25 de julio 2020 | Silver Spring, Maryland, Estados Unidos | Por: Ted N.C. Wilson
Amigos, espero que hayan tenido una semana bendecida y estén ansiosos por recibir el Sábado. ¿Sabían que este sábado ha sido designado en todo el mundo como «el sábado de los niños»? Es parte del calendario de Días Especiales y Eventos de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, que pueden encontrar en el sitio web en su pantalla [gc.adventist.org/events/special-days/]
“Los hijos son herencia de Jehová”, como leemos en Salmos 127:3. Y cuán cierto es esto en la familia y en la Iglesia. Qué puede ser más importante que nuestros hijos?
Personalmente, Nancy y yo hemos sido bendecidos con tres hijas maravillosas, ya adultas y casadas, dándonos tres queridos yernos y 11 preciosos nietos. ¡Qué maravilloso regalo del Señor! Cuando estamos todos juntos, nuestro hogar está lleno de energía y emoción, y nuestros corazones se llenan de alegría. Sin embargo, como ustedes saben, especialmente si son padres o abuelos, tías, tíos u otra persona que cuida a sus hijos, junto con la alegría vienen las responsabilidades; la responsabilidad de amar y cuidar al niño y de guiarlo o guiarla en el camino del Señor.
Esto no siempre es fácil, y la verdadera sabiduría viene solo cuando buscamos a Dios por Su bendición y guía reveladas en Su Palabra, y a través del consejo práctico dado en el Espíritu de Profecía.
Saben, durante el tiempo de Cristo, los padres también tenían alegrías y preocupaciones, y muchos anhelaban una bendición especial de Jesús. En el Evangelio de Marcos, leemos acerca de uno de esos encuentros.
Lamentablemente, los discípulos no fueron muy acogedores.
Leemos acerca de esto en Marcos 10:13-16 [Lea Marcos 10: 13-16].
Qué hermosa e instructiva imagen de cómo Jesús recibió y bendijo a los niños.
¡Los niños son muy abiertos, confiables y sin pretensiones, rasgos importantes que debemos tener cuando nos acercamos a nuestro Padre Celestial.
En el libro Ministerio de Curación, Elena de White nos da una mirada tras bambalinas sobre este encuentro. Ella dice:
“Cuando las madres acudían deseosas de que Cristo bendijera a sus pequeñuelos los discípulos las miraban con desagrado. Creían que los niños no iban a obtener provecho de una visita a Jesús, y que a él no le agradaría verlos. Pero el Salvador comprendía el solícito cuidado y la responsabilidad de las madres que procuraban educar a sus hijos conforme a la Palabra de Dios. El había oído los ruegos de ellas.” (p. 25).
Ella continúa mencionando que estos jóvenes no eran solo bebés, algunos estaban en su infancia y otros eran jóvenes.
“Al enseñarles”, ella escribió “Se colocaba al nivel de ellos. Él, la Majestad de los cielos, respondía a sus preguntas y simplificaba sus importantes lecciones para que las comprendiera su inteligencia infantil. Plantaba en la mente de ellos la semilla de la verdad, que años después brotaría y llevaría fruto para vida eterna.,”
Luego agrega este mensaje muy importante para nosotros hoy: “Al decir Jesús a sus discípulos que no impidieran a los niños el acercarse a Él, hablaba a sus seguidores de todos los siglos, es decir, a los dirigentes de la iglesia: Ministros, ancianos, diáconos, y todo cristiano. Jesús atrae a los niños, y nos manda que los dejemos venir; como si nos dijera: Vendrán, si no se lo impedís.” (p. 27).
Amigos, ¿es su iglesia amigable y apoya a los niños y jóvenes? ¿Se interesan personalmente en ellos? ¿Los conocen por su nombre? ¿Les han mostrado el amor de Jesús en la forma en que los escuchan demostrando que les importan y les animan en su vida espiritual?
Los maestros de escuela sabática, líderes del Ministerio Infantil, líderes de Conquistadores y Jóvenes tienen un papel vital en guiar a los niños y jóvenes a Jesús, animándolos a hacer de Jesús su mejor amigo y compartir su amor con los demás.
Pero no solo depende de estos líderes, por importantes que sean. Recordemos que los niños y jóvenes nos están observando a usted y a mí para ver cómo vivimos nuestra fe. Para ver qué tipo de diferencia hace Jesús en nuestras vidas. ¡A través de Su poder dejemos que nuestras luces brillen intensamente mientras guiamos con alegría a los jóvenes hacia Él
Oremos juntos: Señor, Tú nos has dado la responsabilidad de cuidar a los pequeños y a los mayores. A los jóvenes en nuestras congregaciones, en nuestros hogares y en nuestras comunidades. Señor, ayúdanos a interesarnos por los jóvenes y a través de Tu poder, influir en sus vidas y moverlos hacia cosas de valor eterno. Señor, guíanos en nuestra experiencia práctica en la iglesia, en el hogar y donde sea que estemos, a medida que interactuamos con los jóvenes, y ayúdanos llevarlos a Su mejor amigo, Jesucristo. Gracias por escucharnos en esta oración y por estar con nosotros a medida que nos acercamos a los niños, a los hombres y mujeres, a las familias y todos los involucrados en la participación total de los miembros, sabiendo que Jesús vendrá muy pronto. En el nombre de Cristo, lo pedimos. Amén.