Cuando los empleados del Hospital del Sureste, una institución adventista de salud en Villahermosa, Tabasco, México, comenzaron a dar resultados positivos en las pruebas de COVID-19, la administración tuvo que realizar ajustes a los procedimientos operativos para aplanar la curva del coronavirus y de alguna manera seguir brindando atención médica no relacionada con el COVID-19 a una comunidad sumamente afectada por la pandemia.
“Nuestro estado de Tabasco siguió avanzando con el quinto y el tercer lugar a nivel nacional respecto del número de casos positivos de COVID-19, y para nosotros, significó que el 23 por ciento de nuestro personal se vio afectado”, dijo Alexis Pérez, administrador del Hospital del Sureste.
Auento de casos de COVID-19
Hasta el 15 de septiembre de 2020, en Tabasco se habían reportado más de 28.800 casos positivos y 2620 muertes.
Cuarenta y ocho empleados, incluidos Pérez y Robert González, el director financiero del hospital, tuvieron que estar en cuarentena durante tres semanas o más desde comienzos de abril hasta agosto, según Pérez. “Nuestro hospital jamás había enfrentado semejante desafío, en el que tuviéramos que movernos con rapidez para proteger a todos los empleados y pacientes que llegaban”, dijo Pérez.El hospital, que está clasificado como una instalación que no trata casos de COVID-19, posee un área de derivación para chequear por síntomas del COVID-19. Todo paciente con esos síntomas es enviado a su casa o derivado a uno de los centros médicos adecuados donde puede ser tratado.
Algo tenía que hacerse para proteger a las decenas de miembros del personal del hospital a medida que disminuían las visitas regulares y las cirugías durante los meses de cuarentena que se iniciaron en abril. Nuevos pacientes enviados por hospitales abrumados comenzaron a buscar servicios médicos regulares en el Hospital del Sureste, necesitando coordinación adicional, dijo Pérez.
Estudiar las razones del contagio y seguir avanzando“Nos sentamos para documentar y analizar los casos positivos de nuestro hospital, y concluimos que muchas de las infecciones fuera de la institución en las actividades generales en sus comunidades con amigos o familiares contribuyeron a la diseminación del virus”, explicó Pérez. El hospital pasó a implementar medidas crecientes de prevención, lo que incluyó lavarse las manos, higienizar todas las áreas y el uso correcto de equipos de protección personal en cada uno de los departamentos del hospital, además de otras similares.
En un comienzo, el temor a la pandemia redujo el número de cirugías que el hospital suele llevar a cabo, dijo Pérez. En promedio, cada año el hospital ve aproximadamente a 1800 pacientes de internación y 7000 ambulatorios en cuidados urgentes.
Los empleados pasaron a jornadas laborales reducidas con turnos de doce horas, para que pudieran limitarse a usar el transporte público en las primeras horas de la mañana y temprano por las noches. En cinco meses, 379 pacientes han pasado por un centro de derivación especial establecido en el hospital, y ninguno de los 208 empleados y personal de apoyo del hospital perdió el trabajo durante esos meses difíciles, dijo Pérez.
Existe el temor de que se produzca otra ola de resurgimiento del coronavirus, pero aún hay pacientes que necesitan ser atendidos y sanados. “Nuestra tarea es continuar con la misión de ofrecer un servicio de salud integral que restaure la imagen de Dios en nuestros prójimos, como lo expresa nuestra declaración de misión”. Pérez explicó que el 95 por ciento del personal pertenece a la Iglesia Adventista, y que el hospital es conocido por su calidad de atención cristiana en la comunidad.En los veinte años que ha estado trabajando con el sistema adventista de escuelas e instituciones de salud, Pérez jamás ha visto un desafío semejante y la oportunidad de administrar mejor una institución de salud. Es su tercer año como administrador del hospital.
Cuando se estaba recuperando en su casa por tres semanas con síntomas de COVID-19, no dejó de llevar a cabo reuniones por teléfono.
El hospital continúa manteniendo una estrecha relación con las autoridades estatales de salud, en un esfuerzo de colaboración con un grupo de hospitales locales y aún más, dijo Pérez. “Nos encontramos alertas en casos de que se produzca un resurgimiento de casos de COVID-19 en la ciudad, y sentimos que estamos mejor preparados para hacer frente a los desafíos que podrían producirse”.Planes de expansión
Los planes que tiene el Hospital del Sureste incluyen convertir una edificio de varios pisos de oficinas que está vacante en consultorios médicos, un centro de atención a heridos, un área de fisioterapia y un centro nefrológico con cuatro aparatos de diálisis.
El Hospital del Sureste fue establecido en 1975 y es una institución adventista supervisada por la Unión Mexicana del Sureste. Cuenta con 32 camas y ofrece servicios en medicina interna, traumatología, gastroenterología, servicios de diagnósticos tales como laboratorio de análisis clínicos, y otros más.
Para saber más sobre el Hospital del Sureste, entre AQUÍTraducción de Marcos Paseggi