4 de septiembre de 2020 | Burtonsville, Maryland, Estados Unidos | Tim Lale

Este artículo ha sido adaptado de una meditación devocional presentada el 26 de agosto de 2020.—Editores de Adventist Review.

Uno de los mejores diagnósticos respecto al mal en el mundo actual que he escuchado recientemente, es la de un hombre llamado Jaron Lanier.

Tal vez ustedes no hayan escuchado nunca acerca de Jaron Lanier. Tiene 60 años, vive en Berkeley, California y ha sido considerado como oráculo de tecnología, la conciencia de Silicon Valley, un hombre que se preocupa por el bienestar de otros, un científico de la cibernética que presenta soluciones nobles y generosas.

Hay de hecho mucho qué conocer acerca de Jaron Lanier, pero no tenemos tiempo para explorarlo ahora. Será suficiente con decir que es una de las personas mejor conocidas en Silicon Valley y que se le reconoce como un individuo a la vez brillante y de gran corazón.

Jaron Lanier ha escrito varios libros acerca del efecto causado sobre los seres humanos por la tecnología, incluyendo un libro publicado en 2010, titulado You Are Not a Gadget: A Manifesto (No eres un aparato: Manifiesto). Su último libro, el cual no he leído todavía, lleva por título Ten Arguments for Deleting Your Social Media Accounts Right Now (Diez argumentos para la cancelación de tus cuentas en los medios sociales), publicado en 2018.

En un artículo  reciente, su autor indujo a Jaron Lanier a que hiciera una predicción: “Este año nos sentimos como en una encrucijada. . . . Estamos al borde del precipicio de la ruina o de una revolución, o de ambos. . . . Quiero que alguien —Quiero que Jaron Lanier— me diga a dónde nos dirigimos y si todo va a estar bien cuando lleguemos allá”.

Lo primero que dijo Jaron Lanier como respuesta, es que él no está tratando de decirle a la gente cómo debe vivir. Cree que los “documentos fundadores” de la nación, como les llama él, señalan hacia la prosecución o búsqueda de la felicidad. Y siendo una prosecución, él no está tratando de definir cuál debe ser esa búsqueda para nadie.

Dijo: “Pienso que la prioridad número uno es no crear incentivos perversos que arruinen la búsqueda de significado o felicidad, o la de decencia o mejoramiento”.

En otras palabras, la mayor prioridad en el mundo es evitar el crear incentivos que arruinen las oportunidades de las personas, tanto para sí mismas como para otras, de ir en pos de la felicidad, la decencia y el mejoramiento en el futuro. Así que, no arruines el mundo que tienes ahora y luego más tarde desees tenerlo de nuevo cuando ya no esté a tu alcance.

Sin embargo, pareciera que eso es precisamente lo que la raza humana está haciendo.

Dentro de esta complicada frase acerca de incentivos perversos, está implicada la diagnosis del científico Lanier acerca de lo que los medios sociales han hecho a la humanidad desde aproximadamente el año 2000. Señaló que los principales protagonistas, los cuales identifica como Google, Facebook y Twitter, todos ellos hicieron una decisión consciente al inicio de sus iniciativas, que se ha convertido en un error de magnitud colosal.

Estas compañías tecnológicas fueron inventadas en la era correspondiente a la última parte del siglo veinte, cuando la cultura original en torno de la Internet era que todo debería ser gratuito, de manera que se pudiera hacer extensiva la igualdad hasta donde fuera posible. Así que la decisión consciente que tomaron aquellos empresarios de la tecnología para las nuevas compañías basadas en Internet, fue la de ofrecer algo que pareciera como que era gratis.

Este es un modelo gratuito basado en publicidad. Pero la oscura verdad tácita de este modelo es que, la mercancía o materia prima en este negocio son los seres humanos que utilizan este servicio. Y esto incluye a los seres humanos que piensan que están usando las búsquedas en Google en forma gratuita.

Entre paréntesis, al escuchar y leer algo de lo que Jaron Lanier dice, esperaba oírlo utilizar terminología tecnológica al hablar sobre el mal; pero todavía no lo he escuchado pronunciar una sola palabra que suene como ideas o vocabulario tecnológico. Esta no es una crítica. Para mí, su forma de describir elocuentemente el dilema moral que enfrenta la raza humana por causa de los medios sociales, me parece todavía más interesante por esa razón. Pareciera alguien describiendo el gran conflicto (el término usado por los adventistas del séptimo día para describir la continua batalla entre Dios y Satanás) sin saber cuál es de hecho la gran controversia.

Aunque en lo personal había podido entender parte de lo que está detrás de los medios sociales, algo que Jaron Lanier dijo en una conferencia TED me ayudó a entender mejor esto que estamos tratando. Dijo que él no pensaba en los medios sociales, como medios sociales en sí. Él piensa que los así llamados medios sociales son un gigantesco sistema construido siguiendo el modelo de respuesta condicionada de Pavlov, de recompensa y castigo, que es extremadamente adictivo. Pero no solamente es adictivo, está también sujeto a algoritmos y los algoritmos tienden a recompensar cualquier cosa que obtenga una mayor respuesta humana y a eliminar lo que tenga menor respuesta. Ustedes saben la razón. Entre más respuesta humana se obtiene, más dinero se puede hacer.

