Las relaciones raciales y la comprensión cultural fueron tratados con firmeza en varias presentaciones desde el escenario principal, durante el Campestre Global Virtual Adventista del 19-22 de mayo de 2021.
Entre los oradores estuvieron Barry Black, capellán del Senado de los Estados Unidos, que habló sobre el tema de derribar barreras para el ministerio personal; y Ella Simmons, una de las vicepresidentas de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, con Jennifer Woods, asesora legal asociada de Iglesia Adventista, que analizó la historia del racismo desde un punto de vista social y bíblico.
Llenar las almas deshidratadas
Black, cuyo abuelo fue aparcero después de la Guerra Civil de los Estados Unidos, comenzó su tema con la historia de su madre, un “alma deshidratada” que solo completó el cuarto grado de educación primaria. Cuando estaba embarazada de Black, alguien colocó en su buzón un volante con un anuncio de reuniones de evangelización. El atractivo titular del folleto la intrigó, y asistió a las reuniones, pero solo para satisfacer su curiosidad. Terminó asistiendo las doce semanas de la serie. Los mensajes la llenaron con “agua”, el Agua de Vida, porque un embajador de Cristo había ido más allá de lo que le resultaba cómoda.
Black dijo: “Cada uno de nosotros puede ser ese embajador, reconciliando el mundo con Cristo. Dios nos recuerda: ‘Como lo has hecho a uno de estos mis hermanos más pequeños, lo has hecho para mí’. Pero Dios también nos capacita para que brindemos bebidas a las almas deshidratadas”.
“Nuestro Salvador declaró”, siguió diciendo Black, “como el Padre me ha enviado, así también os envío a vosotros’. Se nos dice en 2 Corintios 5:20 de que somos embajadores, reconciliando al mundo con Cristo, rogando en nombre de Cristo ‘reconciliaos con Dios’”.
Dios nos da el modelo para alcanzar a los perdidos, dijo Black. Al leer Juan el capítulo 4 y ver la interacción de Jesús con la mujer en el pozo, aprendemos cómo alcanzar a otros, así como él lo hizo. ¿Cómo? El modelo nos dice: Vayan más allá hacienda el esfuerzo de alcanzar a otros, derribando barreras, mostrando amistad y evitando las discusiones y contiendas.
“Seríamos mucho más efectivos en nuestra obra por la comunidad si estuviéramos más preocupados por mostrarle a la gente cuánto nos interesamos en ella que en citar cuestiones teológicas”, dijo Black. “A las personas no le importa cuánto sabemos hasta que saben cuánto les importamos”. Nuestro Padre nos envía a llevar liberación a los cautivos, recuperación de la vista a los ciegos, y a poner en libertad a los oprimidos”.
Black concluyó sus declaraciones con un desafío basado en la idea de un colega del Senado. Para quebrantar barreras y crear comunidad entre colegas, decidieron invitar a alguien a su casa después de la iglesia todas las semanas que fuera diferente a ellos. Black abrazó ese concepto y desafió a los oyentes para que, en los próximos días, “hagan el esfuerzo deliberado de derribar barreras, invitando a alguien diferente a ellos a comer el sábado”.
El racismo no es algo aislado
Continuando con la discusión de derribar barreras y exponer las divisiones raciales dentro de la sociedad y de la iglesia, Woods y Simmons analizaron el racismo desde una perspectiva global y su impacto sobre la Iglesia Adventista.
Simmons, que creció en el sur de los Estados Unidos durante el movimiento de los Derechos Civiles de las décadas de 1950 y 1960, compartió historias personales de su experiencia con el racismo. Aunque es importante destacar los progresos significativos que se han llevado a cabo en los últimos tiempos, la discriminación “en los Estados Unidos y, en efecto, en todo el mundo en sus muchas formas no ha desaparecido, sino que asumido nuevas dimensiones, nomenclaturas y códigos”, dijo. “La raza sigue siendo importante en el mundo, y las injusticias aún apuntas a grupos y a personas para hacerles daño”.
Simmons hizo referencia a líderes de la Asociación General de varias divisiones que han compartido sus experiencias personales de perfilado racial, prejuicio y discriminación en sus territorios de África, Asia, Australia y Europa. La injusticia social hoy alcanza a cada parte del planeta.
Jesús nos dejó un ejemplo que seguir
Esta mentalidad no es reciente. Woods exploró el registro bíblico y trazó los orígenes de las preferencias y el racismo a lo largo de toda la historia bíblica, hasta la iglesia temprana. La esencia del racismo comenzó en el cielo con el orgullo y el prejuicio de Satanás contra Jesús. De estas semillas han crecido mentalidades y conductas racistas. Vemos que este espíritu se demuestra entre los primeros creyentes con una mentalidad de “nosotros versus ellos” que hubiera sido perjudicial para el mensaje del evangelio de no haber sido corregida.
