24 de septiembre de 2020 | San José, Costa Rica | Libna Stevens, Noticias de la División Interamericana

Son las 6.30 un lunes por la mañana y Karla León se dirige a su computadora. No está segura cuándo la apagará.

León es maestra de segundo grado en el Centro Educativo Adventista Bilingüe en Hatillo, San José, Costa Rica. Tiene una reunión de maestros hasta las 7.15 y entonces saludará a sus 18 estudiantes por Zoom, además de pasarles el segmento devocional que grabó la noche anterior. Las clases por Zoom continuarán hasta las 15.00, y entonces corregirá tareas, evaluará el progreso de sus estudiantes, responderá a los llamados de los padres y quizá enseñe un estudio bíblico a un padre que ha estado escuchando los mensajes devocionales cada mañana a la hora del desayuno.

Esta noche, preparará el devocional del día siguiente, la clase de Biblia, y las clases que les seguirán. También está estudiando una maestría, que en el presente se está llevando a cabo en línea.

Karla León, maestra de segundo grado en el Centro Educativo Adventista Bilingüe en San José, Costa Rica, participa de una reunión diaria de docentes a las 6:30 de la mañana, en su improvisada pared del salón de clases en su dormitorio. [Fotografía: cortesía de Karla León]

La ‘nueva normalidad’

Esta ha sido la nueva normalidad para León desde que comenzó la cuarentena en marzo.

“Enviamos suficientes tareas y hojas de ejercicio de la escuela para dos semanas, pensando que esta crisis por la pandemia duraría quizá hasta fines de marzo, y aquí estamos, con nuestros estudiantes siguiendo ya durante meses clases completamente a distancia”, dijo León.

Afortunadamente, la institución ha brindado comunicaciones y calificaciones en línea, y los estudiantes han participado de los ejercicios de inglés en sus dispositivos móviles durante los años anteriores. Por ello, en ese sentido, dijo León, la transición al aprendizaje completamente en línea ha significado ajustes relativamente fáciles.

“Nos sentimos agradecidos de que nuestra comunidad cuenta con posibilidades técnicas”, dijo León. “En efecto, cuando los estudiantes se registran en la escuela, necesitan tener acceso a una tableta, computadora o teléfono celular”.

Un estudiante de segundo grado ora con su maestra, la señora Karla León, durante el segmento devocional al comienzo de un día típico de escuela en julio pasado. [Fotografía: cortesía de Karla León]

Más conocimientos tecnológicos

Aun con la fácil transición, ella ha tenido que adquirir más conocimientos tecnológicos y ser más innovadora y creativa para involucrar mejor a los estudiantes dentro de esta ‘nueva normalidad’.

Al cambiar completamente a la enseñanza en línea, las horas después de la escuela parecen continuar hasta la noche. “En realidad no tenemos un turno de ocho horas. Parece que somos docentes las 24 horas del día. Aun los fines de semana, he tenido que enseñar a los padres lo que significa de la puesta de sol del viernes a la puesta de sol del sábado para un adventista”, expresó.

Según Xenia Gamboa de Burgos, directora del Centro Educativo Adventista Bilingüe, hay actualmente 830 estudiantes matriculados este año, de los cuales 197 son adventistas, o el 23 por ciento del cuerpo estudiantil. Con 87 docentes y personal de apoyo, la educación adventista se encuentra en el centro de la misión, dijo Gamboa.

La misión de la educación adventista en la escuela jamás ha estado más clara para León.

Entrada principal al Centro Educativo Adventista Bilingüe en Hatillo, San José, Costa Rica. La escuela, que es la escuela adventista bilingüe más grande de Costa Rica e Interamérica, cuenta con 800 estudiantes. El año escolar comienza en febrero y termina en noviembre. [Fotografía: Sitio web del Centro Educativo Adventista Bilingüe de Costa Rica]

Una misión más clara

En los catorce años que ha estado enseñando en la institución, la pandemia ha puesto de relieve el poder de la Biblia y el mensaje de salvación para sus 18 alumnos. Solo dos de sus estudiantes provienen de hogares adventistas.

“Sé que Dios tiene un propósito en mi vida a través de todo esto”, dijo León. Ese propósito se ha hecho visible ahora que más y más padres la llaman con preguntas sobre la Biblia. “‘Desayunamos cada día mientras miramos el mensaje devocional’, me dicen los padres”, dijo León. Esto la ha forzado ha realizar una transición en sus mensajes para incluir temas más relacionados con la familia.

No son solo los estudiantes y sus padres los que siguen sus devocionales, sino también los hermanitos menores. “Una madre en particular quería aprender más de la Biblia y, en ocasiones, seguíamos hablando hasta la medianoche”, dijo León. A las charlas le siguieron estudios bíblicos sobre cómo guardar el sábado y lecturas de “El camino a Cristo”, de Elena G. White, una de las fundadoras de la Iglesia Adventista del Séptimo Día.

León tiene 39 años, está casada y tiene dos hijas en la misma escuela, creció en un hogar adventista. Estuvo active en la iglesia, estudio en la escuela en la que ahora enseña, y siempre soño con sembrar la semilla de Cristo en los niños. “Creo que Dios puede usarnos de manera poderosa”, dijo. “Y creo que, más que nunca, somos como misioneros durante este tiempo, no solo con los estudiantes sino con familias enteras”.

La maestra Karla León se toma una autofoto con sus estudiantes de segundo grado conectados a la plataforma en línea de Zoom durante las clases. [Fotografía: cortesía de Karla León]

Plantar ‘la semilla’

No tiene solo que ver con una clase de Biblia, o un mensaje devocional, sino con una campaña decidida que no solo nos posiciona como maestra, psicóloga, amiga y consejera, sino también como testigo de las maravillosas bendiciones que Dios ha dado, expresó. “La Palabra de Dios es una semilla plantada en los niños y sus padres”, dijo León.

“Me siento mucho más comprometida a reinventarme a mí misma en el sentido bíblico, porque no se puede convencer fácilmente a los que no creen o son profesionales”, dijo. “Es necesario tener un fundamento y, cuando los individuos tienen mayor educación profesional, parecen tener preguntas o preocupaciones”.

León extraña a sus estudiantes y aguarda con ansias regresar al salón de clases.

“No hay nada mejor que recibir el abrazo de un niño que regresa del recreo todo sudado y comparte su amor expresando su gratitud”, dijo León. “Es tan gratificante saber que les he estado enseñando cómo orar, cómo perdonar, cómo amar a Jesús, y cómo leer para que puedan volverse personitas independientes. Para mí, eso no tiene precio”.

Un estudiante de segundo grado completa una tarea mientras repasa las presentaciones del tema bíblico de la semana. [Fotografía: cortesía de Karla León]

Por ahora, León, así como decenas de maestros de su escuela en de los cientos de escuelas del sistema educativo adventista en toda la División Interamericana, trabaja sin descanso para enseñar a los jóvenes a que no solo se destaquen académicamente sino que progresen en su vida espiritual.

“Tenemos que testificar. No podemos quedarnos callados ahora. Tenemos que compartir las bendiciones maravillosas que Dios nos ha dado allí donde estamos, pero especialmente dentro del sistema educativo adventista donde hay tantas vidas que pueden ser transformadas para bien”, dijo León.

Traducción de Marcos Paseggi

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