpluntarios de ADRA sirven comida a refugiados indígenas venezolanos que han cruzado la frontera con Brasil en días recientes. Imagen por División Sudamericana

La residente local, Luciana Gonçalves explicó cómo se siente al poder ser capaz de ayudar a los refugiados. “Es un placer ayudar a nuestros hermanos de Venezuela y, siendo que ellos tienen estas necesidades, nosotros debemos dar un paso adelante para ayudarlos”, dijo.

El dirigente Alves dio a conocer que entre los residentes y los refugiados hay muchos niños, mujeres en estado de embarazo y personas de la tercera edad, tanto brasileños como venezolanos. “En tales circunstancias, el recibir asistencia es una bendición de Dios, porque nos fortalece y nos da los medios para ayudar en mejor forma a otros refugiados”, dijo.

Para el presidente de la Iglesia Adventista en el noroeste de Brasil, Gilmar Zahn, esta ayuda es de gran importancia, pero se necesita hacer mucho más. “Estamos aquí con ADRA y el ejército de Brasil para distribuir esta ayuda de primeros auxilios, pero también para evaluar la situación actual mientras tratamos de encontrar medios de ayudar a todos los residentes de esta comunidad en forma más eficaz”, dijo.

Testimonio de voluntarios

José López es un venezolano de la localidad que no es miembro de la iglesia. José López se familiarizó con ADRA a través de un voluntario que lo invitó a ir a la iglesia. Fue invitado a participar en la ayuda humanitaria y vio en ello una oportunidad para hacer más en favor de otras personas. “Fue un llamado al corazón  y tomé la resolución de atender este llamado”, dijo. “Soy venezolano, así que sé bien lo difícil que están las cosas ahí. No hay nada mejor para mí que poder ayudar a mis compañeros conciudadanos.

Un grupo de refugiados venezolanos hacen fila para recibir asistencia. La Agencia Adventista de Desarrollo y Recursos Asistenciales (ADRA) en el noroeste de Brasil está colaborando con el ejército de Brasil y otras organizaciones para proveer alimentos y cobijas a los recién llegados. Imagen por la División Sudamericana

Aproximadamente unos 20 voluntarios partieron de la ciudad capital de Boa Vista, Roraima, y viajaron hasta Pacaraima para distribuir suministros en la comunidad indígena. Muchos de ellos no son miembros de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, pero han aceptado la misión de ofrecer sus servicios voluntarios para ayudar a otros.

De acuerdo con Gizele Marques, quien forma parte de los coordinadores del equipo de voluntarios, el saber que algo se puede hacer  para aliviar el dolor y el sufrimiento de los refugiados, los motiva a dar con el corazón. “Al pasar tiempo con ellos, nos damos cuenta de que necesitan toda la ayuda que puedan tener y no estoy hablando solamente de cosas materiales”, dijo Gizele Marques. “Esto ha representado una gran diferencia no solamente para ellos, sino también para nosotros”.

La versión original de esta noticia apareció en el sitio de noticias de la División Sudamericana.

Traducción – Gloria A Castrejón

 

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