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Richard y Curlean Berry perdieron su casa y su granja en Ábaco, en el norte de las Bahamas, donde vivieron durante 27 años, contribuyendo al crecimiento de la iglesia como misioneros de sostén propio. Ellos visitaron la iglesia adventista New Providence en Nassau, Bahamas, el 8 de enero de 2020, para escuchar charlas sobre trauma psicológico a cargo de expertos de la Universidad de Loma Linda. Esperan que eso les ayude a enfrentar mejor las pérdidas que han sufrido en Ábaco, y aguardar hasta que se produzca la reconstrucción. [Fotografía: Libna Stevens/DIA]

19 de enero de 2020 | Nassau, Bahamas | Libna Stevens/DIA

Richard y Curlean Berry han estado extrañando su hogar desde el día que tuvieron que evacuar su hogar y granja en Ábaco, en el norte de Bahamas, cuando el Huracán Dorian arrasó la parte central de la isla a comienzos de septiembre de 2019. Habían vivido durante más de 27 años en Marsh Harbour, después de conseguir un trabajo de pavimentación rural en la década de 1990 para Richard, que es ingeniero de caminos y constructor. Curlean tenía su propia exitosa empresa de suvenires cuando ambos decidieron trasladarse a Ábaco como misioneros de sostén propio, con el propósito de contribuir con el crecimiento de la iglesia en el lugar. Su obra fue fundamental para iniciar dos iglesias en Ábaco Sur y fortalecer la iglesia en Marsh Harbour.

Ábaco es su hogar, o lo que quedó de él. Los Berry están entre los cientos de miembros de iglesia que tuvieron que escapar Ábaco y reubicarse en diferentes islas, muchos en Nassau, Bahamas. “Hemos estado viviendo con nuestra hija desde septiembre, y realmente no tenemos mucho a lo cual regresar”, dijo Curlean.

“Todo quedó destruido”, dicen ambos casi al unísono. Richard ha estado de regreso para visitar y se queda durante unos días en Ábaco procurando hallar un tractor para hacer que su granja de cocoteros comience a funcionar. Pero la limpieza de la isla llevará más que tan solo unos meses. Entre tanto, el desplazamiento les ha afectado.

“Entré en una depresión y me fui a ver a un psiquiatra”, dijo Curlean. La terapia y la medicación la han ayudado a enfrentar la depresión, y ha estado orando y tratando de hacer frente al haber sido desplazados de su hogar, de la vida que tenían antes de Dorian. Curlean dijo que está aguardando los resultados de una biopsia de un nódulo que los médicos encontraron en su pecho. Ella compartió la noticia con los muchos que se acercaron a la iglesia adventista New Providence en Nassau para escuchar algunas charlas sobre trauma psicológico el pasado 8 de enero de 2020.

El pastor Peter Kerr, presidente de la Iglesia Adventista en la Unión del Caribe Atlántico, que supervisa las Bahamas, las Islas Caimán y la islas Turcos y Caicos. [Fotografía: Libna Stevens/DIA]

Las charlas han sido organizadas gracias a un esfuerzo de colaboración con la iglesia en la Unión del Caribe Atlántico, la División Interamericana y profesionales de la Universidad de Loma Linda.

“Me levanto en el medio de la noche y las historias de las personas me vuelven a la mente”, dijo el pastor Peter Kerr, presidente de la Iglesia Adventista en la Unión del Caribe Atlántic, que supervisa las Bahamas, las Islas Caimán y la islas Turcos y Caicos. “Las imágenes y sonidos de sus relatos aún están conmigo. Hay personas que siguen buscando a sus seres queridos, que aún aguardan cerrar ese capítulo”, dijo.

Kerr se estaba dirigiendo a un grupo de más de 150 personas de otras iglesias y de la comunidad para obtener una perspectiva de cómo hacer frente a su nueva vida. “Creemos que hay un gran Dios aun en medio de la tormenta”, dijo Kerr. “Nos levantaremos de las cenizas y veremos que las flores volverán a florecer, porque estamos comenzando a ver la luz del sol, pero va a llevar un buen tiempo”.

