3 de septiembre de 2020 | México | Por: Lemuel Olán Jiménez
Esta historia fue tomada de La Enciclopedia Adventista del Séptimo Día (ESDA), disponible gratuitamente en encyclopedia.adventist.org.
Salvador Marchisio ha sido reconocido como el primer laico adventista en México, quien en 1891 trajo por primera vez el mensaje adventista a México a través de la página impresa.
Primeros años, educación y matrimonio
Salvador Marchisio nació el 2 de junio de 18551 en el norte de Italia.2 Creció en un hogar católico y tuvo un hermano que era sacerdote.3 Vivió en Italia hasta 1876 y cuando tenía 21 años, viajó a Nueva York con la idea de hacerse rico en los Estados Unidos.4 Al fallar en lograrlo, al menos en el lapso de tiempo que él esperaba, se estableció en Oakland, California.5
De joven, Salvador Marchisio aprendió el oficio de sastre, con el cual se mantuvo durante su estancia en Nueva York, Iola Kansas y Oakland, en los 14 años transcurridos desde su llegada a los Estados Unidos. 6 En 1892, cuando tenía 36 años y aproximadamente un año después de llegar a México, fue a Battle Creek, Michigan, a tomar un curso de enfermería a fin de llevar a cabo más eficazmente su obra entre la población mexicana. David Paulson fue uno de sus instructores.7 El nombre de Salvador Marchisio aparece entre los enfermeros registrados prestando servicios en México, entre 1866 y 1896.8
Salvador Marchisio contrajo matrimonio con Kate Ross, quien trabajó en la oficina de la Tract Society, ubicada en Battle Creek.9 Kate Ross era procedente de Nevada, Estados Unidos y se graduó de la Escuela Secundaria Nevada en la década de los 1880 y de la Escuela de Educación para Enseñanza Primaria de Storey County, en 1888. Enseñó en las escuelas de Storey County hasta que se mudó con su madre y hermana Ella, a Battle Creek, Míchigan, en 1890. En Míchigan, trabajó mayormente en instituciones de salud de la Iglesia Adventista del Séptimo Día y en la escuela en Battle Creek, hasta que fue a Guadalajara, México, a enseñar en una escuela misionera. Es posible que Marchisio y Kate se hayan conocido en Battle Creek durante la estancia de él como estudiante en el curso de enfermería, en 1892 y que tanto Kate y Salvador supieran de la existencia de la obra en Guadalajara, que comenzó en 1893, porque las oficinas de la iglesia se encontraban entonces ahí en Battle Creek.
Tiempo más tarde, ambos se convertirían en colaboradores en el cumplimiento de la misión, en Guadalajara. De la unión de Salvador y Kate Marchisio, nació Iven Ross Marchisio, el único hijo que tuvieron en el breve período de su matrimonio. Kate falleció a los 33 años en Iola, Kansas, el 30 de octubre de 1901.10 Su hijo Iven murió un mes antes que ella, cuando tenía apenas 13 meses. Se desconoce la fecha exacta del matrimonio de Salvador y Kate, aunque todo parece indicar que contrajeron matrimonio en 1897, en la ciudad de Guadalajara, en el Estado de Jalisco, México. En el obituario de Kate Ross Marchisio, se señala que la pareja había estado casada durante aproximadamente cuatro años antes de su muerte. El Registro Iola señala que Kate pudo permanecer viva durante las últimas semanas antes de su muerte, gracias a los cuidados tiernos e incesantes de Salvador Marchisio.11
Conversión y desafíos misioneros
El encuentro de Salvador Marchisio con la iglesia adventista ocurrió en el Hospital Santa Elena, en California, al que acudió en busca de tratamiento para una enfermedad causada por trabajar excesivamente. Su salud se había deteriorado y era necesario que hiciera cambios importantes en su estilo de vida. Fue en Santa Elena en donde tuvo la oportunidad de escuchar acerca del Mensaje de los Tres Ángeles, de labios de una persona prominente llamada Alonzo T. Jones.12 Aunque estuvo resistiendo el mensaje durante dos años, después de entender la verdad más claramente, la aceptó rápidamente con verdadera dedicación.
