16 de julio de 2019 | Loma Linda, California, Estados Unidos | Sandra Blackmer, Adventist Review

El enfoque y misión del Ministerio para Necesidades Especiales son la recuperación de la dignidad de cada persona, les dijo el orador plenario Larry R. Evans a los asistentes a la Tercera Conferencia Global de Salud y Estilo de Vida celebrada en la Universidad Loma Linda, la mañana del 11 de julio de 2019.

“Somos un ministerio de posibilidades, no un ministerio de discapacidades”, dijo.

Se presentó por primera vez en la conferencia internacional de salud, el Ministerio para Necesidades Especiales que fue creado en fecha cercana a la sesión de la Asociación General de 2015, en San Antonio. Su misión es equipar y movilizar a las personas invidentes, a aquellas con discapacidad auditiva, huérfanos y personas con limitaciones físicas o mentales, para que sirvan a Dios en su comunidad.

Larry Evans, asistente del presidente de la Iglesia Adventista en cuanto al Ministerio para Necesidades Especiales, en una presentación plenaria llamada “Lo feo, lo bueno y lo mejor: Recuperación de la dignidad y posibilidad de cada persona», durante la 3° Conferencia sobre Salud y Estilo de Vida celebrada en la Universidad Loma Linda, California, Estados Unidos, el 11 de julio de 2019. Imagen: Adventist News Network

“Debemos traer restauración y plenitud a todos en un mundo quebrantado”, explicó el orador Evans.

Capacidad de crueldad

Larry R. Evans, asistente del presidente de la Asociación General para propósitos de este ministerio, enfatizó el trato cruel e inhumano del que son capaces las personas. Citó el ejemplo reportado en 1971, en Los Angeles Times, acerca de una mujer llamada Mother Hastings.

Mother Hastings tenía las manos lisiadas. Las autoridades en Portland, Oregon, le dijeron que ella “presentaba una imagen demasiado terrible para ser vista por los niños”, dijo el orador. “Entonces le pagaron dinero para que se fuera de la población”.

“Las sociedades preindustriales eran muy crueles con aquellas personas que eran diferentes”, hizo notar el orador Evans. “Aunque no las segregaban, dejaban toda la responsabilidad en manos de sus familias. Sin embargo, después de la Guerra Civil de los Estados Unidos, al aumentar el sentimiento en contra de los mendigos y las personas discapacitadas, frecuentemente se deshacían de su presencia a la primera señal de anomalía y eran llevadas a un “hospicio” o a una “granja de labor”.

De acuerdo con el presentador, en varias ciudades de Estados Unidos se establecieron y ejecutaron leyes que consideraban como crimen el que personas con obvias deformaciones fueran vistas en zonas públicas. Más tarde, esas ordenanzas citadinas fueron llamadas “ugly laws” (leyes en contra de personas de aspecto desagradable). Chicago fue la última ciudad en repeler ese tipo de leyes en 1974.

Asistentes a la 3° Conferencia Global sobre Salud y Estilo de Vida escuchan a Larry Evans en la sesión plenaria sobre Ministerio para Necesidades Especiales, el 11 de julio de 2019. Se proveyó traducción simultánea en español, francés, ruso, coreano y otros idiomas. Imagen: Adventist News Network

“Y tales leyes no estaban confinadas solamente a los Estados Unidos. El Reino Unido y las Filipinas, por ejemplo, tuvieron también su propia versión”, dijo.

“Tuvimos una forma diferente de lazareto, una diferente forma de discriminación”.

La buena nueva, dijo el orador Evans, fue que la Iglesia Adventista no guardó silencio en cuanto a este tema.

En 1874, Elena G. White escribió en su tercer tomo de Testimonios para la Iglesia: “Vi que en la providencia de Dios, las viudas y los huérfanos, los ciegos, los sordos, los cojos y los afligidos en una diversidad de formas, han sido colocados en estrecha relación cristiana con su iglesia, para probar a su pueblo y desarrollar su verdadero carácter”, y añade luego: “Los ángeles de Dios están observando para ver cómo tratamos a estas personas que necesitan nuestro apoyo, amor y benevolencia desinteresada. Así es como Dios prueba nuestro carácter” (tomo. 3, p. 522).

Fuente de identidad

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, las personas con discapacidades representan la más grande minoría en los Estados Unidos, equivalente al 15 por ciento de la población, dijo el presentador Evans. “Mundialmente, aproximadamente unos 550 millones de personas están discapacitadas. Y nosotros tenemos la responsabilidad de ministrar en favor de sus necesidades y de incorporarlas a la misión de la iglesia”.

La fuente de nuestra identidad nos ayuda a ver a todas las personas desde la perspectiva de un amante Creador, hizo notar el orador. “Nosotros vemos a las personas desde una perspectiva diferente a como las ven quienes no creen en un Redentor, en un Creador. Dios le da a cada persona significado, dignidad y valor”.

“El valor de una persona no debe estar basado en lo que él o ella sean capaces de hacer o en lo que hayan hecho en el pasado”, continuó diciendo. Más bien, el valor de la persona debe considerarse de acuerdo a lo que Dios ha hecho, está haciendo y puede hacer si se le da la oportunidad”.

Dignidad y respeto

Larry R. Evans explicó que es de vital importancia entender la diferencia entre los términos “dignidad” y “respeto”. El respeto, dijo, se gana a través de las acciones de la persona; pero la dignidad es inherente, ya sea que la persona sea invidente, sorda o con discapacidades físicas o mentales.

Cuando son aceptadas nuestra identidad y nuestra dignidad, nos sentimos incluidos; tenemos un sentido de pertenencia, explicó.

“el esconder a las personas de la vista de los demás no es la respuesta apropiada. La respuesta es el estilo de vida de Jesús. Jesús vio posibilidades en donde otros solamente se avergonzaban. Jesús podía distinguir todavía su imagen en ellos. Las discapacidades visibles o invisibles nunca fueron un obstáculo para él”, enfatizó el orador.

“El significado pleno de una salud plena e integral es una aceptación plena como la ejemplificada por Jesús”.

“Ese es el desafío que me hago a mí mismo; ese es mi desafío para la iglesia mundial”, concluyó diciendo el orador Evans. “Reconozcamos a todas las personas como dotadas y talentosas, necesitadas y valiosas, así como lo hizo Jesús”.

Traducción – Gloria A Castrejón

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