Después de la explosión de Beirut, Líbano, el pasado 4 de agosto de 2020, Glenn Russell, profesor asociado y director del Departamento de Religión y Lenguas Bíblicas de la Universidad Andrews, creó conciencia y recolectó fondos para la Universidad de Oriente Medio en Beirut.

La Universidad de Oriente Medio, un lugar donde se desempeñan numerosos exalumnos y exprofesores de Andrews, es una institución que comparte varias conexiones con la Universidad Andrews. El departamento de teología de la Universidad de Oriente Medio está bajo el plan de estudios de Andrews, y los graduados reciben diplomas de Andrews por medio de esta sociedad. La mayoría del personal de la Universidad de Oriente Medio también lleva a cabo estudios de posgrado en Andrews.

Brian Manley, director del Departamento de Arte y Diseño en la Universidad de Oriente Medio y exalumno de Andrews, compartió que él y su esposa Lori se sienten agradecidos porque evitar salir heridos de la explosión. Lori Manley trabaja como secretaria de admisiones en la institución del Líbano y también es exalumna de Andrews.

Voluntarios de la Universidad de Oriente Medio en Beirut, Líbano, ayudan a limpiar los vidrios rotos y los escombros en uno de los edificios afectados por la explosión del pasado 4 de agosto. [Fotografía: Larry Lichtenwalter]

“Sentimos profundamente en el corazón por las familias que sufrieron el impacto de la explosión, en especial por el impacto sobre la economía y por la capacidad de los nuevos graduados que terminan la escuela secundaria y quieren comenzar la universidad”, dijo Brian Manley.

Ron Vyhmeister, decano académico y gerente de tecnología de la información en la Universidad de Oriente Medio, exalumno y exprofesor de Andrews, compartió su experiencia del día de la explosión.

“Me encontraba con Larry Lichtenwalter, el presidente de la Universidad de Oriente Medio, en su oficina. Escuchamos la primera explosión más pequeña y, después de unos segundos miré hacia la ciudad y vi la pequeña nube negra. Mientras observaba a través de la ventana abierta, vimos la gran explosión y simplemente nos quedamos allí atónitos.

“Momentos después, terminé tropezándome hacia atrás por el impacto de la onda expansiva y me las arreglé tomándome de la puerta de la oficina unos seis metros más atrás. Escuché el sonido mientras tropezaba. Fue una experiencia irreal. Al comienzo, dada la forma de hongo, pensé en una explosión nuclear, pero la altura de la explosión me hizo dudar que fuera así.

“Los daños al campus fueron relativamente limitados. Había rotura de vidrios en varios edificios, y algunos cielo rasos sufrieron daños, porque son móviles y subieron y entonces cayeron por la explosión. Ahora, el campus ya ha retornado a la normalidad. Equipos de personal docente, personal de apoyo y estudiantes han estado saliendo diariamente a las zonas afectadas, trabajando en coordinación con ADRA para contribuir con la limpieza”.

Una voluntaria que usa una camiseta de la Universidad de Oriente Medio ayuda a barrer una de las calles en la zona central de Beirut, Líbano, afectada por la explosión del pasado 4 de agosto. [Fotografía: Larry Lichtenwalter]

Vyhmeister notó los desafíos que existen después de la explosión para los que quieren ser estudiantes de la universidad. Describió a un estudiante cuyos padres y dos hermanos ahora están desempleados porque el Hospital St. George se cerró después de la explosión.

Otro estudiante cuya familia depende de ingresos de alquileres de propiedades comerciales le contó a Vyhmeister que todos los inquilinos se están yendo.

Un estudiante que quiere ingresar este otoño a la Universidad de Oriente Medio no pudo completar las partes del examen de culminación del nivel secundario que le faltaban después de que el único centro de exámenes del país se vio severamente dañado.

En medio del caos causado por la explosión y empeorado por la crisis económica, política y del COVID-19 en el Líbano, Vyhmeister destacó la importancia tanto de la oración como del apoyo financiero.

“La comunidad se he reunido para limpiar. Hemos sido bendecidos con muchas historias de la manera en que las personas fueron salvadas al no estar en el lugar afectado por la explosión, como resultado de diversas cuestiones. Algunas fueron tan pequeñas como encontrarse con un vecino en camino a casa, quedar atascado en el tráfico, u otros eventos en apariencia fruto del azar. Está claro que Dios tuvo su manos sobre muchas personas”, dijo Vyhmeister. “El momento de la explosión fue providencial. Si se hubiera producido más temprano, el número de muertos había sido más alto debido al tráfico comercial, y si hubiera sido más tarde, la gente habría estado afuera cenando”.

