“Nuestra clase tendrá tres propósitos”, dijo Mark Finley, evangelista internacional y asistente del presidente de la Asociación General, al comienzo de su seminario el pasado 5 de agosto de 2021, en el segundo día del Congreso Internacional 2021 de Servicios e Industrias de Laicos Adventistas (ASi) en Orlando, Florida, Estados Unidos.
Los tres objetivos son, “en primer lugar, profundizar nuestra experiencia espiritual; entonces discernir lo que viene; y, finalmente, descubrir el papel legítimo del gobierno en la sociedad”, dijo Finley. Para él, el primer propósito —profundizar nuestra experiencia espiritual— es fundamental. “Es posible saber del futuro, pero el conocimiento de los eventos futuros no es suficiente si no se tiene una relación con Cristo”, enfatizó.
Al mismo tiempo, reconoció al referirse el tercer propósito del seminario —descubrir el papel legítimo del gobierno en la sociedad— que los días que tenemos por delante serán difíciles. “Tendremos que tomar decisiones respecto de los gobiernos”, dijo Finley. “Por eso, ¿cuáles son los principios bíblicos que pueden guiarnos al tomar esas decisiones? Permítanme decirles que no somos dejados en la oscuridad al respecto”, destacó.Es clave prepararse
Finley recordó a su audiencia que, aunque el futuro podría ser sumamente nebuloso para los habitantes de este mundo, como hijos de Dios, tenemos conocimientos respecto del futuro. Sin embargo, añadió, dado que sabemos lo que viene, es clave prepararse. “Uno no se prepara para una maratón el día de la maratón”, expresó usando una conocida analogía. “No nos preparamos para los eventos finales cuando comienzan a suceder. Enfrentar las pruebas de hoy nos prepara para los desafíos del mañana”.
La mejor manera de prepararnos para la crisis venidera a medida que la historia del mundo se aproxima a su fin es seguir el consejo de Jesús: velar y orar. Finley explicó que velar significa “saturarse” de la Palabra de Dios. “A medida que estudiamos las Escrituras, el Espíritu que inspira las Escrituras transforma nuestra vida”, dijo.
Tenemos que tomarnos muy en serio esa preparación, dijo Finley, porque cada creyente tendrá que tomar decisiones difíciles. Citó a Elena G. White, una de las fundadoras de la Iglesia Adventista, en el libro El conflicto de los siglos, donde escribió al analizar el tema del fin del tiempo: “Toda alma ha de pasar por la prueba decisiva: ¿Obedeceré a Dios antes que a los hombres? La hora crítica se acerca. ¿Hemos asentado los pies en la roca de la inmutable Palabra de Dios? ¿Estamos preparados para defender firmemente los mandamientos de Dios y la fe de Jesús?” (p. 580).
Sin distraccionesEn este marco, jamás deberíamos permitir que otras cosas nos distraigan de nuestra misión, dijo Finley. “Algunos están más interesados en los partidos políticos y los gobiernos de este mundo en lugar del gobierno de Dios”, reconoció. “Pero dividir a la iglesia debido a decisiones del gobierno es una tragedia”.
Las distracciones son más fáciles de evitar si desarrollamos una rica vida devocional que asigne un lugar destacado a la oración. Es esa “hora tranquila”, expresó, usando un término acuñado por Elena G. White. “Necesitamos una experiencia personal con Dios y el conocimiento de su voluntad”.
Finley dijo que está convencido de que el tiempo que tenemos ahora es un tiempo que Dios nos ha dado para que podamos prepararnos. Pero a diferencia de los discípulos de Jesús, que se quedaron dormidos en lugar de velar y orar, deberíamos estar alertas. ¿Por qué? “Porque sin Jesús”, enfatizó Finley, “sin una relación viviente con él, ninguno de nosotros podrá soportar la crisis”.
La función del gobierno
El gobierno tiene una esfera legítima en la vida de sus ciudadanos, recordó Finley a su audiencia. “¿Eran los faraones de Egipto buenos líderes?” preguntó. “No, no lo eran, pero José se interesó en Egipto”. Y añadió: “¿Actuó José en rebelión contra la sociedad egipcia? ¡No, no lo hizo!”