Con esa nueva luz regresó a Italia para dar a conocer el mensaje a sus familiares, pero fue totalmente rechazado por su familia.13 Sin embargo, con el mensaje profundamente arraigado en su corazón, regresó a Oakland y, estando allá, tomó la firme decisión de ir como misionero a México. Sus amigos trataron de convencerlo de no ir; pero, ignorando sus voces y siendo la voz de Dios más ponderosa que las otras voces, vendió todo lo que tenía, compró una buena cantidad del libro El conflicto de los siglos y partió rumbo a la Ciudad de México, en una jornada de 5,000 kilómetros, en el verano de 1891. Salvador Marchisio llegó a México como misionero a la edad de 35 años. Fue el primer misionero adventista en México. Se dio cuenta de lo difícil que era vender, no solamente libros en inglés, 14 sino también libros en español, porque la gente pobre no tenía dinero para comprarlos y muchos de ellos no podían leer. Una persona podía ganar 37 centavos al día y el libro costaba 50 centavos; y los ricos nos estaban interesados en libros puramente religiosos como El conflicto de los siglos, a menos que estuvieran autorizados por un sacerdote 15 (aunque se afirma que Salvador Marchisio vendió en tiempo récord 2,500 ejemplares).16 Aun así, sintió que no estaba llegando a la gente a la que realmente quería alcanzar entre los mexicanos y decidió ir a Battle Creek a tomar un curso de enfermería a fin de poder servirles mejor.
Al regresar de Battle Creek como enfermero, en 1893, fue a trabajar en Guadalajara con un grupo de médicos que se encontraban ahí. Para 1897, se encontraba trabajando en Ameca (reemplazando al Dr. Cooper, que se había ido a Ciudad de México) y que en aquel tiempo se encontraba a unos 80 kilómetros y medio de Guadalajara. En ese lugar trabajó con su esposa Kate, quien había venido de Battle Creek a trabajar en la escuela que se había abierto en Guadalajara.17 Ahí en Guadalajara, Marchisio se familiarizó más con Kate y contrajeron matrimonio en ese lugar. Residieron en Ameca hasta 1899, cuando él fue transferido a Ciudad de México con su esposa Kate, el Pastor Caviness y el Hno. Plascencia.18 Fue durante 1897 a 1901 que fue asignado a México, luego a España y también a Chile,19 lo cual aparentemente no cristalizó (la ida a España y Chile), debido a la enfermedad y luego fallecimiento de sus esposa e hijo, ocurridos en 1901.
Ministerio y Revolución Mexicana
En 1899, cuando comenzó su labor en Ciudad de México, visitó a la gente yendo de casa en casa y distribuyendo literatura en donde le era posible, leyendo la Biblia cuando se le presentaba la oportunidad, tratando a los enfermos en donde se requería y dando pláticas sobre salud. 20 Trabajó ahí vendiendo libros en español: Cristo nuestro Salvador y El camino a Cristo. Vendió cien libros El camino a Cristo en español, cincuenta de los cuales fueron quemados. Esta fue una de las más dolorosas experiencias como misionero en México.21 En 1902 fue por primera vez a San Luis Potosí como colportor, para unirse a los esfuerzos de A. G. Bodwell, otro colportor que sembró también la semilla en ese lugar.22 Mientras trabajaba en la región de San Luis Potosí, enfatizando la práctica del método seguido por Cristo a través del cual no solamente le enseñaba a la gente cómo encontrar a su Salvador, sino también cómo construir viviendas (uno de sus primeros trabajos para ganarse a la gente fue construir casas para 25 familias, poniendo incluso de su propio dinero para hacerlo). Y cuando las personas a las que deseaba ganar para Cristo no tenían dinero, les daba un dólar. Cuando alguien se enfermaba, hacía todo lo que podía en favor de esa persona. Si alguien necesitaba un médico, él enviaba por uno y pagaba su honorario.23 Enseñaba también la forma de preparar mejores platillos, cómo vestir a los niños y cómo hacerlo con sus propias manos. 24
La obra de Salvador Marchisio en México fue muy diversa. Prestó primeramente sus servicios como colportor, luego como obrero bíblico y finalmente como ministro. En algunas ocasiones actuó como traductor para los supervisores de la obra en México, tales como G. W. Caviness y otros que venían a visitarlo. 25 Escribió también varios artículos en donde informaba acerca de la obra que estaba llevando a cabo en México.