Después de que se atendieron las necesidades básicas de muchos de los miembros de iglesia gracias a numerosos esfuerzos asistenciales y donaciones, llegó el momento de brindar intervenciones psicológicas en forma de charlas en medio del largo proceso de recuperación, explicó Kerr.

El doctor Pharez D. Rolle, profesor asociado de psiquiatría y psiquiatría del adulto en Loma Linda, California, habló sobre los efectos a largo plazo del trauma.

El doctor Pharez Rolel, profesor asociado de psiquiatría en la Universidad de Loma Linda, habla a las decenas de miembros de iglesia y de la comunidad en Nassau, Bahamas. [Fotografía: Libna Stevens/DIA]

“El trauma llega de muchas maneras diferentes”, dijo Rolle. “Una de las más grandes es la pérdida de la familia, los amigos, la pérdida de un estilo de vida, la pérdida del trabajo. Sin embargo, muchos traumas están ocultos”.

Es importante es hallar un buen terapeuta y construir un equipo de apoyo a su alrededor, dijo el doctor Rolle. “Superar el trauma no es un proceso solitario; se requiere de toda una comunidad”. Rolle señaló que hay que estar preparado emocionalmente para ayudar a alguien que sufre traumas, y destacó la importancia del cuidado personal antes de ayudar a otra persona, y de usar un enfoque de equipo para ayudar a alguien que ha pasado por una situación traumática.

El doctor Carlos Fayard, profesor asociado de psiquiatría en la Universidad de Loma Linda, y quien también es director asistente de asuntos de salud mental de la Iglesia Adventista mundial, compartió que “el mensaje clave es que hay esperanza”.

“Las catástrofes sacuden todas las cosas, incluida la fe, y muchas veces no anticipamos eso”, dijo Fayard. “Es importante que se aferren a su fe, pero que hagan lo que es necesario hacer para sentirse mejor: vayan a ver a un terapeuta”.

El doctor Carlos Fayard, profesor asociado de psiquiatría en la Universidad de Loma Linda, le pide a los presentes que confíen en Dios y su Espíritu y que busquen la ayuda de un terapeuta profesional para que los ayude a hacer frente a la situación traumática. [Fotografía: Libna Stevens/DIA]

La restauración del significado tiene que ver con comprender que todos se necesitan mutuamente, tener el valor de aceptar lo que sucedió y seguir confiando en Dios. “Si están haciendo frente a emociones, pueden enfrentarlas. Aun si no pueden cambiar lo que se perdió, ustedes pueden cambiar. Tenemos que afirmar lo que aún queda y lo que resulta significativo”.

Una de las cosas más terribles de una situación traumática es el sentimiento de soledad, dijo Fayard. “Pueden enfrentar cualquier cosa si alguien está con ustedes. Necesitan una presencia tangible con el Señor”.

Implica servir a alguien que los trasciende, explicó. “Salgan de donde están, acérquense a otros. Abran el corazón para que otros les puedan abrir el de ellos”, dijo Fayard.

El doctor Fayard dirigió sesiones grupales durante su segmento y, junto con el doctor Rolle, respondió preguntas de las decenas de personas presentes.

Los asistentes a las charlas especiales sobre trauma psicológico comparten experiencias durante un ejercicio que llevó a cabo el doctor Carlos Fayard. [Fotografía: Libna Stevens/DIA]

Para los Berry, la esperanza los mantiene enfocados en aferrarse a Dios, ver a un psiquiatra y ser parte de una campaña de evangelización en la iglesia adventista Grandstone en Nassau, que comienza a fines de este mes.