Vista de la zona del puerto de Beirut, en el Líbano, después de la explosión del 4 de agosto de 2020. [Fotografía: Larry Lichtenwalter]

Vyhmeister también reconoció que la explosión llevó la atención internacional al Líbano, creando un movimiento para resolver los desafíos políticos del país. “Oramos para que estas cuestiones puedan resolverse pronto, para que el gobierno pueda hacer frente a las múltiples cuestiones que enfrenta el país”.

Larry Lichtenwalter, presidente de la Universidad de Oriente Medio, exalumno y exprofesor de Andrews, explicó que la explosión ha incrementado los niveles de estrés y el sentido de indefensión y desesperanza del personal docente libanés del lugar, en particular en aquellos que sobrevivieron a la guerra civil del Líbano y las recientes realidades socioeconómicas y políticas. Esas realidades incluyen la agitación social, un ochenta por ciento de devaluación de la moneda, el colapso del gobierno, y los desafíos que presenta el COVID-19.

Como resultado de esas realidades, expresó la necesidad continua que tiene la Universidad de Oriente Medio de oración, además del agradecimiento por los actos de bondad, las palabras de aliento y el apoyo financiero.

“Esta es la primera vez que le pasa algo así a nuestra comunidad de expatriados y estudiantes, que han aprendido mucho sobre la vida aquí de la noche a la mañana”, expresó.

Lichtenwalter también describió qué es lo que vivieron él y los demás el día de la explosión.

“Algunos de nuestro personal docente, personal de apoyo y residentes del campus experimentaron el poder de la onda expansiva después de la explosión. Solo una estudiante sufrió algunas heridas, cuando la puerta que estaba limpiando le pegó en la muñeca. Fue un momento muy serio.

“Los estudiantes se reunieron en los terrenos del campus mirando hacia el lugar de la explosión como a cinco o seis kilómetros más abajo. Estaban claramente conmovidos. Algunos lloraban. Tenían miedo de que fuera un ataque y de que se produjeran otras explosiones.

“Me encontraba en mi oficina cuando escuché la explosión inicial. Al mirar por la Ventana, vi las llamas y entonces la segunda explosión masiva. Me encontraba en el proceso de abrir la ventana cuando llegó la onda expansiva, abriendo la ventana por completo. Fue uno de esos momentos de presurización en los que uno necesita aclararse los oídos, algo que continuó hasta la noche.

“Oramos con los estudiantes y los animamos. Estas últimas semanas, los estudiantes, el personal docente y el personal de apoyo de la Universidad de Oriente Medio han estado ocupados en el lugar limpiando los vidrios rotos, sacando todo tipo de escombros, distribuyendo alimentos, trabajando con ADRA y otras organizaciones no gubernamentales. Ha sido una oportunidad increíble de que los jóvenes y el personal de la Universidad de Oriente Medio y el personal docente y no docente sirva a nuestra comunidad mayor. Una estudiante me dijo que ella jamás había experimentado este tipo de cosa en su vida pero que ahora entiende más que nunca que este mundo no es nuestro hogar y que hay tanto por hacer por las personas que sufren que no tienen esperanza”.

Lichtenwalter dijo que su esperanza es que los estudiantes, los docentes y el personal de apoyo de la institución experimenten paz, sigan participando del servicio motivado por la compasión, y se vuelvan más sensibles emocionalmente, socialmente inclusivos y que apoyen espiritualmente a los estudiantes de la universidad.

“Por medio de este sentido renovado de saber los tiempos en que vivimos y que Dios nos ha traído aquí para estos momentos, me siento alentado sabiendo que, a pesar de la devastación y el caos, la esperanza que tenemos brillará aún más”, dijo Lichtenwalter. “Tenemos un equipo de jóvenes que visita los hogares para orar y permite simplemente que las personas hablen de su experiencia. Vemos que Jesús está trabajando en medio de un quebrantamiento increíble. Eso nos recuerda que somos meros humanos”.

La versión original de esta noticia fue publicada en el sitio de noticias de la Universidad Andrews.

Traducción de Marcos Paseggi

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