Como ministro, a partir de 1920 y, a fin de visitar sus grupos de creyentes, utilizó el plan seguido por los predicadores o ministros itinerantes metodistas, haciendo sus rondas cada dos o tres meses, aunque por algún tiempo el país se encontraba en tal condición, que era imposible visitar los grupos.26 Los lugares que Salvador Marchisio visitó, aun sin ser un ministro y realizando en ellos una “labor espléndida”, fueron Moctezuma (aquí el misionero Marchisio ayudó a construir una capilla, contribuyendo con recursos económicos para comprar diez vigas o travesaños),27 La Viznaga, Barbecho, La Tapona y Mexquitic. En diciembre de 1912, con la presencia de creyentes en esos lugares de San Luis Potosí, se llevó a cabo “la primera reunión general de creyentes” en México, con aproximadamente cien observadores del sábado, además de otras personas interesadas en el mensaje.28
Alrededor de 1909, Salvador Marchisio también evangelizó Matehuala. Fue enviado por el Pastor Caviness, porque había ahí personas interesadas en la verdad como resultado de la obra de un colportor que había tomado suscripciones para la revista El Mensajero de la Verdad y que solicitaron que viviera alguien a enseñarles nuestras verdades.29 Y en un lugar cercano, a poco más de cuarenta kilómetros de ahí, en un rancho, muy poco tiempo después había trece personas reunidas los sábados; y en la primera visita del Pastor Caviness, se bautizaron diez personas.30 Otras seis se bautizaron más tarde y luego otras catorce, para un total de treinta.31
Otro lugar en donde trabajó como colportor el misionero Marchisio, fue Mérida, Yucatán. Dejó ahí muchos libros. 32 Esto sucedió en 1907, en compañía de J. A. P. Green y nuevamente en 1913. Trabajó ahí vendiendo suscripciones y libros pequeños.33 Debido a las difíciles circunstancias causadas por la Revolución, en 1914, Salvador Marchisio se fue a trabajar por un tiempo en San Antonio, Texas, 34 con la esperanza de que mejoraran las circunstancias en el norte de México, en donde había creyentes y mucho intereses.35 Hubo también un acuerdo en 1916, debido a las mismas condiciones de incertidumbre en México, de que los misioneros que estaban en México se trasladaran a Cuba, entre los cuales estaba Salvador Marchisio.36 Después de pasar varios meses en Cuba 37 (lo cual fue de gran beneficio para la obra en Cuba), el misionero Marchisio regresó a la región de San Luis Potosí y, para 1917, ya se encontraba atendiendo grupos pequeños de creyentes, pero no sin grandes dificultades.38
En 1913, Salvador Marchisio informó que, durante la Revolución Mexicana, se destruyeron miles de vías ferroviarias, se incendiaron estaciones ferroviarias y vagones de carga juntamente con todos sus artículos y mercancías. Se mataba a la gente, se abusaba de las mujeres jóvenes y se las llevaban. Eso hacía muy peligrosa la labor y era muy poco lo que se podía hacer.39 Había 40 por lo menos una banda de revolucionarios en cada Estado. Sin embargo, a pesar de esas condiciones, dijo Salvador Marchisio: “No debemos desanimarnos por todo esto. Debemos predicar el evangelio en México”. 