19 de agosto de 2020 | Venezuela | Por: Carlos Rafael Schupnik Fleitas
Esta historia fue tomada de La Enciclopedia Adventista del Séptimo Día (ESDA) accesible gratuitamente en encyclopedia.adventist.org.
Ernestina Moreno fue una consumada maestra, instructora bíblica y enfermera, de Venezuela.
Primeros años y familia
Nacida el 26 de febrero de 1889, en Caracas, Ernestina fue la hija única de Juan Baudelin y Margarita Moreno. Cuando tenía 5 años, perdió a su padre y continuó viviendo con su madre hasta la muerte de esta, en 1913. Como su madre no tuvo más hijos, crio a dos niñas que llamaban a Ernestina “hermana”. Ernestina llegó a ser una buena modista y aprendió a cantar y tocar la guitarra.
En febrero de 1925 aceptó el mensaje adventista, habiendo aprendido sus doctrinas de Francisco Cabrera. Fue bautizada en Los Chorros, el 12 de diciembre de 1925. Ese mismo día, el Pastor Barrowdale bautizó también a Josefa Lira; Agripina Llovea; Carlina Rodríguez; Isabel de Gasmardo; Aída y María Mosquera; y Cruz Perera, juntamente con su hijo, Victor.1
Habiendo recibido poca educación formal, Ernestina nunca contrajo matrimonio.
Ministerio
Durante algunas reuniones de iglesia celebradas en Caracas, en 1927, “escuchó los informes de nuestros obreros y se puso muy triste por no haber podido dar un informe propio. Así que le dijo al Señor que estaba preparada para hacer cualquier sacrificio si tan solo podía ir a la siguiente sesión general y dar un buen informe de su labor.2
El Pastor E. E. Andross, presidente entonces de la Unión Misión Colombo Venezolana, informó sobre ello más tarde.
Ernestina se trasladó de Caracas a Aroa, en donde abrió un pequeño negocio como modista y empezó a trabajar con humildad entre sus vecinos. Ernestina no había asistido a las escuelas, sus ingresos eran muy bajos, pero a pesar de todas esas cosas en su contra, continuaba con el deseo de ganar almas para Jesús. En un breve tiempo, estableció una pequeña Escuela Sabática y, aunque no tenía entrenamiento para ello, celebró reuniones de evangelización los domingos de noche.3
Considerándola como una instructora bíblica capaz, la Misión Venezolana la asignó en 1928 a la población de Aroa, en el Estado de Yaracuy, en el centro occidental del país.4
En la sesión general de 1930, Ernestina habló de sus experiencias “con una voz cortada por el gozo e informó sobre siete candidatos al bautismo, una sólida Escuela Sabática y unas 26 personas asistiendo a las reuniones de los domingos de noche”.5 Durante siete años permaneció en Aroa.
Después de regresar a Caracas en 1935, la misión la transfirió ese mismo año a la ciudad de Barquisimeto, Estado de Lara, en donde prestó sus servicios como maestra e instructora bíblica durante seis meses. En febrero de 1936 asistió a una escuela de entrenamiento en Caracas, organizada por la misión y bajo el liderazgo del Pastor Luis Greenridge. Juntamente con Ernestina, otras personas asistieron también a las sesiones de entrenamiento: Catalina Rodríguez; Sara Elena Acosta; Brígida Palencia; las hermanas Paula, Emilia y Sara García Pérez; Antonia Gil y Nathaniel García.6 Después de terminado el curso, Ernestina comenzó a trabajar en Río Santiago, una población rural en el Estado de Sucre, cerca de Río Caribe, la ciudad natal de los hermanos Arismendi (Cruz y Rufino), quienes entre otros jóvenes, asistieron a las clases dadas por Ernestina. Prestó sus servicios en ese lugar como maestra e instructora bíblica durante dos años. Rufino Arismendi llegaría a ser más tarde un pastor ordenado y dirigente de la iglesia en Venezuela.