Para ayudar a que Pedro superara el prejuicio tan arraigado inculcado en él desde el nacimiento, Dios le dijo una visión de una sábana celestial llena de animales impuros. Se puede leer esa historia en Hechos 10. Mediante esa visión, Dios procuró enseñar a Pedro que, a los ojos del cielo, todos son iguales: no hay un tratamiento preferencial para hombre o mujer, judío o gentil. Pedro entendió el mensaje.
Woods compartió del libro Los hechos de los apóstoles de Elena G. White que, de esa manera, “los prejuicios fueron quebrantados, se abandonó el espíritu exclusivista establecido por la costumbre secular, y quedó expedito el camino para la proclamación del Evangelio a los gentiles” (p. 115).
Nuestros pioneros adventistas tempranos eran abolicionistas, lo que significa que se oponían a la esclavitud. Elena G. White escribió con decisión contra los prejuicios. Con el tiempo, sin embargo, los adventistas permitieron que las normas sociales del racismo, las preferencias y los prejuicios “infectaran la iglesia”, dijo Woods. La iglesia de los Estados Unidos adoptó las prácticas culturales de sus tiempos, como lugares separados de adoración para negros y blancos y la exclusión, en ciertas instituciones, de los negros de los puestos de liderazgo.
Esta práctica va en contra de todo lo que defendió Jesús cuando estuvo en esta tierra. “Jesús desafió el orden social de sus días”, dijo Simmons. “Fue más allá de los parámetros conductuales definidos por la religiosidad. Derribó los muros de los prejuicios que prescribían esferas aceptables de relaciones, e hizo frente directamente a los pecados del racismo en sus muchas formas. Las normas aceptadas de sus días no lo limitaron”.
En efecto, dijo Simmons, la idea misma de conformarse a la sociedad lo llevó a Samaria, donde tuvo una cita divina con la mujer samaritana. Jesús se sobrepuso a las barreras prejudiciales del momento, como lo había mencionado antes Black, dejándonos un ejemplo que debemos seguir.
Un tema difícil
Las discusiones sobre racismo y prejuicio pueden ser difíciles. Muchos no creen que tienen un sesgo, pero pueden ocultar prejuicios implícitos, una actitud o estereotipo que sin saber permitimos que afecte nuestra comprensión, acciones o decisiones. Todos poseen estos sentimientos innatos.
Los investigadores han determinado que el prejuicio implícito es diferente del explícito; el prejuicio implícito es omnipresente, afectando aun a los que creen que son imparciales. El prejuicio implícito no necesariamente refleja nuestras “creencias declaradas” o aquellas cosas que apoyamos. Por ejemplo, dijo Woods, las personas que creen que el perfilamiento racial es incorrecto podrían, aun así, inconscientemente, practicarlo.
La pregunta básica es la siguiente: ¿Pueden nuestros prejuicios implícitos impedirnos ministrar a otros? ¿Pueden afectar cómo damos la bienvenida a las visitas a nuestras iglesias? Es algo que necesitamos analizar. Estas creencias subyacentes pueden ser desaprendidas.
Woods y Simmons delinearon varios pasos prácticos que pueden darse para “apoyar y nutrir a los marginalizados y maltratados como resultado de su color, casta, tribu y etnia”.1
Simmons concluyó: “Nosotros, la Iglesia Adventista del Séptimo Día, tenemos que hacer todo lo que está en nuestro poder para distinguirnos y distinguir a la iglesia del legado de la intolerancia defendida con la Biblia; de la historia arraigada de racismo y separación que el cristianismo y otras religiones mundiales han perpetrado en el mundo para aplacar a los racistas en sus esfuerzos por mantener ilusiones de supremacía racial o étnica, control social y ventajas económicas sobre otras personas”.
Hacemos esto “al proclamar la verdadera Palabra y, más aún, al vivir la verdadera Palabra”, dijo Simmons. En referencia al voto reciente tomado por la Asociación General sobre una Declaración Sobre las Relaciones Humanas, recordó que “el amor de Cristo nos constriñe respecto de otras personas desde su punto de vista, y para que seamos sus embajadores en este mundo dividido con las palabras de reconciliación”.2
La versión original de esta noticia fue publicada por la Red de Noticias Adventistas.
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1. Comisión Administrativa de la Asociación General de los Adventistas del Séptimo Día, “Una humanidad: Una declaración sobre las relaciones humanas en respuesta al racismo, casteísmo, tribalismo y etnocentrismo”, declaración oficial, 15 de septiembre de 2020.
2. “Una humanidad: Una declaración sobre las relaciones humanas en respuesta al racismo, casteísmo, tribalismo y etnocentrismo”.
Traducción de Marcos Paseggi