El pastor Wilson Isnord asiente y toma nota durante las charlas en la iglesia New Providence. Está sentado junto a su esposa, con el escape de su hogar durante el huracán aún fresco en su memoria. Él y sus hijos de 19 y 15 años se trasladaron a Nassau después de la catástrofe. El pastor Isnord perdió su casa, y dos de las cinco iglesias que atendía en Ábaco fueron destruidas. Todos sus miembros se trasladaron a otra parte. Esperanza es lo único que ha logrado compartir desde que dejó Ábaco. Meses después, ministra a muchos de sus antiguos miembros en refugios de Nassau. Hace todo lo que puede para señalar esfuerzos asistenciales y la ayuda que está disponible para los más necesitados.

Desde noviembre, se le asignó una iglesia de habla francesa en Nassau, donde ve a algunos de los miembros de iglesia de Ábaco.

“Ha sido muy duro”, dijo el pastor Isnord. Se siente impotente a la hora de ayudar a todos aquellos a los cuales solía ministrar y que ahora se han esparcido, no están en hogar, y están enfrentando la reubicación y pensando qué les deparará el futuro. “La parte humana de mí aún siente el dolor, la pérdida de tanto en tanto cuando pienso en lo que sucedió. Me coloca en una posición de fortaleza mi relación con Cristo aún más ahora, cuando muchos vienen con sus desafíos y yo tengo que hallar la fortaleza de llevarlos donde están y donde deberían estar, a la esperanza que pueden hallar en Cristo”, dijo.

El pastor Wilson Isnord ahora está viviendo en Nassau con su familia. Sueña con regresar a Ábaco para restaurar y reconstruir las dos iglesias que fueron destruidas por el huracán Dorian en Marsh Harbour, en la parte central de la isla. [Fotografía: Libna Stevens/DIA]

Isnord sabe que su ministerio jamás será el mismo después de la catástrofe, añadió. “La tormenta enseña cómo confiar y depender de Dios plenamente, porque cuando yo estaba en mi casa y las ventanas volaron, y el viento entró a la casa y me vi rodeado por las aguas, todo lo que me importó fue Dios y mi familia. Solo me pude apoyar en Dios”.

El pastor Isnord está agradecido de que puede entender mejor el trauma que él y sus miembros de Ábaco han atravesado, y ayuda a otras personas en la iglesia adventista de habla francesa.

El pastor Isnord sueña con regresar a Ábaco y a encargarse de la reconstrucción de ambas iglesias en Marsh Harbour. Entretanto, continúa ministrando y compartiendo esperanza a todos los que aún se están ajustando a la vida después del huracán Dorian.

El doctor Rolle y el doctor Fayard también hablaron a decenas de personas en la iglesia adventista Freeport en Gran Bahama, del 9 al 11 de enero.

Los oyentes toman nota durante las charlas recientes que brindaron psicólogos de la Universidad de Loma Linda, el 8 de enero de 2020. [Fotografía: Libna Stevens/DIA]

El pastor Kerr dijo que tan pronto como el gobierno autorice la reconstrucción de las iglesias, el plan es reconstruir en Marsh Harbour. “No estamos seguros si serán reconstruidas en el mismo lugar o si el gobierno destinará tierras, pero pensamos avanzar”, dijo.

Aunque los programas básicos asistenciales y de alimentación han concluido, hay aún diez adventistas alojados en refugios del gobierno en Nassau, pero piensan ser reubicados para fines de este mes, dijo Kerr. Asimismo, la colaboración con el equipo de trauma psicológico de Loma Linda continuará durante todo el año, explicó.

Se están haciendo planes de reconstruir algunas casas con materiales donados por el gobierno y otras donaciones, gracias a un grupo de veinte constructores de Trinidad que están siendo enviados a la Unión del Caribe Atlántico para colaborar con el proceso, dijo Kerr.

Para saber más sobre la Iglesia Adventista del Séptimo Día y sus iniciativas en la Unión del Caribe Atlántico, visite atcunion.org

Traducción de Marcos Paseggi

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