41 En tales condiciones peligrosas, el misionero Marchisio escapó varias veces de la muerte. En una ocasión, los revolucionarios lo encontraron regresando de una de sus rondas (visitando a los miembros de iglesia) y lo acusaron de ser un espía. Aunque les explicó que era un misionero, ellos insistieron en que era un espía y que debía ser fusilado. Le pidieron que mostrara su pasaporte y le dijeron que si no tenía nada con qué identificarse, iban a tener que fusilarlo. Siendo que no tenía nada como lo que le pedían y sin saber qué hacer, les mostró un himnario en español que traía en su bolsillo. Uno de aquellos hombres lo tomó, comenzó a leerlo y encontró en él un himno que tocó su corazón. Lo leyó todo y dijo entonces: “Dejen libre a este hombre, pero quiero quedarme con este pequeño himnario”. El jefe revolucionario le dio un pasaporte para evitar futuros problemas. Pero al proseguir su camino, vio que se acercaba el bando contrario que era del ejército de Victoriano Huerta. Él sabía que si ellos le encontraban el pasaporte otorgado por el otro bando, lo iban a matar. Así que se deshizo de él. Y cuando le preguntaron quién era, les respondió lo mismo que a los otros; que era un misionero. Pero ellos le dijeron: Tú has estado en el bando enemigo. Eres un espía y tenemos que fusilarte. Se sentó sobre una piedra y oró. Al principio tenía miedo. Entonces pensó: “Si es la voluntad del Señor que sea fusilado, entonces que así sea”. Entonces se tranquilizó y sintió que no le iba a pasar nada. Y así sucedió. Lo dejaron ir.42
Entre las muchas maravillas de conversiones de las que el misionero Marchisio tuvo la oportunidad de testificar por escrito; se cuenta la del hombre que se oponía obstinadamente al evangelio y el que cierto día, cuando trataba de quemar varios libros y un Nuevo Testamento, vio que ese Nuevo Testamento no se quemaba, lo cual ayudó a hacer de este hombre un converso, recibir el bautismo y luego convertirse en un activo obrero bíblico. 43
Últimos años
En un artículo escrito por Salvador Marchisio, erróneamente atribuido a J. P. Robles 44 (corregido dos meses más tarde por los editores),45 Salvador Marchisio narra que había bautizado a nueve personas en San Luis Potosí, porque, para 1920, aparece ya como un ministro ordenado.46 En él informa que los pequeños grupos de creyentes que estaban esparcidos durante la Revolución Mexicana, se estaban reuniendo nuevamente, manteniendo encendida la luz hasta el máximo de sus posibilidades. Narra entonces su gira por Tampico y una población cercana llamada Tampico Alto, en donde había una pequeña congregación de personas de raza negra. En su artículo, muestra que era el mejor momento para establecer una escuela industrial en Tampico Alto, con el entusiasta apoyo de dos miembros de esa pequeña congregación, el Hno. y la Hna. Settle. Informaba también que C. P. Martin había ido a San Luis Potosí, juntamente con su familia, para hacerse cargo de la obra en ese Estado, supuestamente porque él ahora, como ministro, supervisaba ya una región más grande.
