28 de octubre de 2020 | California, Estados Unidos | Por: Dustin Comm, Maranatha Volunteers International
Sobre una colina cerca de la ciudad de Jowai, India, en marzo de 2020, uno de los grupos locales de Maranatha se encontraba trabajando arduamente en la Escuela Adventista Jingshai Mihngi.
La escuela se encuentra en desesperada necesidad de un nuevo plantel; está situada actualmente cerca de una línea de drenaje en destartalados edificios. A pesar de instalaciones por demás inadecuadas, la escuela Jingshai Mihngi atrae a muchos estudiantes de la comunidad local, debido a sus altos resultados en los exámenes escolares y su solícito personal.
Sin embargo y durante muchos años, las familias han estado esperando pacientemente por un mejor ambiente e infraestructura para sus hijos. Pero ahora, sus sueños se estaban convirtiendo en realidad, al estarse llevando a cabo trabajos con ese propósito, dirigidos por el líder de ese lugar, Braj Pal. Braj Pal ha trabajado en favor de Maranatha, en India, desde 2002 y ha sido parte de muchos proyectos tales como el de Jingshai Mihngi. Pero este en particular tomó un rumbo que él nunca había experimentado antes.
Cuando el COVID-19 comenzó a cerrar muchas puertas en India, esto incluyó la inmovilización del grupo de trabajadores en Jowai. “Lo escuché a través de las noticias,”, dijo el líder Pal. “Nuestro primer ministro anunció que se iba a dirigir en un discurso a toda la nación”.
“Pensé que este cierre de actividades duraría un día o tal vez una semana. Se suponía que me fuera a casa a visitar mi familia en otro estado, pero le había dicho a uno de mis trabajadores: ‘Tú vete primero y yo tomaré mi vacación después de ti’”. Pero las condiciones del cierre de operaciones fueron tales que ni él mismo pudo regresar a su casa.Después de suspender los trabajos de construcción por un periodo breve, el equipo solicitó a las autoridades locales que les permitiera reanudar los trabajos, pero se les negó el permiso. Unos días más tarde, regresaron al trabajo, prometiendo adherirse a las medidas de seguridad apropiadas, tales como guardar la distancia social, portar mascarillas faciales y el uso de desinfectante de manos.
El director de Maranatha en India, Vinish Wilson, recuerda cómo los oficiales locales trataban de entender la urgencia de continuar este proyecto en medio de una situación tan extraordinaria como la de la pandemia.
“La pregunta que nos hacían, era: ‘¿Por qué tienen ustedes tanta prisa en comenzar este trabajo?’ Y nosotros respondíamos: ‘El día en que termine este cierre de actividades y se abra la escuela, estos niños no van a tener un lugar apropiado para asistir a clases’.
Les mostramos fotografías del antiguo edificio de la escuela y les hablamos acerca de la expuesta tubería de drenaje y ellos dijeron: ‘Está bien, pueden comenzar a trabajar nuevamente, pero deben asegurarse de mantener la distancia social y cumplir con todas las normas y reglamentaciones impuestas’”.
Otro factor que ayudó a obtener el permiso fue la decisión que tomó la cuadrilla de trabajadores de alojarse en la zona misma de trabajo. El nuevo plantel se encuentra fuera del poblado principal y estos hombres trabajaban, comían y dormían en el edificio de aulas cada día. “Cocinábamos nosotros mismos nuestra comida”, dijo el líder Pal. “No siempre pudimos obtener la mejor comida casera, pero el director nos traía alimentos y nosotros estábamos agradecidos por ello”.
