Durante la pandemia del COVID-19 (del novel coronavirus), me preguntaron si podíamos hallar orientación respecto del distanciamiento social para evitar y contener el contagio, a partir de principios bíblicos relaciones con las cuarentenas bíblicas que se requerían según Levítico 13, Números 5:1-4 y Números 12:14, 15.1
El objetivo de las cuarentenas en el Pentateuco no era prevenir la diseminación de la enfermedad en sí, si bien eso puede haber resultado un efecto secundario beneficioso en casos de enfermedades de la piel (Lev. 13, 14), flujos genitales no saludables, (Lev. 15:2-15, 25-30), e impureza de cadáveres (Núm. 19). El propósito expreso de las cuarentenas era prevenir la diseminación de las impurezas rituales físicas, sintomáticas del ciclo de mortalidad de la vida humana que resultó de la caída en pecado (cf. Gén. 3; Rom. 6:23) que contaminaran el campamentos en el que se encontraba el santuario sagrado de Dios (Núm. 5:1-4). Por ello, toda aplicación a la pandemia del COVID-19 o crisis similares de salud es indirecta.
Algunos principios bíblicos que resultan pertinentes por analogía, sin embargo, tanto para epidemias del presente como futuras son las siguientes:
En primer lugar, los israelitas de la antigüedad que se veían contagiados por severas impurezas físicas rituales eran separados de otras personas, que podían continuar con la vida y sus actividades de manera acostumbrada. La revisión por parte de expertos (cf. la examinación por parte de los sacerdotes en Lev. 13) y al autodiagnóstico (cf. los casos de flujos genitales en Lev. 15) son fundamentales a la hora de identificar y aislar a los que en realidad se han contagiado de afecciones impuras.
En segundo lugar, en Leviticus 13:45, un israelita que se vea aislado debido a una enfermedad de la piel adopta de manera voluntaria una apariencia distintiva (en este caso, como si estuviera de duelo) y notifica a los demás a la distancia de su condición para que sepan que no tienen que acercarse. Es útil para los infectados por enfermedades como el COVID-19 tomar precauciones análogas al identificarse de alguna manera reconocible y de pedir a los demás que se mantengan a distancia si (los infectados) tienen que salir y andar por allí. Un aspecto de la apariencia de un israelita aislado con enfermedad de la piel era que tenía que cubrirse el “bigote” (o zona del labio superior y boca) para mostrar que estaba de duelo (Lev. 13:45; cf. Ezek 24:17, 22). Para las personas modernas, esa cubierta funcionaría como una “máscara” para proteger a otros del aliento de la persona enferma. Resulta interesante que un pastor de Australia me dijo que presentar esas estrategias bíblicas a los miembros de su iglesia e invitados “ha hecho que la gente se sienta mejor a la hora de seguir las restricciones del gobierno, dado que ven que concuerdan con las instrucciones de Dios en lugar de ser un complot de Satanás y sus adeptos”.2
En tercer lugar, todos los israelitas tenían que ser informados (Lev. 15:2) del potencial de contaminación secundaria por medio del contacto físico con las personas impuras (vers. 7, 11) o sus fluidos corporales (vers. 8) o con objetos que habían tocado (vers. 4-6, 9, 10, 12, 26, 27). Esa conciencia tiene que haber motivado que evitaran ese tipo de contaminación. Hoy día, todos necesitan información exacta sobre las maneras en pueden transmitirse las infecciones de enfermedades contagiosas, para así prevenir su diseminación.
En cuarto lugar, la purificación de los israelitas de la impureza primaria después de la desaparición de los síntomas o de la impureza contraída secundariamente (por medio del contacto con la fuente primaria de impurezas) incluía lavar las ropas y bañarse (por ej., Lev. 15:5-8, 10, 11, 13), y los objetos contaminados tenían que ser descartados o lavados (vers. 12). Hoy día, las prácticas higiénicas, lo que incluye el lavado de los cuerpos y los objetos y el descarte de artículos contaminados que no se pueden lavar son elementos cruciales a la hora de prevenir la diseminación de la enfermedad.
En quinto lugar, no existe indicación en Levítico 13 y 14 de que los afligidos con una enfermedad de la piel han cometido un pecado por el cual se merecen un castigo (véase más arriba). En consecuencia, los contagiados por enfermedades como el COVID-19 no deberían tener la carga adicional de verse discriminados como resultado de la sospecha de que han hecho algo equivocado, como si se merecieran sufrir o pertenecieran a un grupo de personas que es acusado de causar el brote.
En sexto lugar, las infecciones físicas no hacen acepción de personas, por lo que no se necesita un distanciamiento social para contener los contagios físicos que se vea afectado por el estatus social. Todo el que tenga una enfermedad contagiosa debería aislarse, aun si la persona es un líder como lo fue María, el rey Uzías, o Boris Johnson, el Primer Ministro de Gran Bretaña, que fue hospitalizado con COVID-19 en abril de 2020.
En séptimo lugar (y aún faltan investigaciones adicionales sobre el tema), quizá parte de la transmisión de animales a humanos de los virus podría prevenirse si se respeta la vida animal, un tema de legislación en Levítico y otros libros del Pentateuco (Éx. 23:19b; Lev. 17:10-12; 22:27, 28; Deut. 22:6, 7), y las restricciones a la dieta humana que se limite a criaturas “limpias o puras” que el Señor ha señalado como aptas para el consumo (Lev. 11; Deut. 14). En los tiempos modernos, el respeto por la vida de los animales podría llevar a que se evite el comercio inhumano de criaturas exóticas, lo que incluye a los mercados de alimentos o sus cercanías, y la preservación de hábitats animales, para que su salud no se vea comprometida y no entren en contacto excesivamente directo con los seres humanos y sus fuentes de alimento.
En octavo lugar, un principio clave general de Levítico es: “amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Lev. 19:18, NKJV).3 Si nos hemos contagiados o podríamos estarlo, mientras aguardamos los resultados actualizados de las pruebas, protejamos a otros de la mejor manera que podamos.
Roy Gane, Ph.D., es profesor de Biblia Hebrea y Lenguas del Antiguo Cercano Oriente en el Seminario Teológico Adventista de la Universidad Andrews, en Berrien Springs, Míchigan.
* Esta publicación es una redefinición sustancial de mi artículo previo titulado “El distanciamiento social para evitar el contagio”, que apareció en perspectiva de Digest 25:3 (2020).
1 Agradezco a Joh Paulien por sugerir que me refiera a este tema durante la pandemia del COVID-19 y por publicar una versión anterior de esta sección en su blog en esa instancia: https://revelation-
2 Correo electrónico de Emanuel Millén, 4 de junio de 2020.
3 Los textos de las Escrituras han sido extraídos de la Santa Biblia, versión Reina-Valera 95® © Sociedades Bíblicas Unidas, 1995. Usada con autorización.