Líderes adventistas del noroeste de Nicaragua aún están evaluando los daños infligidos por el Huracán Eta, que azotó la región como una tormenta de Categoría 4 hace casi dos semanas, destruyendo hogares y causando inundaciones catastróficas. Hasta el momento no se han informado de pérdidas de vidas entre los miembros de iglesia.
“Hay comunidades inaccesibles y no hemos podido comunicarnos con ellas”, dijo el pastor Gabriel Gámez, presidente de la Iglesia Adventista en noroeste de Nicaragua. “El ferry que transporta los vehículos de un lado al otro del río Wawaboom no está funcionando; fue arrastrado, y los cables que lo transportan están rotos”.
Decenas de familias perdieron sus hogares, cosechas y animales, y se han estado refugiando en la escuela adventista en Puerto Cabezas, dijo Gámez. Nueve iglesias sufrieron daños, pero dijo que los líderes no sabrán hasta qué punto hasta que las aguas de las inundaciones se retiren y se pueda llegar a esas zonas.“Estamos agradecidos de que solo han sido daños materiales”, dijo el pastor Wilfredo Ruiz, presidente de la Iglesia Adventista en la región Centroamericana Sur, que supervisa la iglesia en Costa Rica y Nicaragua.
“Mucho antes de que llegara el huracán, estuvimos en contacto con los líderes de las iglesias locales en el noroeste de Nicaragua para preparar a la escuela para que estuviera lista por las dudas”, dijo Ruiz.
Más de cuatrocientas se están refugiando en la escuela adventista, donde la iglesia ha brindado asistencia. Los miembros de iglesia de otras iglesias locales han estado distribuyendo alimentos no perecederos a las familias más necesitadas.De los seis campos que supervisa la Unión Centroamericana Sur, cuatro se vieron afectados: dos en Nicaragua y dos en Costa Rica, dijo Ruiz. “Aún estamos aguardando informes de un sitio adicional, y la visita a los miembros se han tornado más difícil desde que la frontera entre los dos países fue cerrada hace meses debido a la pandemia”.
Osmara Risto, de la iglesia adventista de Loma Linda en Puerto Cabezas, dijo que ella está viva y que otros que están con ellos también están vivos por la gracia de Dios. “Cuando los vientos más fuertes estaban azotando la casa, mi amiga Gloria vino a la casa con sus dos hijos. Tenían mucho miedo, pero estuvimos seguras aun después de que los vientos se llevaron parte del techo”, contó. “Solo la mano poderosa de Dios nos protegió. Estábamos en oración constante, confiando en que Dios nos ayudaría a pasar la tormenta rápidamente”.
La iglesia de Nicaragua y el resto de los países centroamericanos están preparándose para el Huracán Iota, una tormenta de categoría 5, que se espera tocará tierra tarde en la noche del 16 o en las primeras horas del 17 de noviembre de 2020.Gabriel Gámez contribuyó con este articulo.
Traducción de Marcos Paseggi