Además de tales condiciones de vida, tuvimos otros desafíos que amenazaban con detener el trabajo, como lo fueron las grandes cantidades de precipitación pluvial en la temporada de lluvias que constantemente nos hacían suspender el trabajo. Un ciclón pasó también por el lugar.“Llovió casi todos los días por más de tres meses”, dijo el líder Pal. Debido a las restricciones de viajes interestatales, los materiales de construcción no llegaron durante meses. Las mismas restricciones tampoco les permitían a los trabajadores viajar a sus estados para estar con sus familiares. Algunos de ellos se quedaron sin poder salir de la escuela durante meses. Como líder del proyecto, Braj Pal se mantuvo lejos de su esposa y sus dos pequeñas hijas por más de medio año. “Sabía que estaban seguras en casa, pero en una ocasión entró una serpiente a la casa y me sentí muy mal porque no había nada que yo pudiera hacer”. Su fe fue el factor que lo sacó adelante en medio de estas pruebas. “Algunas veces no sabíamos que era lo que iba a ocurrir, no sabíamos mucho acerca del avance del COVID-19 y permanecíamos aislados en el sitio de trabajo. Pero orábamos cada día”.
Actualmente, y por la dedicación y determinación de Braj Pal y su equipo, el nuevo plantel de la escuela Jingshai Mihngi está casi terminado
Por toda la nación, los equipos locales vencieron desafíos únicos con seguridad y responsabilidad, construyendo nuevas iglesias y perforando pozos de agua a lo largo de la pandemia. Muy poco después de que se resumieran las actividades en Jingshai Mihngi, grupos de trabajadores en el Estado de Kerala recibieron permiso de continuar construyendo iglesias y luego pozos de agua.
Al reducirse las restricciones de viaje entre los estados, fue posible transportar materiales para construcción de iglesias al Estado de Tamil Nadu. Se perforaron algunos pozos en Tamil Nadu, en el Estado de Jharkhand y en las Islas Sundarban, en donde los materiales fueron transportados por barco.
En todo el mundo, después de una pausa inicial al principio de la pandemia, otros equipos Maranatha comenzaron también a trabajar. Como Braj Pal, muchos de ellos permanecieron separados de sus familias durante meses, al alojarse en el mismo lugar de trabajo a fin de continuar la misión.
En Costa de Marfil, un equipo local terminó un edificio de iglesia en Anan, así como un templo y aulas escolares en Abbebroukoi. Están ahora construyendo una nueva escuela secundaria en la ciudad de Niangon.
En Kenia, otro equipo local recibió permiso de continuar la transformación de la Escuela Adventista Kiutine. Añadieron en ese lugar nuevos jardines, instalaciones adicionales y una iglesia dentro del plantel.
En la Escuela Adventista y Centro de Rescate Kajiado, un equipo MVI (Maranatha Volunteers International) construyó aulas, dormitorios y cuartos de baño de escuela secundaria. One-Day Church y cuadrillas de trabajadores de perforación de pozos recibieron permiso de viajar a zonas selváticas rurales y para mediados de octubre, habían construido hasta la fecha más de 80 iglesias y excavado 30 pozos en 2020.
Y en Zambia, un equipo MVI se ha estado alojando en el mismo sitio de la Escuela Secundaria Adventista Emmanuel, en donde construye un edificio de tres aulas y un dormitorio de señoritas.
En 2020, el equipo One-Day Church ha construido más de 60 edificios de iglesias y hasta mediados de octubre, 164 comunidades tienen ahora nuevos pozos de agua, que proveen agua necesaria para subsistencia de todos.
Por todo el mundo, la dedicación a la misión demostrada por los equipos MVI, ha sido inquebrantable a través de este tiempo histórico en nuestro mundo. Al mirar hacia atrás en la historia de Maranatha, uno puede observar la misma tendencia de firme resolución de sus fundadores; personas tan devotas a su misión, que hacen sacrificios personales y viven a veces en situaciones nada cómodas.
En 2020, el personal en el campo misionero ha personificado este espíritu de constancia y firme resolución y, por causa de ellos, la misión no se ha detenido en estos países. De hecho, está floreciendo a pesar de la pandemia. Maranatha va a ser siempre sinónimo de voluntarios.
Ellos son el corazón y el alma de la misión. La próxima vez que ores por Maranatha, recuerda a los equipos de trabajo en el campo mismo, como prioridad en tu lista. Durante años, ellos han probado ser la columna vertebral entre bambalinas en la obra que realiza Maranatha y, durante esta pandemia, han dado por fe un paso adelante para continuar sustentando la misión.
La versión original de esta historia apareció en la edición de verano de la revista The Volunteer.
Traducción – Gloria A. Castrejón