A finales de 1938, Ernestina fue transferida a Botucal en el interior mismo del Estado de Portuguesa. Esa era la ciudad natal de las familias Rivas y Escobar. Los padres de estas familias habían pedido a la misión que estableciera una escuela en ese lugar. Ernestina enseñó ahí durante los siguientes siete años.
No tenía un salario estable. Muchas veces, pasaban semanas enteras en las que solamente tenía yuca o bananas para comer, juntamente con algún ocasional producto de su propio patio. Sin electricidad y muchas veces aun sin velas, cada noche, antes de irse a la cama, tenía que revisar su cama, su ropa, su cocina, etc., para matar o espantar a las serpientes y así poder dormir más tranquila.7 Su sacrificio no fue en vano, ya que de su grupo de estudiantes procedieron pastores, maestros y profesionales de diferentes especialidades, incluyendo graduados de universidades. Cada año la visitaba el Pastor Sherman, presidente de la Misión de Venezuela, trayendo consigo una caja de alimentos a nombre de la misión.8
De sus aulas de clase provinieron dirigentes de la iglesia tales como el Pastor Eduardo Armando Escobar, padre del Pastor Rodolfo Escobar, quien llegó a ser un administrador en el Este, así como de las misiones del Occidente de Venezuela. Ahí Ernestina adoptó también como a sus hijas a Haidee y Lourdes Rivas, a quienes ayudó a estudiar en Medellín, Colombia, la institución educativa adventista de más alto nivel en el territorio de lo que era entonces la Unión Colombo Venezolana. Ambas jóvenes regresaron como maestras misioneras a trabajar en su país.9 Otra joven que tuvo como maestra a Ernestina, fue Luisa Gutiérrez, a quien Ernestina solo pudo enseñarle hasta el tercer grado. Pero más tarde, cuando Luisa estudió en Medellín, la escuela le hizo pasar por una prueba de nivel o ubicación académica que la puso en el primer año de universidad; tal era la profundidad del tipo de educación que proveía Ernestina.10
En Botucal, una serpiente mordió a Haidee, su hija adoptiva. Dios la sanó después de mucha oración y cuidados; pero por el resto de su vida, Haidee llevó esa cicatriz en uno de sus pies.11
Finamente y por causa del deterioro de su salud, Ernestina abandonó Botucal en 1945, dejando a su hija adoptiva, Haidee Rivas, a cargo de la escuela. De regreso en Caracas, trabajó como maestra y como enfermera en el dispensario adventista. En 1947 fue a Aroa, luego a San Fernando de Apure y más tarde a San Cristóbal, en el Estado de Táchira.12 Su último lugar de trabajo fue la escuela adventista en Limón, Estado de Aragua, a donde llegó en 1949 y permaneció hasta abril de 1953. Ese año necesitó de una operación gástrica de emergencia. Los médicos encontraron que dos tumores le habían destruido el estómago, hígado e intestinos.13 Murió el 21 de mayo de 1953, a los 64 años y fue sepultada en Caracas.14
Contribución y legado
Ernestina Moreno enseñó a muchos niños que más tarde habrían de ocupar posiciones de responsabilidad en la iglesia, tales como Rufino Arismendi y Eduardo Armando Escobar. Fue una pionera de la educación adventista en las ciudades de Barquisimeto, Aroa, San Fernando de Apure, San Cristóbal, El Limón y Botucal.
Fuentes
García Robayna, Nathaniel. Sin Temor al Futuro. Caracas, Venezuela: Litografía Litobrit c.a., 1990.
Greenridge, Luis. «Comienzos y Desarrollo de la Obra de la Iglesia Adventista en Venezuela”. Tesis, Colegio Adventista de las Antillas, 1935.
Schupnik, Carlos. Aquí obró Dios: Historia de la Iglesia Adventista del Séptimo Día. Nirgua, Estado Yaracuy, Venezuela: Artes Gráficas del Instituto Universitario Adventista de Venezuela, julio de 2010.
Schupnik, Carlos. “Historia del Instituto Vocacional de Venezuela”. Monografía de final de curso, Instituto Vocacional de Venezuela, 1984.
Notas
Traducción – Gloria A. Castrejón