Lo mismo se aplica al profeta Daniel. Él fue testigo ante la sociedad babilonia por más que Babilonia no era una nación justa, enfatizó Finley.
Es la razón por la que el apóstol Pablo señala que si manifestamos amor y bondad a la sociedad en la que vivimos, atraeremos a esa sociedad, destacó Finley. “En lugar de rebelarnos contra un gobierno opresivo, revelemos a Cristo allí donde nos toca estar”, dijo. “¿Está orando usted por el gobierno?”
Finley recordó a los miembros de ASi que el gobierno romano oprimía a las personas. Era cruel y corrupto. Pero Jesús se relacionó con esa sociedad, escribió Elena G. White en su libro El Deseado de todas las gentes, “al implantar la naturaleza de Dios en la humanidad”, contó Finley. “Jesús quería enseñar los principios del reino de Dios”.
Esto no significa que la iglesia cristiana debería mostrarse indiferente o dejar de hablar contra las injusticias, enfatizó Finley. No obstante, según él nuestra función no es tratar de cambiar la sociedad al cambiar meramente las leyes. “Cristo no estaba interesado tanto en las leyes de la sociedad sino en cambiar los corazones, que es la solución última”, dijo.
Límites al poder del gobierno
Contra este trasfondo, el poder del gobierno es sumamente limitado, explicó Finley. “Una de las funciones del gobierno es brindar un ambiente seguro para que los ciudadanos puedan disfrutar del libre ejercicio de la religión”, dijo. “Es brindar un ambiente de oportunidad, con acceso igualitario a vivienda, educación, atención de salud y trabajo”.
Finley enfatizó que, según la Biblia, la autoridad del gobierno siempre está sujeta a la Palabra de Dios. “Cuando el gobierno cruza la línea e infringe la conciencia, tenemos que obedecer a Dios y no a los hombres”, expresó. Una vez más, citó a Elena G. White. En la compilación de sus escritos titulada Eventos de los últimos días, escribió: “El pueblo de Dios reconocerá el gobierno humano como una ordenanza divinamente designada, y por precepto y ejemplo enseñará la obediencia a ella como un deber sagrado, siempre y cuando su autoridad se ejerza dentro de su esfera legítima. Pero cuando sus demandas entren en conflicto con las de Dios, debemos elegir obedecer a Dios antes que a los hombres. Debe reconocerse y obedecerse la Palabra de Dios como una autoridad que está por encima de toda legislación humana” (p. 145).
Cuando las leyes de un país también van contra los principios de Dios, Elena G. White aconsejó a los miembros de iglesia que no hagan caso de esas leyes. Por ejemplo, destacó Finley, en Testimonios para la iglesia, el tomo 1, mencionó que las leyes de su tiempo requerían que cada persona libro entregara a los esclavos escapados a su amo. “No hemos de obedecer”, escribió, “y debemos soportar las consecuencias de su violación” (p. 185).
¿Qué tienen que hacer los adventistas?
En la última parte de su presentación, Finley sugirió cuatro principios que deberíamos tener en cuenta. Recordó a sus oyentes: “Tenemos una misión más grande que la de involucrarnos en un partido político”.
Finley sugirió orar por los líderes del gobierno y, toda vez que sea posible, obedecer al gobierno tanto como sea aconsejable. Una vez más, enfatizó que ante cualquier conflicto entre el gobierno y la Palabra de Dios, tenemos que obedecer a Dios.
Finalmente, dijo, algunos temas son cuestión de elección personal; no deberíamos permitir que esas cuestiones nos dividan. “¿Pueden dos adventistas del séptimo día fieles pensar diferente sobre temas políticos?”, preguntó Finley. “¿Pueden dos adventistas del séptimo día fieles pensar diferente sobre una pandemia? ¡Sí que pueden!”, respondió. Pero según Finley, hay un tema más significativo en juego: “La proclamación de los mensajes de los tres ángeles a todo el mundo para preparar un pueblo para encontrarse con Cristo”. Es algo, enfatizó, que debería estar por encima de toda otra consideración. ¿Por qué? Porque Jesús, dijo, “tendrá una iglesia que seguirá firme hasta el fin”.
Traducción de Marcos Paseggi