“Necesitamos las perspectivas de Dios a la hora de hacer frente a la pandemia del racismo, el tribalismo, el etnocentrismo, el sistema de castas, el sistema de clanes, el sistema de clases, y cualquier ideología y práctica supremacista”, dijo Ganoune Diop, director de la Secretaría de Asuntos Públicos y Libertad Religiosa de la Iglesia Adventista, expresó en un mensaje devocional el 11 de octubre de 2020. “Permítanme especificar para comenzar que nuestro tema forma parte del gran conflicto”.
El mensaje de Diop, titulado “La perspectiva de Dios sobre la raza y el racismo” dio apertura a otro día de reuniones administrativas de la Junta Directiva de la Iglesia Adventista, como parte del Concilio Anual 2020, que este año se llevó a cabo en forma virtual.
Las raíces bíblicas del racismo
Diop explicó que la Biblia nos dice que las raíces del racismo fueron sembradas en el cielo, cuando el ángel Lucifer se rebeló contra Dios. Pero la controversia en el cielo fue transferida al planeta Tierra. “Al atacar a los seres humanos, el objetivo del adversario [Satanás] es infligir daños a la amada creación y a la reputación de Dios”, expresó. “Los seres humanos son creados a imagen de Dios […]. El objetivo general de Satanás es desterrar la imagen de Dios en los seres humanos […]. Históricamente, trató de destruir la iglesia de Cristo persecución y el martirio. No tuvo éxito. Decidió unirse a la iglesia de Dios, fomentando herejías de todo tipo. El racismo es una de esas herejías”.
Según Diop, la cuestión fundamental del racismo y de otras enfermedades sociales es determinar qué significa ser humano. “¿Quién debería ser considerado plenamente humano? ¿Hay personas que deberían ser consideradas menos que humanas, es decir, subhumanas?” preguntó. “Aun cuando hablamos de derechos humanos, el aspecto humano, no solo el aspecto de los derechos, debería ser considerado en primer lugar […]. Es allí donde se necesita escuchar siempre la voz de las personas de fe”.
Nuestro mundo, el racismo y la iglesia
En el mundo actual, existe una condena global sobre el racismo, recordó Diop a los que seguían la transmisión. Pero a pesar de una variedad de documentos en el mundo, como por ejemplo la Declaración Universal de los Derechos Humanos, el racismo no ha desaparecido. “A pesar de las buenas declaraciones, las convenciones y los acuerdos, el problema del racismo no ha desaparecido de la sociedad”, expresó. No obstante, “¿qué decir de la iglesia, entre los líderes religiosos, las personas religiosas, y los actores religiosos en general?”, preguntó.
Diop recordó a los miembros de la junta que Jesús espera más de sus seguidores. Los judíos del tiempo de Cristo tenían una noción determinada de la justicia, pero Jesús les dijo que fueran más allá de esa idea. En los días de Jesús, “amar al prójimo y odiar al enemigo era aceptable, [pero] Jesús exigió más: amar a los enemigos”, dijo Diop. “En lo que respecta a la cuestión del racismo y la demanda global actual de justicia racial, se espera más de los cristianos. Esto se debe a que los cristianos abrazan el corazón de Dios, que ama a todo el mundo”, enfatizó.
Por qué el racismo está equivocado
Por ello, en contraste con un contexto bíblico, “el racismo es una herejía, un ataque contra la verdad. Destruye la credibilidad de la Bibla, [porque] pone en ridículo la historia de la creación”, dijo Diop. “El racismo es negarse a creer y rechazar la creación única de los seres humanos, creados todos ellos a imagen de Dios”.
Según Diop, el racismo es una forma de idolatría, porque usurpa las prerrogativas de Dios. “El racista toma el lugar de Dios”, expresó.
Entre otras sugerencias, Diop enfatizó que el racismo llevó a la discriminación en lo que respecta a la salvación, en contraposición con la salvación universal que Dios ofrece a todos los seres humanos. También “perjudica la expresión suprema de la dignidad humana, que es la libertad”. “Es un ataque contra el carácter de Dios y el orden del mundo”, y “es ignorar la obra de santificación del Espíritu Santo”. ¿Por qué?, preguntó. Porque “ignora que cada persona es un templo del Espíritu Santo de Dios y, por lo tanto, se merece al menos tanto respeto como los lugares sagrados, como es el caso de templos, catedrales, iglesias, mezquitas o santuarios”.
En búsqueda de una solución
Diop dijo que cree que un marco bíblico podría ayudarnos a comprender y rechazar mejor el racismo en todas sus formas y expresiones. Ese marco también puede ayudarnos a imaginar las soluciones a la actual pandemia del racismo.
Todo comenzó, dijo él, con el pecado de Adán y Eva y los resultados del pecado en nuestro mundo. “La visión de la igualdad y la comunión en amor de la Biblia fueron remplazadas por luchas de poder, conquistas, subyugaciones, dominación, esclavitud y aun genocidios”, dijo Diop.
Entonces aparece el plan de salvación, por el cual Dios procura salvar a toda la humanidad. “En un mundo pecaminoso, Dios decidió inyectar principios y valores que conducen a la vida, la dignidad, el respeto y la protección de los más vulnerables, y la paz”, dijo Diop. Pero el pueblo escogido por Dios no siempre estuvo a la altura del ideal divino. “Aun entre los apóstoles de Jesús, abundaban el orgullo y el prejuicio”. Y “Jesús tuvo que trabajar personalmente con Pedro”, dado que era difícil para el “abrazar la visión de inclusión de Dios”.
Más tarde, el apóstol Pablo recordó a los cristianos lo siguiente: “Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay hombre ni mujer, porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús” (Gálatas 3:28).
“A nivel personal, el racismo puede ser vencido por medio de la regeneración de los corazones y la sanación de las mentes”, dijo Diop, mediante un “arrepentimiento en el doble sentido de cambio de actitud y transformación de la mente”.
La contribución adventista
Los adventistas del séptimo cuentan con algo particular que aportar a la cuestión de la igualdad y la equidad, dijo Diop. “Nuestro nombres se refiere a la creación, a la confianza en la soberanía de Dios […]. Nuestra iglesia es llamada a ser consecuente al no tener una jerarquía. Adherimos plenamente al Nuevo Pacto de acceso directo a Dios. Ningún mediador. Ningún sacramento”, expresó. “Desde la perspectiva divina, la voluntad absoluta de Dios, la igualdad es un don multifacético de Dios”.
Diop citó entonces a Elena G. White, una de las fundadoras de la Iglesia Adventista, quien en su libro Palabras de vida del gran Maestro, escribió: “Cristo derribó la muralla de separación, el amor propio, y el prejuicio divisor del nacionalismo egoísta; enseñó a amar a toda la familia humana. Elevó al hombre por encima del círculo limitado que les prescribía su propio egoísmo; anuló toda frontera territorial y toda distinción artificial de las capas sociales. Para él no había diferencia entre vecinos y extranjeros ni entre amigos y enemigos. Nos enseña a considerar a cada alma necesitada como nuestro prójimo y al mundo como nuestro campo” (p. 38).
Ahora es fundamental que apliquemos el ideal bíblico, enfatizó Diop. “El mundo está aguardando para ver que nuestra creencia en la igualdad se traduzca en equidad, ecuanimidad y, en último término, justicia”, expresó.
Traducción de Marcos Paseggi