4 de mayo de 2020 | Redlands, California, Estados Unidos  | Por: Quiet Hour Ministries

Dos equipos misioneros de Quiet Hour Ministries (QHM) estaban ya listos para prestar sus servicios en Cuba al tiempo en que apenas comenzaban a aparecer informes dispersos acerca del COVID-19 en algunas partes de los Estados Unidos. No sabían lo que pronto vendría días más adelante, pero Dios sí lo sabía ¡y él tenía un plan!

“Estamos orando porque Dios esté con todos ustedes en este viaje”, les escribió en un mensaje Randy Bates, presidente y director ejecutivo de QHM, a los miembros del equipo que estaba por partir. “Los invito a reclamar para ustedes la promesa de Proverbios 3:23, 26: ‘Podrás recorrer tranquilo tu camino, y tus pies no tropezarán… Porque el Señor estará siempre a tu lado’” (NVI).

Durante las siguientes horas, los miembros del equipo misionero de QHM, procedentes de todas partes de Estados Unidos, comenzaron a comunicarse a través de su grupo formado en la aplicación WhatsApp. “Ya casi estamos en Cuba”, escribió Moraa, miembro de este grupo, sin siquiera imaginar la increíble semana que tendrían por delante.

Los equipos llegaron sin ninguna novedad el 12 de marzo. Uno de los equipos se dirigió a la ciudad de Pilón y el otro a Niquero. Sorprendentemente, la totalidad de sus materiales de evangelización pudieron pasar rápidamente a través de los protocolos de aduana. Los oficiales ni  siquiera los abrieron, lo cual es algo no común que ocurra en los viajes misioneros a Cuba. Los equipos estaban listos para enfocar toda su atención y energía a su labor.

Lo primero que hizo cada equipo fue echar a andar sus proyectos de construcción y ofrecer servicios clínicos gratuitos, dando a la vez a conocer a Jesús a centenares de personas. En Pilón, Linda, quien era parte del equipo, informó que la asistencia al programa preparado para los niños se elevó de 26 asistentes, la primera noche, a 54 la siguiente. En la primera clínica, el equipo atendió a más de 200 personas en cuatro horas. En Niquero, se estuvo experimentando también clínicas repletase y un excelente progreso en la construcción.

Mientras tanto, en los Estados Unidos, el coronavirus estaba ya rápidamente llenando las noticias mientras la seriedad de la situación comenzaba a elevarse. En las oficinas de QHM, se elevaban oraciones en procura de sabiduría. ¿Debían los equipos misioneros regresar a casa inmediatamente, o debían continuar trabajando?

El director Randy les escribió a los equipos: “Nos sentimos muy emocionados de escuchar la forma como Dios está bendiciendo nuestra obra en Cuba. No deseamos traerlos de regreso antes de tiempo si no tenemos que hacerlo”. Los equipos se sintieron aliviados. Ellos deseaban continuar y oraban porque pudieran ser capaces de terminar lo que habían comenzado.

Al avanzar la semana, comenzaron a haber pequeños cambios. En algunos lugares se rumoraba que habían sido enviados ciudadanos de los Estados Unidos a propagar el virus entre la población y había advertencias de no acudir a las clínicas. Pero la gente de todas maneras continuaba abarrotando las clínicas y las reuniones nocturnas.

Sin embargo, ya para el jueves 19 de marzo, la situación se había vuelto más urgente  y, cuando el Departamento de Estado de los Estados Unidos lanzó una advertencia de viajes, Nivel 4, para sus ciudadanos estadounidenses, QHM entendió que era tiempo de traer de regreso a sus equipos unos cuantos días antes de lo planificado.

“Como todos ya lo han escuchado”, escribió Wes Peppers, “es muy probable que tengamos que salir de regreso a casa tan pronto como mañana mismo”. Si tienen planes de dejar alguna cosa para las iglesias del lugar, háganlo esta misma noche.

En casa, el personal de la oficina de QHM hacía apresuradamente arreglos de última hora para traer de regreso a casa y sin novedad, a todo el grupo. Los equipos tomarían un autobús para viajar 20 horas hasta el aeropuerto de la Habana y entonces volarían de regreso a los Estados Unidos. El equipo estaba preparado, pero con el corazón destrozado por tener que alejarse antes de haber concluido su misión.

Sin embargo, la noche anterior a la partida de los equipos, todos fueron increíblemente bendecidos al presenciar bautismos como resultado de su labor, con algunos otros que seguirían celebrándose. Aunque las cifras finales todavía continúan llegando, este equipo sabe que fueron parte de algo extra especial.

El domingo de noche, ya con cada miembro del equipo seguro en casa, Darryl Bentley dio a conocer al grupo lo siguiente:

“El presidente de la Unión de Cuba dijo que estos dos equipos tuvieron un impacto mayor que el ejercido por cualquier otro equipo o grupo en su asociación. Tomando en cuenta la elevada concurrencia a las clínicas, las solicitudes para recibir estudios bíblicos y la cosecha bautismal entre los que estaban listos para el bautismo, dijo que estaba realmente sobrecogido por la forma como el Señor había obrado.

“Esto me afirma en mi convicción de que hicimos lo correcto al mantenernos en curso tanto como nos fue posible y que llevamos a cabo nuestra misión según el Señor nos fue dirigiendo”. El Pastor Bentley escribió: “Creo sinceramente que el tiempo oportuno para ir a ese país y la elección del tiempo de sacar a cada uno de allí, fue justamente como el Señor quería que fuese”. El enemigo trató de desviarnos de nuestro propósito, pero nuestros equipos se mantuvieron en curso y el Señor nos fue guiando en todo”.

Dios tenía un plan perfectamente coordinado y sincronizado y lo utilizó en su totalidad para su gloria.

Janice, quien formó parte también del equipo, dijo lo siguiente: “¡Alabado sea Dios! Regresamos de Niquero, en donde fuimos imbuidos de amor y paz a través de nuestras experiencias. Que la paz de la que gozamos quede con nosotros al regresar a los Estados Unidos durante este tiempo caótico”.

La versión original de esta historia se publicó en el boletín de noticias de Adventist Laymen’s Services and Industries (ASI), de Abril 2020.

Traducción – Gloria A. Castrejón

 

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