Maranatha Volunteers International, un ministerio de apoyo de la Iglesia Adventista del Séptimo Día que coordina proyectos breves e intensivos de construcción de iglesias y escuelas y la perforación de pozos de agua en diversas partes del mundo, cumple 50 años en 2019. El ministerio celebró este hito durante su convención anual en Sacramento, California, Estados Unidos, del 19-21 de septiembre de 2019.
Los voluntarios y patrocinantes de Maranatha Volunteers International son un grupo feliz de personas, y se nota. Los partidarios de este ministerio de apoyo de la Iglesia Adventista, que abarcan todas las edades y un grupo cada vez más diversos de etnias, disfrutan de contar la historia del movimiento. Es una historia de una visión de servir a Dios al servir a sus hermanos más pequeños, y sobre qué gratificante puede resultar ello.
Como suele reconocerse, es posible discutir para desacreditar una idea o doctrina, pero una historia de vida que se basa en la experiencia personal solo puede ser aceptada o rechazada. Uno tiene que ya sea aceptarla o rehusarse a creerla. La verdad sea dicha: los sinceros testimonios de un número representable de voluntarios de Maranatha (algunos de los cuales Adventist Review espera compartir en artículos futuros—son muy difíciles de rechazar. Y al igual que muchas otras cosas en la vida, se basan en un conjunto claro de presuposiciones.
El servicio es alegría
No hace falta conversar con los voluntarios y patrocinantes de Maranatha por demasiado tiempo antes de descubrir sus presuposiciones. En primer lugar, viven según la premisa de que los cristianos —en particular los adventistas del séptimo día— se encuentran en este mundo para servir a Dios y a sus prójimos. Es algo que se da por sentado. Como un anómino y veterano partidario de Maranatha me lo explicó: “La vida es corta, por lo que es necesario levantarse, dejar lo que nos resulta cómodo, y hacer algo por Cristo”.
En segundo lugar, los partidarios de Maranatha están convencidos de que servir a otras personas produce gozo. Ese gozo, enfatizan muchos de los partidarios del ministerio, no se encuentra en el dinero o las posesiones. “Ver las sonrisas de las personas que ayudamos”; dijo un experimentado voluntario que hace poco colaboró en Kenia, “no hay nada sobre la tierra como eso”.
Dios dirige el ministerio
En tercer lugar, Maranatha existe bajo la premisa de que es una iniciativa que nació de Dios y que es dirigida por él, como enfatizó Don Noble, presidente de Maranatha desde 1982.
“Dios tenía un plan; él lo dirigió y se hizo realidad”, dijo. “El impacto más grande [que tuvimos] fue darnos cuenta, como junta y como organización, de que Dios estaba al mando, y de que se podía confiar en él”.
En cuarto lugar, los partidarios de Maranatha creen que el servicio debería producir cambios concretos, tangibles y positivos en la vida de otras personas.
“Sabemos que [Maranatha] no tiene que ver con edificios”, dijo Ricardo Graham, presidente de la Unión Asociación del Pacífico, que asistió al evento de celebración del 50° aniversario. “Tiene que ver con edificar vidas”.Al mismo tiempo, ayudar a otros transforma la vida de los que se involucran en ayudar.
“He visto a adolescentes transformados”, dijo el voluntario de Maranatha Dan Klein Jr. en referencia a proyectos específicamente dirigidos a adolescentes. “Se involucran más, y participan más de los cultos de adoración”.
Klein dijo que había sido testigo de la manera en que un proyecto de Maranatha puede transformar a jóvenes y ancianos en líderes de Cristo, comenzando con los que están más cerca de él.
“Cambió mi trayectoria espiritual, y la de mi familia”, dijo Klein. “Dios usa a los adolescentes y adultos para su reino y su gloria”.
Una familia de miles
Otra sólida presuposición que subyace a todo lo que hace Maranatha es que, no importa quién sean o de dónde vengan, servir juntos le da a cada persona de alguna manera una “conexión de sangre”. “Somos una familia aquí”, dijo John Marriott, que ha participado en decenas de proyectos de Maranatha a lo largo de los años.
En la celebración, Marriott, un miembro de iglesia laico que proporciona servicios de plomería y electricidad en los proyectos de Maranatha, dijo que por lo general recuerda rostros y nombres. Son los lugares donde estuvieron que se le mezclan y confunden.
“A veces me encuentro con amigos con quienes hemos construido iglesias y escuelas, pero no estoy seguro dónde o cuándo los vi por última vez”, explicó Marriott. “¿Era en Zambia? ¿En Kenia? ¿En Honduras? Y ellos tampoco se lo acuerdan”, dijo con una sincera carcajada.
Ven, Señor Jesús
Por sobre todas las cosas, los voluntarios y los patrocinadores hacen honor al nombre Maranatha, un término arameo que significa “El Señor viene”, al trabajar de conformidad con la creencia de que Jesús viene pronto. Es algo, dijeron los líderes del ministerio, que ha impulsado a Maranatha desde su primer proyecto en 1969.
También influye sobre todo lo que hace el ministerio, lo que incluye la celebración de su 50° aniversario.
“No celebramos el hecho de que aún estamos [sobre esta tierra]”, dijo Susan Bushnell, vicepresidenta financiera de Maranatha en una oración durante el banquete de apertura, “pero celebramos que tú [Cristo] pronto volverás”.
Es una idea que fue claramente expresada en cada parte del programa de fin de semana: Jesús viene otra vez, y cada uno de nosotros puede hacer algo para contar mejor esa noticia antes de que él regrese.
Haz tú lo mismo
Los voluntarios de Maranatha muestran que el gozo del servicio es contagioso, y que sus experiencias son emocionantes. Cuentan la historia de planes ambiciosos y aún improbables que, gracias a lo que ellos creen fue la intervención milagrosa de Dios, se hicieron realidad”.
Como lo expresé antes, podemos ya sea creer o rehusarnos a creer esas historias. Pero quizá esas no sean las únicas dos opciones después de todo. Ahora que lo pienso, hallo que hay una tercera: Las historias de servicio de Maranatha invitan a los que no están involucrados en ese ministerio a que se animen a probarlo. Las historias sirven como una motivación para el resto de nosotros, para hallar gozo en servir a Dios al servir a nuestros hermanos más pequeños. Nos impulsan, me parece, a reacomodar nuestros valores y prioridades.
Una vez que lo hacemos, cuando comprendemos quién es nuestro prójimo necesitado, esas historias nos impulsarán por cierto a seguir la sugerencia de Cristo al maestro de la ley de antaño, cuando le dijo: “Ve y haz tú lo mismo” (Lucas 10:37).
Traducción de Marcos Paseggi