Así que, lo que esos algoritmos han logrado en 20 años, es identificar, si bien involuntariamente, la enorme equivocación hecha por aquellos empresarios de la tecnología, tales como Zuckerberg y Dorsey. Los algoritmos que pusieron en marcha identifican las más fuertes respuestas humanas y luego las amplifican, amplifican y siguen amplificando. Y aquí estamos en 2020.

¿Sabes cuáles con las más rápidas y fuertes respuestas humanas? Ambas son negativas. Son el temor y el odio.

El científico Lanier señaló un giro en particular que le parece muy inquietante. Señaló hacia la forma en que el movimiento Black Lives Matter (la vida de los negros sí importa) llegó a ser tan bien conocido en forma tan rápida a través de los medios sociales hace unos años, señalando también hacia la respuesta al mismo, una respuesta que se ha magnificado intensamente —la difusión del concepto de la supremacía blanca y otros tipos de odios. Él dice que los medios sociales presentan uno al otro a estos grupos sociales que son absolutamente opuestos y entonces intensifican su conflicto a fin de obtener mayores ganancias.

Aunque es verdad que algunas compañías han comenzado a boicotear Facebook por permitir que los algoritmos incrementen el odio y socaven la democracia, además de otras detestables consecuencias, tienen una razón y no precisamente es una razón bíblica. Jaron Lanier señala que esas compañías están boicoteando Facebook porque les venden productos a los jóvenes, que son quienes están más enojados con el odio transpirado en Facebook y tales compañías no quieren perder sus ventas. No es una razón moral, sino una de protección personal. Esa es la forma como se conduce el mundo.

Así que el autor del artículo le pregunta eventualmente a Jaron Lanier, ¿qué acerca del futuro? ¿Va a estar bien el futuro?

Y Jaron Lanier responde: “Tal vez”.

Como sabemos bien, ningún ser humano puede ver el futuro. Ningún oráculo de la tecnología es capaz de trazar el curso de la humanidad.

Jaron Lanier caracterizó lo medios sociales como un sistema de modificación de la conducta, pero yo lo veo como un sistema clásico de modificación del corazón humano. Me hace recordar la forma como algunas sociedades en el siglo veinte escucharon y agrandaron el mensaje de odio y la mayoría de las personas le permitieron entrar en su corazón y definir su respuesta. Ustedes saben a lo que me estoy refiriendo.

Puedo percibir algunos peligros para los seguidores de Cristo. Las tecnologías han prácticamente devorado la cultura y el uso que hacemos de ellas y nuestra inmersión en las mismas, significa que no solamente entramos en proximidad con algunas de las peores influencias, sino también que llegamos a sumergirnos a tal grado en ellas que llegamos a degradarnos a través de la tecnología, sin siquiera darnos cuenta de que tal cosa nos está ocurriendo. Dice Jaron Lanier que piensa que los medios sociales son peores que los cigarrillos, porque los cigarrillos matan, pero no degradan al ser humano mientras lo hacen.

Así que para mí, la realidad de la cruz de Jesús y, especialmente ahora, la presencia del Espíritu Santo en nosotros y en torno a nosotros, llega a ser todavía más importante.

Dijo el apóstol Pablo a los corintios: “Pero Dios escogió lo insensato del mundo para avergonzar a los sabios, y escogió lo débil del mundo para avergonzar a los poderosos. También escogió Dios lo más bajo y despreciado, y lo que no es nada, para anular lo que es (lo que se percibe como nada, para volver como nada lo que se percibe como algo, dice en otra versión), a fin de que en su presencia nadie pueda jactarse”. (1 Cor. 1:27-29, NVI, se añadió la cursiva).

Un poco antes, el apóstol señala: “…nosotros predicamos a Cristo crucificado. Este mensaje es motivo de tropiezo para los judíos, y es locura para los gentiles,  pero para los que Dios ha llamado, lo mismo judíos que gentiles, Cristo es el poder de Dios y la sabiduría de Dios” (versículos 23, 24, NVI).

Confieso que en mi caso, ha habido algunos días cuando la cultura que me rodea ha sido una gran distracción. Puedo afirmar su poder. Todo tiene que ver con poder. ¿Qué o quién tiene el poder de modificar nuestro corazón? Jesús tiene el poder de hacerlo desde el interior de nuestra cabeza. Solamente necesita el espacio mental y emocional que le demos para hacerlo. Si el espacio está lleno del mal presente, necesitará nuestro permiso para hacerlo a un lado.

El único sistema de modificación de la conducta que es más poderoso que los medios sociales, es Jesús hablando directamente a nuestra mente a través del Espíritu Santo, a fin de transformarnos. Eso es lo que deseo para ustedes y para mí este día.

Tim Lale es un escritor independiente, residente en Burtonsville, Maryland, Estados Unidos, quien abandonó Facebook en 2017 después de lamentables 10 años, pero que no ha escapado de Twitter.

Traducción – Gloria A. Castrejón

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