La última gira del misionero Marchisio, antes de abandonar definitivamente la nación mexicana, fue al Istmo de Tehuantepec, a finales de 1923. Lo acompañaba J. G. Pérez, un joven misionero nativo que estaba a cargo de todas las compañías de creyentes en esas zonas, Su primer alto fue en Jáltipan, Veracruz, en donde celebraron una reunión con más de cien personas. De allí se dirigieron a Minatitlán en donde organizaron una nueva compañía de creyentes. De Minatitlán, partieron hacia Coatzacoalcos (llamado en ese tiempo Puerto México), en donde bautizaron a tres coreanos. Hizo entonces un viaje en canoa a lo largo del Río Coatzacoalcos, hasta llegar a Ixhuatlán de Madero, en donde bautizó a 11 personas. Regresaron entonces a Santa Lucrecia (actualmente Jesús Carranza, Veracruz) y de allí viajaron por otro río hasta Chalchijapan, en donde había una escuela que era al mismo tiempo una iglesia y a la que dedicó, con más de setenta miembros presentes. Partió entonces a Salina Cruz, Tehuantepec y a Ixtaltepec. En todos esos lugares había pequeños grupos de creyentes. De Ixtaltepec, se dirigió a Tonalá, Chiapas (fue en Tonalá en donde permaneció escondido en un rancho indígena durante tres meses y catorce días debido a la Revolución. En Tonalá encontró a cinco personas listas para el bautismo y, antes de dejar Tonalá, bautizó a otras quince. 47
Salvador Marchisio soportó muchas adversidades y peligros en México por causa de la verdad. Después del tiempo que pasó escondido por los indígenas, su salud era precaria y, tan pronto como pudo escapar, se dirigió a los Estados Unidos. Bajo el buen cuidado recibido en el hogar del Dr. Swayze, en Los Ángeles, mejoró tanto, que ya tenía hechas sus maletas para regresar a México y cumplir entonces con las múltiples solicitudes de sus hermanos y hermanas mexicanos que deseaban su retorno. Requirió de una operación quirúrgica y, cuando parecía que ya había pasado todo el peligro y estaba en vías de recuperación, un derrame cerebral terminó súbitamente con su vida el 27 de febrero de 1925. El servicio funeral se llevó a cabo en la “Pequeña Iglesia de las Flores”, en el Cementerio Forest Lawn, en Los Ángeles, conducido por F. H. Westphal y R. W. Parmele.48 Su cuerpo fue sepultado junto a la tumba de George W. Caviness, con quien compartió la labor en algunas partes de México. 49
Legado
Aunque Salvador Marchisio arribó a México como un obrero laico en 1891, no trabajó todo el tiempo en forma independiente de la organización. En 1899, cuando acompañó a G. W. Caviness a Ciudad de México, ya contaba con una credencial misionera otorgada por la organización a aquellos obreros bíblicos y misioneros involucrados en el trabajo misionero activo.50 De acuerdo con datos actuales, de 1910 a 1912, Salvador Marchisio aparece portando una licencia misionera.51 De 1913 a 1916, una licencia ministerial 52 y de 1917 a 1924, una credencial ministerial.53
En lo que concierne a su salario, (a partir de 1899),54 probablemente recibía diez dólares al mes, los cuales frecuentemente compartía con la gente. Su interés no estaba puesto en el dinero. Ya para 1915, Salvador Marchisio se rehusó persistentemente a aceptar más de treinta dólares al mes; 55 compartía libre y gozosamente con los necesitados lo que tenía. 56
Salvador Marchisio es reconocido como el primer obrero laico adventista en México, quien en 1891 trajo a México por primera vez el mensaje adventista a través de la página impresa.57 Sin publicaciones disponibles en español, vendió ejemplares en inglés de El conflicto de los siglos..58 Al final de su largo periodo de servicio, que comprendió 34 años (en 1924), había 250 miembros bautizados en todo México. Aunque su obra avanzaba más lentamente al principio, debido a los grandes obstáculos que tuvo que afrontar, ya para 1929, solamente cinco años después de la muerte de este honorable pionero, se contaba con 1,200 miembros bautizados y otros 1,200 que guardaban el sábado y asistían a la Escuela Sabática a lo largo del territorio mexicano. Ese mismo año, cuando D. A. Parson se hizo cargo de la labor en este campo, había solamente dos escuelas sabáticas; pero para 1929, cinco años más tarde, había 115.59 De los 12 misioneros en México, por lo menos en 1915, dos tercios de los conversos se atribuían a Salvador Marchisio y a Godínez.60 Actualmente, la Iglesia Adventista del Séptimo Día en México cuenta con 761,802 miembros.61 Solamente la eternidad revelará el alcance de la labor de este hombre y de otros que han puesto su vida en peligro predicando el evangelio en México.
Ver las fuentes y notas HERE (Aquí)
Traducción – Gloria A. Castrejón